Máximo Gainza (1924-2014)

Máximo Gainza fue un periodista, un caballero, un hombre de bien. Vivió sus últimos años agobiado por la enfermedad y por el dolor de haber sido quien cerró La Prensa, el diario de su familia. Se acusaba injustamente: cuando asumió su dirección el diario ya había sido gravemente herido por el peronismo, no tanto por la confiscación que sufrió hasta 1955, sino porque la vasta mayoría del público al que estaba dirigido había quedado envenenada de populismo, en las antípodas de los... Continúa →

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Malas nuevas

A los medios ya no les interesa informar, y son ellos mismos los que inducen el desinterés del público por las noticias. En la mayoría de las redacciones del mundo el director financiero ocupa el lugar que antes correspondía al director periodístico. En busca de la ganancia inmediata, para satisfacer a insaciables accionistas, han destruido su razón de ser en la sociedad, y por lo tanto su futuro. A nadie mejor que a los medios les cuadra la profecía de Lenin, cuando dijo que el día... Continúa →

  1. ¿Quién quiere noticias?
  2. Una práctica higiénica
  3. Malas nuevas
  4. De Neustadt a Lanata
  5. Eliminar el intermediario
  6. Ser en los medios
  7. Para Fulano que lo mira por TV
  8. Un poder en dispersión
  9. Segregación e intolerancia
  10. Narcisismo 2.0

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Adiós, Mr. Robards

jasonrobards

Para los más jóvenes, la venta del Washington Post al dueño de Amazon tal vez no sea más que otra de las tantas noticias sobre fusiones y adquisiciones que pueblan la información de negocios; para quienes ya tenemos más pasado que futuro la novedad tiene el impacto de un sismo, tanto por la venta en sí como por la naturaleza del comprador, y ratifica lo que ya se nos viene anunciando desde hace tiempo con múltiples señales: el fin de una época, el fin del mundo que conocimos.

* * *

En la memoria de mi generación, aquí en el sur de las Américas, es difícil separar al Washington Post del caso Watergate y de la película Todos los hombres del presidente, que recreó la batalla del diario para investigar, documentar y publicar el episodio de espionaje político que tronchó la presidencia de Richard Nixon. Los nombres de Katharine Graham, la dueña del diario, y de Ben Bradlee, su editor, se convirtieron en sinónimos de lo que el periodismo decente pretendía ser. Algunos de quienes por entonces se iniciaban en la profesión se identificaban con los periodistas del diario que siguieron el caso, Carl Bernstein y Bob Woodward (interpretados en la película por Robert Redford y Dustin Hoffman); otros, como mi añorado amigo Hugo Ferrero y yo mismo, teníamos puesto el ojo en Ben Bradlee, no tanto en el Bradlee real, a quien no conocíamos, sino en el interpretado por Jason Robards, presente y vibrante en la pantalla y en nuestra imaginación. Nos fascinaban su aplomo, su cinismo, su coraje, su ironía distante, sus dudas, sus decisiones tomadas al vuelo y a fuerza de intuición, su alineación con la justicia, la verdad y el bien. Inspiraba nuestros sueños, incentivados por el alcohol y los cigarrillos, sobre el diario ideal que algún día íbamos a editar, planes que nuestras esposas escuchaban pacientemente hasta la madrugada, entre divertidas, condescendientes y orgullosas, como madres que ven a sus hijos jugar a ser hombres. (A veces hay que tener cuidado con lo que se desea: pronto nuestras respectivas carreras iban a tener que ver más con las tensas reuniones editoriales de Bradlee que con las aventuras callejeras de Bernstein y Woodward).

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Papeles de familia

El conflicto surgido en torno de Papel Prensa expresa una guerra entre familias, en la que es difícil distinguir buenos y malos.

De un lado el gobierno Kirchner, cuya vocación republicana es menos que nula; del otro lado Clarín y La Nación, que han abusado de su posición dominante en la prensa gráfica y sometido a otros intereses su responsabilidad de informar; en el medio, la familia Graiver, y su mundo de testaferros, quiebras, muertes misteriosas, y relaciones simultáneas con militares y guerrilleros.

Este sitio sostiene que a partir de los 70 la vida institucional del país ha venido degenerando en un sistema político económico cuasi-mafioso. El conflicto surgido en torno de Papel Prensa expresa una guerra entre familias, ligeramente desplazada en el tiempo, en la que es difícil distinguir buenos y malos. La agonía circunstancial de los Tattaglia o los Barzini no puede hacernos simpatizar con los Corleone.

Y sin embargo, cada uno de esos actores ha puesto en juego un valor que lo trasciende, y por cuya integridad debemos velar. Kirchner, la institución presidencial; Clarín y La Nación, la libertad de prensa; los Graiver, las garantías individuales. Ninguno de los tres debería resultar avasallado, y por lo que parece serán la Justicia y el Congreso los encargados de evitarlo. Continuar leyendo “Papeles de familia”

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La Prensa, de Gainza

El diario La Prensa jugó en los años de la última dictadura militar un papel que el progresismo no está dispuesto a reconocerle.

En un reciente acto público, agitadores oficialistas pusieron en tela de juicio el comportamiento del diario La Prensa, entonces propiedad de la familia Gainza, durante los años de la última dictadura militar. El alegato desconoce arbitrariamente la actitud asumida en esos difíciles momentos por los responsables del diario y por los periodistas que trabajamos en él, entre los cuales me incluyo.

En el contexto del periodismo acobardado, gris y uniforme de la época (cuando no cómplice), el diario La Prensa, junto al Buenos Aires Herald, marcó una diferencia que el progresismo siempre tuvo dificultades para reconocer. Se la reconoció al Herald, porque es sapo de otro pozo y está al margen de la contienda política local. Pero no a La Prensa.

El progresismo, en el que pueden inscribirse los participantes del acto mencionado, se erige en implacable crítico del pasado mientras elude las incomodidades del presente. Como las circunstancias puestas ahora en entredicho ocurrieron hace tres décadas, muchos pueden tomar por cierto lo afirmado en esa tribuna. Este testimonio personal pretende aportar otra visión. Continuar leyendo “La Prensa, de Gainza”

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