¿Quién quiere noticias?

  1. ¿Quién quiere noticias?
  2. Una práctica higiénica
  3. Malas nuevas
  4. De Neustadt a Lanata
  5. Eliminar el intermediario
  6. Ser en los medios
  7. Para Fulano que lo mira por TV
  8. Un poder en dispersión
  9. Segregación e intolerancia
  10. Narcisismo 2.0

El mes pasado Facebook, la empresa que administra la más popular de las redes sociales, cumplió diez años y decidió hacerse un regalo: compró WhatsApp, un servicio de mensajería instantánea entre teléfonos celulares por el que pagó 19.000 millones de dólares. El desembolso, gigantesco por donde se lo mire, apenas se sintió en una compañía cuyo valor de mercado supera los 130.000 millones de dólares. Los periodistas no podemos dejar de comparar esas cifras con los 250 millones de dólares que Amazon entregó el año pasado por el Washington Post, uno de los diarios más influyentes del mundo.

Ese precio incluso es excesivo, dicen los que sostienen que todo es una cuestión de soporte, y que el papel cede terreno inexorablemente a favor de los medios digitales. Sin embargo, en el 2011 AOL pagó una cifra comparable, 350 millones de dólares, por The Huffington Post, el más importante diario digital de los Estados Unidos en cantidad de lectores.

Sucede, aseguran otros, que el tiempo de los medios masivos, los que pretenden ofrecer todo para todos, quedó atrás, y que el futuro pasa por publicaciones enfocadas hacia públicos con intereses específicos, que además mantienen un alto grado de fidelidad a sus medios. Pero entonces cómo Pero entonces cómo explicar las agonías por las que atraviesa Libérationexplicar las agonías por las que atraviesa el matutino francés Libération, santo y seña del progresismo europeo desde que Jean Paul Sartre lo fundara hace cuarenta años.

Todos esos análisis están errados, aseguran otros observadores, lo que ocurre es que la gente ya no lee; hace rato que dejó de leer diarios, y ahora está empezando incluso a dejar de leer libros. La televisión ha triunfado, y es la principal proveedora de noticias y ficciones. Pero, y los peros parecen no acabarse nunca, también el mes pasado nos enteramos de que Time-Warner ofreció vender su red de televisión por cable, la segunda de los Estados Unidos, a su competidor y líder del mercado Comcast. Aunque Comcast pagaría sus buenos 45.000 millones de dólares por la red (que también puede usarse para otras cosas), la operación preocupa porque surge en un contexto de creciente tendencia en los hogares norteamericanos a cortar el cable y eliminar la televisión como fuente de información y de entretenimiento. Primera víctima notable: CNN, la organización noticiosa que lleva el cable en su nombre y que está perdiendo audiencia a un ritmo alarmante.

Parece que al público la información ya no le interesa y el entretenimiento se lo procura por otras vías, principalmente una combinación de tabletas más Netflix. Esto significa que los que abandonan el televisor buscan un proveedor sustituto de entretenimiento, pero no se molestan en buscar un proveedor sustituto de noticias. En otras palabras, las noticias ya no interesan, y mucho menos las noticias políticas. “La política no vende”, decía Jorge Fontevecchia en las reuniones editoriales de primer diario Perfil. “Somos una cultura que no quiere noticias. “Somos una cultura que no quiere noticias. Queremos entretenimiento”Queremos entretenimiento. Queremos info-entretenimiento. Es por eso que CNN atraviesa dificultades. La gente quiere info-entretenimiento de la mano de chicas con escote”, comentó hace unos días la conductora estadounidense Oprah Winfrey.

Este desencuentro entre la misión de informar y las demandas del público se traduce a veces en enfrentamientos entre las redacciones que quieren mantenerse fieles al oficio y las administraciones que deben asegurar la continuidad del negocio, como ocurrió en Le Monde en mayo. Un plan de modernización que incluía una edición digital tropezó con el rechazo de la redacción, y la directora del diario y conductora del plan debió renunciar. “Se quieren desembarazar de los viejos periodistas, de los que saben escribir. Los que resisten la trivialización”, había dicho un redactor del diario. A partir del 2007, Le Monde perdió la mitad de sus lectores y cambió de manos. Sus nuevos dueños son ajenos al periodismo.

También el New York Times tuvo sus problemas. En la misma semana su directora, una experimentada periodista tan identificada con el diario que lleva una T gótica tatuada en la espalda, debió retirarse involuntariamente, aparentemente porque las nuevas generaciones de la familia propietaria no estaban conformes con el manejo del costado digital del periódico. Arthur Gregg Sulzberger, primogénito del editor, cree con admirable optimismo que la pérdida de interés por las noticias se va a solucionar con una mejor circulación de los materiales de la Dama Gris por las redes sociales.

Una cultura que no quiere noticias. Pero los sistemas de organización social que hasta ahora consideramos más aptos para ordenar los asuntos humanos, la democracia republicana y la economía de mercado, tienen como condición ineludible la información: el ciudadano informado y el consumidor informado. Si esa condición no se cumple, entonces habrá llegado el momento de repensar las cosas. Empezando por preguntarse por qué la gente ya no quiere noticias.

–Santiago González

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2 opiniones en “¿Quién quiere noticias?”

  1. El hombre es un ser social. La televisión, por muy atractiva visualmente, es un medio pasivo. Creo que con la llegada de Internet, las redes sociales y las interacciones por esos medios, hay un reencuentro con lo social, o mejor dicho, una nueva forma de expresión social. La gente prefiere enterarse de noticias a través de un debate en Facebook o el Tuit de alguien que ponerse a ver TV o “scrollar” un portal de noticias. Tal vez el futuro de las noticias se encuentre en personas individuales, como usted, o en salas de debate, en las que podrían participar periodistas o gente especializada en el tema. Un diario con foros de discusión sobre distintos temas y especialidades, con moderadores especializados en cada área, podría ser una opción a futuro. Incluso se puede organizar un mismo tema y tener acceso unido a todas las noticias relacionadas. Por ejemplo, en vez de tener varias notas separadas sobre la desaparición del avión de Malasia, tenerlas todas juntas, con actualizaciones. Tal vez una barra de noticias para el navegador sea otra buena opción, con actualizaciones y que el usuario pueda hacer clic para ampliar, o dejarla pasar, filtrar por secciones, temas, etc.

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