Máximo Gainza (1924-2014)

Máximo Gainza fue un periodista, un caballero, un hombre de bien. Vivió sus últimos años agobiado por la enfermedad y por el dolor de haber sido quien cerró La Prensa, el diario de su familia. Se acusaba injustamente: cuando asumió su dirección el diario ya había sido gravemente herido por el peronismo, no tanto por la confiscación que sufrió hasta 1955, sino porque la vasta mayoría del público al que estaba dirigido había quedado envenenada de populismo, en las antípodas de los principios defendidos por el diario que había fundado José C. Paz en 1869. El tiro de gracia se lo dieron los militares de 1976, encareciendo el costo del papel con la inconcebible complicidad de La Nación y Clarín, en el malhadado invento de Papel Prensa. Máximo se negó a entrar en esa componenda, a pesar de que fue invitado a hacerlo, y tuvo que pagar los costos de esa decisión. Por si fuera poco, el gobierno militar también le quitó la publicidad oficial simplemente porque el diario no resignaba, como sus competidores, su independencia de criterio. Otro factor que conspiró contra la suerte de La Prensa fue la conversión del periodismo en general en una rama de la industria del espectáculo, un fenómeno ocurrido en todo el mundo. Esa noción no cabía en la cabeza de Máximo. Todavía hace un par de años refunfuñaba: “Los que compraron el diario me aseguraron que iban a mantener su espíritu, y todo eso… ¡y lo primero que encuentro son dos páginas sobre Susana Giménez!”. El ejercicio del periodismo, y todavía más la dirección de un medio, exige unas cualidades morales e intelectuales superlativas. Un juez puede refugiarse, en caso de duda o incertidumbre, en la letra del código. El periodista está continuamente obligado a tomar decisiones según un código de ética y de ecuanimidad que en definitiva sólo está en su conciencia. Máximo Gainza poseía aquellas cualidades, y las puso en evidencia en el momento preciso, como relatamos en otro lugar de este sitio. Aunque nunca le faltó el afecto y el cuidado de su numerosa familia, creo que terminó sus días apenado y solo, olvidado por muchos que sólo habían usado el diario como trampolín para sus ambiciones personales. De las buenas plumas que pasaron por sus páginas, pocas, si alguna, se detuvieron a contar su historia. La Prensa fue símbolo de una Argentina que se soñó a sí misma grande, señorial, honesta, trabajadora, justa y cordial, y que por descuido, zoncera o intransigencia malogró irreparablemente ese sueño. Máximo se fue como su diario: orgulloso, recatado. Erguido. –S.G.

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4 opiniones en “Máximo Gainza (1924-2014)”

  1. Mi homenaje a La Prensa y a su último Director, don Máximo. Lo conocí cuando lo fui a ver para quejarme del espantoso cuadrito para chicos que había reemplazado al mapa de la Argentina con todas las isobaras que me servía para hacer mi pronóstico, trabajando en campos del N y navegando en el Rio de la Plata. Sin “cambio climático” el valor y movimiento de las isobaras servía bastante. Don Máximo me recibió y me escuchó; me pidió disculpas y me explicó que estaban suprimiendo gastos, que el mapa era muy caro y que en poco se vendería el diario. Todo con extraordinaria amabilidad (¿quién era yo?). Al salir me crucé en la escalera con los dos compradores, que conocía. Me fui muy triste y al tiempo el diario cayó en picada. Pero siempre será una demostración irrepetible de calidad, periodística y humana. De paso, Schonfeld era uno de mis preferidos; pero había también otros de “hierro” cuyos nombres ya no recuerdo debido a las jugarretas de la edad en las neuronas de la memoria.
    Para La Prensa y sus gentes mi admiración y respeto.

  2. Me apena mucho la muerte de Maximo Gainza, o simplemente “Gainza”, como lo llamaba afectuosamente mi padre, el periodista Manfred Schonfeld. Me crie oyendo su nombre. Y viviendo La Prensa. Cuando fue vendida y convertida en algo irreconocible, tambien fue una tragedia para mi padre. El y Gainza ERAN La Prensa. Dos caballeros, dos Quijotes luchando contra los molinos del peronismo. Ambos ahora descansando, y otra vez juntos, en la eternidad.

  3. Lamento mucho lo ocurrido al Dire del diario “La Prensa”, del cual tuve el gusto de ser un humilde empleado en la sección Contaduría. Mi padre aprendió el castellano leyendo la prensa, y me dejó ese ejemplo, entre muchos otros. La Prensa fue considerado en otros tiempos como unos de los diez mejores diarios del mundo. Pero eran otros tiempos. Yo tuve la suerte de trabajar en èl y me recibí de Contador Público, ya que siempre colaboró con sus empleados estudiantes; yo fue uno de ellos, no el único. Lamento mucho lo ocurrido, y mando mi más humilde pésame a la familia Gainza. Pedro Alberto Giordano.

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