Vivimos un momento altamente emotivo. Se agitan las emociones sociales en torno del desempeño de la selección de fútbol y la suerte de su entrenador; se agitan las emociones a propósito de la remuneración de los maltrechos jubilados; se agitan las emociones respecto del marco legal que se quiere dar a la unión entre personas del mismo sexo.
Los momentos socialmente emotivos hacen la delicia de los dirigentes políticos sin ideas ni liderazgo porque les brindan la oportunidad de manipular esas emociones en su favor y obtener apoyos y solidaridades que de otro modo les costaría mucho conseguir. Tendrían que proponer alguna idea original y después movilizar la voluntad de la gente detrás de esa idea.
Las emociones públicas les dan el plato servido, y prácticamente no les imponen costo alguno ni les exigen esfuerzos de ninguna especie. La energía ya está allí, en la calle, y todo lo que tienen que hacer es capturarla y dirigirla hacia sus personas o sus parcialidades políticas. En otras palabras, llevar agua que corre sola para hacer andar las ruedas de su molino. Continuar leyendo “Emociones fuertes”