Inmadurez, incompetencia, poder

Una frase de incierta atribución dice que quienes asignan mucha importancia a la maldad subestiman la estupidez

  1. Militancia, política, poder
  2. Resentimiento, sociedad, poder
  3. Inmadurez, incompetencia, poder
  4. Oportunismo, liderazgo, poder
  5. Corrupción, impunidad, poder

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Una frase de incierta atribución dice que quienes asignan mucha importancia a la maldad subestiman la estupidez. He aquí un nuevo punto de abordaje para analizar el gobierno Kirchner, luego de haberlo intentado a partir de la sociología y la psicología dado el fracaso evidente de la teoría política para dar cuenta de esta administración.

La estupidez del gobierno iniciado en el 2003 asocia dos facetas sobresalientes: la inmadurez, entendida como incapacidad para responder adecuadamente al estímulo de las circunstancias, y la incompetencia, entendida como carencia de los conocimientos, la comprensión y la actitud necesarios para ejecutar eficazmente una tarea.

La famosa ley de Peter (por Laurence Peter, quien la formuló para el ámbito corporativo) sostiene que una persona puede ascender en la escala gerencial hasta el nivel de su incompetencia. El peor gobierno en la historia reciente de la democracia argentina atestigua que los Kirchner encontraron su límite en la Casa Rosada.

La estupidez no es un fenómeno todavía bien estudiado, aunque su influencia sobre los asuntos sociales ha sido percibida desde hace mucho tiempo. En su Breve introducción a la historia de la estupidez humana, escrita luego de la crisis de 1929, el estadounidense Walter B. Pitkin la describió como “el mal social supremo”.

Un análisis más profundo es el que ofrece su compatriota James F. Welles, en su trabajo Para entender la estupidez, cuya última revisión es de 1995. O el italiano Giancarlo Livraghi, cuyo El poder de la estupidez, revisado en el 2008, apunta específicamente a las relaciones entre ambos términos. Seguimos las observaciones de ambos ensayistas.

¿Qué otra explicación que no sea la estupidez puede hallarse para un gobierno que repite en el 2010, puntualmente, casi como si estuviera siguiendo un libreto, los mismos errores que en el 2008, que fabrica una crisis donde no la hay, que pone en riesgo a todo el país, y de la que emerge finalmente perjudicado?

Observa Welles que “cuando está presente, la estupidez es fácil de reconocer, ya que invariablemente promueve lo que debiera evitar, y evita lo que debiera promover; en otras palabras, es contraproducente”. ¿Cuántos ejemplos de esto hemos visto en los tramos recientes de la administración Kirchner?

No es difícil entender la desesperación de un gobierno en decadencia por hacerse de fondos con la intención de ganarse las voluntades que su deterioro político no le permite, no ya conquistar en buena ley, sino siquiera retener. El desgranamiento de las filas kirchneristas en busca de pasturas más verdes es algo evidente.

Pero ya en esa desesperación asoma el primer signo de inmadurez, la incapacidad de comprender y aceptar que su ciclo político está agotado, que ese agotamiento se inició con el descabellado enfrentamiento con el campo, tuvo su sanción en las urnas el 28 de junio, y marcha en una dirección irreversible.

Igualmente infantil es la picardía de intentar apropiarse de los fondos del Banco Central mediante un decreto emitido cuatro días después de finalizado el período de sesiones en el Congreso, en lugar de someterlo al escrutinio de la legislatura. ¿Pensaba el gobierno que nadie iba a advertir la maniobra, que nadie iba a reaccionar?

Infantil como bautizar el mecanismo de apropiación con el título pomposo y mendaz de Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad. ¿Pensaba el gobierno que con esas palabras de sonoridad patriótica iba a engañar al Banco Central, a los astutos abogados de los acreedores internacionales, a la opinión pública?

Como es sabido, el engaño no se sostuvo un momento. El presidente del Banco Central Martín Redrado, procurando evitar enfrentamientos con el Poder Ejecutivo, y atento a sus propias responsabilidades, sometió el decreto presidencial al examen del departamento legal de su entidad, que finalmente lo rechazaría.

Infantilmente, el gobierno se fastidió con Redrado, e infantilmente emitió otro decreto ordenando su destitución. Este decreto era tan ilegal como el anterior, y afortunadamente una jueza responsable, María José Sarmiento, suspendió los efectos de ambas medidas, y en los hechos salvó al país de perder sus reservas a manos de los acreedores.

La reacción del oficialismo ante estos tropiezos exhibió las mismas dosis de inmadurez que ya había evidenciado dos años atrás. Los mismos agravios e insultos en boca de la presidente (calificó a Redrado de okupa, y a Sarmiento como titular de un delivery judicial), las mismas interpretaciones conspirativas, la socorrida conjura de la derecha.

Ahora bien, detrás de estas niñerías se oculta la otra faceta de la estupidez gubernamental: la incompetencia. Ni la secretaría legal y técnica de la presidencia, ni miembro alguno del gabinete, fueron aparentemente capaces de advertir a la presidente de la debilidad jurídica y la peligrosidad del decreto que creaba el fondo del bicentenario.

El ministro de economía Amado Boudou hizo gala de incompetencia además al planear la destitución de Redrado por decreto y sin pasar por el Congreso, al proclamar públicamente el alejamiento del presidente del Banco Central y al anunciar como un hecho su reemplazo por el economista Mario Blejer.

El jefe de gabinete Aníbal Fernández también exhibió su incompetencia al montar un espectáculo circense digno (o indigno, mejor dicho) de Piñón Fijo para convencer a la gente de que la jueza Sarmiento se negaba a recibir una apelación judicial… ¡el domingo! Consiguió que el papel fuera recibido por un magistrado… que lo giró el lunes a la jueza.

Si la inmadurez ha sido una característica del comportamiento político del gobierno Kirchner, la incompetencia es el signo distintivo de su gabinete. Desde Rafael Bielsa, que nos legó el conflicto de Botnia, hasta Martín Lousteau y Amado Boudou, cuyas chapuzas estuvieron en el origen de las crisis artificiales con el campo y con el Banco Central.

Desde Daniel Filmus hasta Aberto Sileoni, pasando por el sigiloso Juan Carlos Tedesco en Educación; desde Ginés González García hasta Juan Luis Manzur, pasando por la contadora Graciela Ocaña en Salud, o el eterno Julio de Vido en Planificación, ninguno ha dejado huella en su gestión, o ha podido evitar una crisis en su área de responsabilidad.

Incluso fuera del gobierno, en la nómina de periodistas, ensayistas y teóricos que han dado su respaldo al oficialismo, campea una orfandad intelectual, una pobreza de ideas, un infantilismo, una incompetencia, una estupidez en suma, que replican el ambiente existente puertas adentro de la Casa de Gobierno.

“Es un hecho conocido, en todas las comunidades humanas y en todas las épocas de la historia, que la gente al servicio del poder (o que desea estarlo) avanza y prospera en una simbiosis estúpida con el poderoso, lo que tiende a incrementar y complicar la estupidez del poder”, sostiene Livraghi.

El matrimonio presidencial ha tenido un elenco de colaboradores a la medida de su incompetencia. Su propia arrogancia, su propia soberbia, le impide rodearse de personas capaces y expertas en sus áreas, simplemente porque no podría tolerar una opinión distinta de la propia. Otro rasgo más de inmadurez. De estupidez.

–Santiago González

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2 opiniones en “Inmadurez, incompetencia, poder”

  1. Luego de leer este artículo se me ha profundizado el estado de desesperación parecido a los tiempos de los presidentes temporales del 2001. La incompetencia de los políticos tanto oficialistas como opositores no augura un futuro exitoso
    Lo trágico es que los Kirchner y su gobierno no son mas que representantes ELECTOS por el pueblo, es decir que su calidad de estúpidos termina siendo compartida por (al menos) quienes lo votaron, aunque nos gobiernen a todos.
    Los Kirchner han dado muestras de sobra que no saben lo que es gobernar, prever o anticiparse a los hechos, sino mas bien reaccionar ante los problemas (cuando los reconocen) o intentar crear una realidad que les cuadre a sus enfermas mentes. Dice la leyenda de Yrigoyen que recibía diariamente un informe de una realidad paralela, estos que nos gobiernan hoy no reciben, sino que intentan crearse para si mismo una Argentina paralela, y lo peor es que creen que nos convencen de que realmente existe tal realidad.
    De todas maneras cabe destacar que mas que llegar al poder para gobernar el motivo que los impulso a llegar a la presidencia parece ser el de realizar negocios para la familia y los amigos o solo detentar el poder por el poder mismo, y ser objetos de adoración.
    Lo que me lleva a pensar la siguiente pregunta, es estupidez o inmadurez “adolescente”?
    Si la inmadurez “se cura” con el aprendizaje y el crecimiento uno podría tener esperanzas, pero dado el tiempo transcurrido desde el 25 de mayo de 2003 me estoy respondiendo a la pregunta dándole la razón y tratando de dármela también, quizá la estupidez no les facilita el aprendizaje
    Le ruego sepa disculpar el palabrerío sin dirección precisa, pero los pensamientos vagan sobre los mismos temas una y otra vez y uno va buscando el camino del entendimiento de la realidad que nos toca vivir, quizá en algún momento pueda llegar a una conclusión válida

    Saludos y gracias por sus palabras

    1. El comportamiento de los Kirchner tiene mucho de adolescente: inseguridad encubierta con arrogancia, tendencia a ver los problemas en blanco y negro, dificultad para dialogar, encaprichamiento en una posición cuando a todas luces es equivocada (estos dos últimos rasgos relacionados también con la inseguridad), conducta autodestructiva, etc. Una persona normal sale normalmente de la adolescencia. Cuando alguien tiene conductas adolescentes pasados los 50, ya estamos ante un problema de estupidez. (Cosas parecidas podrían decirse de la incompetencia, que en este análisis es la otra cara de la estupidez). Es cierto, como usted dice, que los votantes comparten esa estupidez, máxime cuando hay una re-elección de por medio. Pero también esto pone en evidencia la inoperancia de los partidos políticos, que son los encargados de filtrar a los ineptos en el proceso de generación de dirigentes. Gracias a usted por su comentario.

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