Al elegir al economista Javier González Fraga como compañero de fórmula y a Francisco de Narváez como aspirante a gobernador bonaerense, Ricardo Alfonsín envió un claro mensaje al establishment: “Síganme, no los voy a defraudar”. En ese selecto club, sin embargo, recuerdan bien la otra cara de la moneda: “Si yo decía lo que pensaba hacer, no me votaba nadie”.
El pequeño mundo que toma las grandes decisiones tal vez prefería otras alternativas; ahora no tiene más remedio que aceptar las cosas como son: Alfonsín es lo que hay, aunque 24 horas atrás estuviese pensando en armar un frente de centro-izquierda, y lo mejor va a ser tender puentes y encontrar caminos para conversar con el candidato sobre la dura faena del gobierno.
Con su inesperada decisión, Alfonsín se colocó resueltamente en el centro de la oferta electoral, obligando de hecho al resto del espectro a redefinir su posicionamiento. No deja de sorprender que el simple hecho de que un candidato escoja su acompañante sacuda el tablero político al punto de que otros jugadores deben estar empezando a oir doblar las campanas. Continuar leyendo “Una movida decisiva”