El relato llega a su fin

La promoción del general César Milani le pone el punto final al relato kirchnerista, un discurso cuyo prólogo se escribió en el 2003 en el programa Día D de Jorge Lanata, y cuyo primer capítulo vio la luz pública en aquel inoportuno acto que Néstor Kirchner encabezó en los albores de su gobierno frente a la Escuela de Mecánica de la Armada, una construcción retórica cuya finalidad era encubrir el propósito fundamental del saqueo con unos telones verbales alegóricos de los... Continúa →

Califique este artículo

Calificaciones: 6; promedio: 5.

Sea el primero en hacerlo.

Délfor (1920-2013)

No había muchas razones para reirse por aquellos años en los barrios de Buenos Aires ni en los suburbios. La felicidad peronista se iba agotando y en el horizonte había nubes negras, aunque no tanto como para presagiar la lluvia de metralla que se abatiría pronto sobre la plaza de Mayo. Y como no había razones, buenas razones, había que buscarlas. Fue entonces cuando apareció Délfor y su Revista Dislocada, uno de los más grandes éxitos que haya conocido la radiofonía argentina, con... Continúa →

Califique este artículo

Calificaciones: 1; promedio: 5.

Sea el primero en hacerlo.

Peronistas y radicales

“No se vota ya por identidades precisas, pero los argentinos no aprecian opciones por fuera de las conocidas e instaladas. La estabilidad de la demanda cristaliza la oferta. A la hora de elegir presidente oscilamos entre el peronismo y el panradicalismo. Uno es el socio mayor; el otro, el menor. Por eso sus debates son más ruidosos que sustantivos. En ese contexto, otros proyectos políticos, como el de Pro, parecen condenados a ser minorías culturales. A la izquierda le ocurre lo... Continúa →

Califique este artículo

Calificaciones: 0; promedio: 0.

Sea el primero en hacerlo.

El nombre de la mafia

Tal vez su creador se inspiró en el corporativismo fascista, pero la criatura se le escapó de las manos y el peronismo se convirtió en el nombre argentino de la mafia. En Sicilia está la Cosa Nostra, en Nápoles la Camorra, en Calabria la ‘Ndrangheta, en Apulia la Sacra Corona Unita… y en la Argentina el peronismo. Quienes traten de entender este fenómeno político no necesitan acudir a Mussolini, ni revisar la supuesta genealogía histórica Rosas-Yrigoyen-Perón, ni someterse al suplicio de la prosa de González (Horacio) o de los mamotretos de Feinmann. Les propongo esta alternativa: vuelvan a ver de un tirón las tres partes de El padrino, la impresionante saga de Mario Puzo y Francis Ford Coppola. Allí está todo, claro como el agua clara.

Allí están la organización vertical, las lealtades personales, el sistema clientelar, la recaudación extorsiva, el asistencialismo, el control territorial, la violenta discusión del poder, el relato justificador de la defensa del grupo contra las amenazas externas, la idealización de la familia y su proyección social, la gran familia, y al mismo tiempo el reconocimiento explícito de que en el fondo todo es cuestión de negocios. ¿Acaso barras, punteros, intendentes, no son la réplica de los soldados, los capodecime, los caporegime? ¿No es posible reconocer en la historia peronista a cada capo de tutti i capi, a cada don? ¿No se valió cada uno de ellos del apoyo de un notable consigliere? Jorge Asís, el brillante causeur de la picaresca peronista, escribió hace poco que el peronismo tuvo tres grandes capos (líderes, dijo él): Perón, Menem, Kirchner, y dos armadores de transición: Cafiero y Duhalde. Como en la mafia, los momentos de liderazgo fuerte son momentos de estabilidad y buena marcha de los negocios. Pero cuando esos liderazgos se debilitan sobreviene un desorden violento cuyos efectos, también como en la mafia, padece toda la sociedad. Cafiero y Duhalde trataron en su momento de moderar esos efectos. En los sangrientos setenta no hubo nadie en condiciones de jugar ese papel. “La violencia es mala para los negocios”, dice Michael Corleone. Por eso los Montoneros nunca pudieron infiltrar realmente el peronismo: su estética fascista y su ética stalinista nada tenían que ver con los negocios, que son la razón de ser de la mafia, del peronismo. Aún cuando familias rivales matan a su hijo Santino y atentan contra su propia vida, Vito Corleone llama a los suyos a la calma, procura evitar las venganzas. Uno se acuerda de Menem y su reacción frente a los tres atentados, uno de ellos contra su hijo. “No es nada personal”, dice el fundador de la familia que anima la saga, “son solo negocios”. Del mismo modo, los enfrentamientos violentos entre peronistas no tienen nada de personal: simplemente se están reproduciendo, explicó alguna vez en tono similar Antonio Cafiero.

Continuar leyendo “El nombre de la mafia”

Califique este artículo

Calificaciones: 8; promedio: 5.

Sea el primero en hacerlo.

¿Quién maneja a la mucama?

El señor Jorge Coscia es secretario de cultura de la Nación. Sus credenciales para ocupar ese cargo son por demás exiguas pero bueno, ahí está. Su currículum dice que decidió militar en el justicialismo a partir del cordobazo, y que ha dirigido varias películas de esas que el estado financia, se proyectan en las salas del INCAA, y nadie va a ver ni siquiera gratis. Para quien quiera saborear el estilo de este director, por televisión suele proyectarse El general y la fiebre, un... Continúa →

Califique este artículo

Calificaciones: 4; promedio: 5.

Sea el primero en hacerlo.