El Turco y el Perro

En sus últimas columnas, Jorge Asís y Horacio Verbitsky intercambiaron tarjetas de visita, en un gesto de reconocimiento mutuo. Y también de solidaridad implícita: los dos han besado la lona varias veces y conocen el significado del término “acostado”; los dos cargan también con su mochila de errores, porque son periodistas, y los periodistas se equivocan. En este mundo que el poder desea sin periodistas, como dijo el Perro, sería tan interesante como improbable verlos coincidir en... Continúa →

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El uso de Nisman

El rabino Marcelo Polakoff, que condujo la ceremonia del sepelio de Alberto Nisman, dijo que el fiscal se había convertido en la víctima número 86 del atentado a la AMIA. Al menos en un sentido la afirmación es acertada. Al igual que lo ocurrido con los muertos por el atentado, su final trágico está siendo usado políticamente por diferentes intereses de todo tipo para adjudicárselo a la facción rival y arrojar una luz favorable sobre la propia, para crear climas de incertidumbre y... Continúa →

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Juan Gelman (1930-2014)

La única vez que vi a Juan Gelman fue en 1973 ó 1974, en alguna dependencia de la Facultad de Filosofía y Letras, donde yo era ayudante de cátedra. Gelman había ido de visita en compañía de Francisco Urondo, otro fogueado integrante de las “formaciones especiales” que habían allanado con sus acciones terroristas el regreso de Juan Perón al país y al poder. Probablemente se tratara de una visita proselitista, tendiente a consolidar el respaldo de “la... Continúa →

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El nombre de la mafia

Tal vez su creador se inspiró en el corporativismo fascista, pero la criatura se le escapó de las manos y el peronismo se convirtió en el nombre argentino de la mafia. En Sicilia está la Cosa Nostra, en Nápoles la Camorra, en Calabria la ‘Ndrangheta, en Apulia la Sacra Corona Unita… y en la Argentina el peronismo. Quienes traten de entender este fenómeno político no necesitan acudir a Mussolini, ni revisar la supuesta genealogía histórica Rosas-Yrigoyen-Perón, ni someterse al suplicio de la prosa de González (Horacio) o de los mamotretos de Feinmann. Les propongo esta alternativa: vuelvan a ver de un tirón las tres partes de El padrino, la impresionante saga de Mario Puzo y Francis Ford Coppola. Allí está todo, claro como el agua clara.

Allí están la organización vertical, las lealtades personales, el sistema clientelar, la recaudación extorsiva, el asistencialismo, el control territorial, la violenta discusión del poder, el relato justificador de la defensa del grupo contra las amenazas externas, la idealización de la familia y su proyección social, la gran familia, y al mismo tiempo el reconocimiento explícito de que en el fondo todo es cuestión de negocios. ¿Acaso barras, punteros, intendentes, no son la réplica de los soldados, los capodecime, los caporegime? ¿No es posible reconocer en la historia peronista a cada capo de tutti i capi, a cada don? ¿No se valió cada uno de ellos del apoyo de un notable consigliere? Jorge Asís, el brillante causeur de la picaresca peronista, escribió hace poco que el peronismo tuvo tres grandes capos (líderes, dijo él): Perón, Menem, Kirchner, y dos armadores de transición: Cafiero y Duhalde. Como en la mafia, los momentos de liderazgo fuerte son momentos de estabilidad y buena marcha de los negocios. Pero cuando esos liderazgos se debilitan sobreviene un desorden violento cuyos efectos, también como en la mafia, padece toda la sociedad. Cafiero y Duhalde trataron en su momento de moderar esos efectos. En los sangrientos setenta no hubo nadie en condiciones de jugar ese papel. “La violencia es mala para los negocios”, dice Michael Corleone. Por eso los Montoneros nunca pudieron infiltrar realmente el peronismo: su estética fascista y su ética stalinista nada tenían que ver con los negocios, que son la razón de ser de la mafia, del peronismo. Aún cuando familias rivales matan a su hijo Santino y atentan contra su propia vida, Vito Corleone llama a los suyos a la calma, procura evitar las venganzas. Uno se acuerda de Menem y su reacción frente a los tres atentados, uno de ellos contra su hijo. “No es nada personal”, dice el fundador de la familia que anima la saga, “son solo negocios”. Del mismo modo, los enfrentamientos violentos entre peronistas no tienen nada de personal: simplemente se están reproduciendo, explicó alguna vez en tono similar Antonio Cafiero.

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Mafias

Desde hace casi cinco años este sitio viene insistiendo en la noción de que una mafia político-económico-sindical se apoderó del país. En su primer programa del año, el periodista Jorge Lanata mostró un pequeño fragmento, un costado, de una de las familias mafiosas que operan en la Argentina, organizada en torno del ex presidente Néstor Kirchner. En relación con las expectativas creadas antes de su puesta en el aire, el programa tuvo sabor a poco, y en definitiva no dijo gran cosa... Continúa →

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