“No se vota ya por identidades precisas, pero los argentinos no aprecian opciones por fuera de las conocidas e instaladas. La estabilidad de la demanda cristaliza la oferta. A la hora de elegir presidente oscilamos entre el peronismo y el panradicalismo. Uno es el socio mayor; el otro, el menor. Por eso sus debates son más ruidosos que sustantivos. En ese contexto, otros proyectos políticos, como el de Pro, parecen condenados a ser minorías culturales. A la izquierda le ocurre lo mismo. Tal vez una particular orientación hacia el Estado y la economía, la preferencia por el hiperpresidencialismo, la preocupación por la ampliación de los derechos civiles y la colonización de la administración pública, entre otros factores, explique los parecidos de familia entre peronistas y radicales. Y dé cuenta de los logros y de las asignaturas pendientes de la Argentina contemporánea, 30 años después de haber recuperado la democracia.” –Eduardo Fidanza