Elogio del cartonero

Siempre hubo cirujas en nuestras ciudades, marginales que revolvían la basura en busca de algo de valor para revender y seguir tirando. El cartoneo como forma de vida apareció hacia fines de la década de 1990, protagonizado generalmente por personas de bajas calificaciones laborales, expulsadas de empleos negros o blancos en el marco de las reformas económicas de la época. Adquirió una presencia social significativa durante la crisis del 2001-2002, cuando decenas de miles de hombres y... Continúa →

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El llanto silencioso

“He pasado horas escuchando a madres de víctimas de la violencia. (…)Todas expresan una indignación profunda, sostenida, frente a la perversa complicidad estatal. El sufrimiento frente a la pérdida de un ser querido se ve así agigantado, sus consecuencias multiplicadas en el tejido social, por la sensación de traición. La herida, el trauma expresado en un llanto muchas veces silencioso, es un desafío, una impugnación a la rectitud del orden social. (…) En la... Continúa →

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Secuestro virtual

El rector de la Universidad de La Matanza, Daniel Martínez, denunció haber sufrido el primer día de abril una maniobra de “secuestro virtual”, un tipo de delito en el que telefónicamente se reclama a la víctima rescate para devolver sano y salvo a un pariente cercano presuntamente secuestrado. El receptor del llamado no tiene manera de comprobar su veracidad y, acuciado por los nervios, paga lo que se le pide para comprobar más tarde, incluso con alivio, que todo había sido... Continúa →

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Pena de muerte

En una sociedad sin ley, sólo el azar nos coloca en el lugar de la víctima o del victimario

alambre
Como ya ha ocurrido, especialmente en el gran Buenos Aires, el ingreso en un período de campañas políticas coincide con un incremento de los delitos violentos. Y, como también ya ha ocurrido, el aumento de la violencia criminal reaviva el eterno, estéril debate sobre la mano blanda, la mano dura y la pena de muerte.

El debate es estéril porque las sentencias a muerte ya han sido dictadas, y se siguen dictando cada día. En el gran Buenos Aires hay 400.000 jóvenes que no trabajan ni estudian. En el siglo XXI, y particularmente en este momento de reformulación de las economías occidentales, eso equivale a una condena a muerte literal, no es una figura del lenguaje.

Muchos de esos centenares de miles de jóvenes no son tontos, y saben o intuyen que están condenados. Y han optado, o seguramente lo harán, por apurarse a vivir el tiempo que les queda hasta el cumplimiento de la condena. El aliento de quienes se les crucen en el camino valdrá menos que una sombra: así, el número de los sentenciados se multiplica. Continuar leyendo “Pena de muerte”

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