El llanto silencioso

“He pasado horas escuchando a madres de víctimas de la violencia. (…)Todas expresan una indignación profunda, sostenida, frente a la perversa complicidad estatal. El sufrimiento frente a la pérdida de un ser querido se ve así agigantado, sus consecuencias multiplicadas en el tejido social, por la sensación de traición. La herida, el trauma expresado en un llanto muchas veces silencioso, es un desafío, una impugnación a la rectitud del orden social. (…) En la Argentina, la discusión pública sobre inseguridad suele tener como protagonistas a los sectores medios y medio altos. Ellos dominan el discurso sobre la violencia urbana -son quienes más hablan de este tema- porque, supuestamente, serían los que más la sufren. Sin embargo, los que experimentan la victimización con mayor frecuencia son quienes están en lo más bajo del orden social y simbólico; allí, entre los más desposeídos, es donde encontramos la mayor cantidad de homicidios y heridos graves. A ellos, a los habitantes de los márgenes urbanos, no se los suele escuchar hablar públicamente de la inseguridad. Ellos la viven a diario, pero el discurso de la inseguridad pertenece a (es fabricado y manipulado por) otros. Así, la experiencia de la violencia interpersonal (y del miedo a ésta) entre los más pobres se vuelve algo indecible, y el trauma que se vive a diario en los territorios de relegación en los que ellos habitan se torna en una experiencia negada.” –Javier Auyero, en La Nación, 24-9-2014

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