Mal hablados

El lenguaje de los medios abunda en palabras erróneamente usadas, inexistentes o mal importadas de otros idiomas

  1. De la astucia a la civilización
  2. Mal hablados
  3. Trucho y berreta
  4. El escrache

El lenguaje publicado, esto es el lenguaje presentado por los medios de comunicación, incluidos los avisos, se está poblando en la Argentina de una cantidad de palabras erroneamente usadas, pobres, generalmente innecesarias, que terminan por incorporarse al discurso cotidiano hasta convertirnos en una sociedad de mal hablados.

Las anteriormente inexistentes carreras de “comunicación” o “edición” producen anualmente centenares de egresados que, debemos suponer, son los que luego se encargan de redactar y corregir esos textos. Basta echar un vistazo a los diarios, prestar atención a los mensajes publicitarios, leer las etiquetas para ver los deplorables resultados.

En este fenómeno van de la mano desde la incompetencia profesional hasta la tilinguería, sin desconocer los esfuerzos de mercachifles, charlatanes y buhoneros que deliberadamente retuercen el lenguaje en su permanente esfuerzo por embaucar al auditorio. A continuación, una lista de las palabrejas que más irritantes me resultan. Usted puede agregar las suyas.

Aceto — Aceto quiere decir ‘vinagre’ en italiano. Aquí siempre llamamos ‘vinagre’ al vinagre. Pero ahora, en las góndolas del supermercado y en los menúes de los restaurantes pretenciosos nos encontramos con el aceto, como si fuera una cosa distinta, por efecto de la labor conjunta de mercachifles y tilingos. Conozco damas a las que la sola presencia de una vinagrera en la mesa les resulta tan agraviante como la transpirada redondez del sifón. Pero en cambio no parecen tener problemas con el aceto, ni con las aguas “finamente gasificadas”.

Amigable — Traducción literal y mal aplicada del inglés ‘friendly’. Se empezó a usar para describir programas de computación de manejo sencillo o intuitivo, descriptos en inglés como “user friendly”. Así, leemos o escuchamos que tal teléfono celular tiene un interfaz amigable, lo cual no tiene el menor sentido en castellano, donde la palabra tiene que ver con los afectos personales. Sobran los términos para evitar este anglicismo: las ya mencionadas sencillo, intuitivo, tolerante, fácil de usar, etcétera.

Aplicar — “¡No sabés!”, le dice entusiasmada la chica con el palo de hockey a su compañera de equipo. “¡Apliqué para una pasantía en Bloodsuckers, y me aceptaron!”. “¡Qué suerte!”, responde la otra con un suspiro. “Yo en cambio quise entrar a SweatShop, pero en el formulario decía ‘No aplica para menores de 18 años’ “. Estos usos son traducciones literales del inglés, y carecen de todo sentido en castellano. Aplicar es un verbo transitivo y, aunque tiene varias acepciones, sustancialmente significa poner una cosa sobre otra, como en “aplicar una compresa”.

Balacera — Es un sinónimo de tiroteo, usado principalmente en México y en algunos países de América del sur. Aparece frecuentemente en los doblajes de películas y series y, aunque no es erróneo, suena rebuscado y francamente estúpido.

Barata — Este término ha aparecido en varios locales de Buenos Aires en reemplazo de nuestro tradicional ‘liquidación’ o del ya casi en desuso ‘realización’. Sólo se usa en México, de donde debe haberlo traído los mercachifles sin imaginación, y también sin prudencia: barata quiere decir cucaracha en Brasil y en Chile, países desde donde provienen buena parte de los turistas que hacen sus compras en Buenos Aires y se encuentran con esa desagradable promoción.

Bizarro — Recuerdo alguna canción patriótica, de las que nos enseñaban en la escuela, que hablaba de los Granaderos “llenos de orgullo y bizarría”. Bizarro, efectivamente, quiere decir valiente, esforzado. Vaya uno a saber por qué, esta palabra de origen italiano se usa en inglés como sinónimo de extraño, extravagante, retorcido. Y así escuchamos una y otra vez (y leemos en las páginas culturales) menciones sobre cine bizarro, relato bizarro, imagen bizarra. Este verdadero disparate es otra traducción literal del inglés manufacturada en México y despachada hacia toda la región por los medios.

Blend — Mezcla. Simplemente mezcla. Como en “aceite comestible mezcla”. Ni girasol, ni uva, ni oliva, ni maní: mezcla. Los genios del bolicheo se dieron cuenta enseguida de que la palabra tenía malos antecedentes: el aceite comestible mezcla solía ser el más barato. Entonces, ¿cómo vender una mezcla de vinos, de whiskies, de cafés, de tés, sin condenarla de entrada a las góndolas de los productos más o menos? Cambiando la palabra, por supuesto, recurriendo en este caso al inglés blend que significa mezcla. Para que usted se dé una idea, en inglés la licuadora se llama blender o mixer, es decir mezcladora. No hay matices, no hay posibilidad de duda o dobles interpretaciones. Ahora, cuando alguien le ofrezca “un exquisito blend de los mejores…”, tenga cuidado: la mano viene mezclada.

Bullying — El diario La Nación utiliza este vocablo del idioma inglés para referirse a la actividad de los niñitos/as malcriados, abusadores, prepotentes, matones y patoteros que acosan a otros niñitos/as, sea por su peso, su belleza, su inteligencia, su color de piel o de pelo, su dedicación al estudio, sus modales o, en fin, por cualquier rasgo que los distinga marcadamente del resto. Aunque el patoteo, que es la palabra que convendría usar porque los abusadores escolares agreden siempre en patota, es descripto como una alteración de la conducta, se trata de un comportamiento normal y esperable de una educación progresista basada en la idea de que todas las personas deben ser iguales.

Confrontar — Estamos hartos de escuchar hablar del “estilo confrontativo” de Néstor Kirchner, de que el gobierno sólo sabe “confrontar” y no dialogar, de que los gremios y las empresas marchan hacia una “confrontación” en materia de salarios. Ojalá fuera cierto, porque confrontar quiere decir comparar, cotejar, poner una cosa junto a la otra. Lo que nuestros informadores quieren decirnos es que Kirchner se inclina por el enfrentamiento antes que por el diálogo, y que los sindicatos y la patronal se van a enfrentar por el tema de los sueldos. Eso es lo que quieren decir, pero equivocan la palabra.

Doméstico — Otra traducción literal del inglés que llega vía México, y que se emplea en el sentido de ‘local’ o ‘nacional’. Pero a nuestros ilustrados redactores la palabra ‘local’ le parece poca cosa, y a la palabra ‘nacional’ le tienen más miedo que al Maligno. Entonces nos ametrallan con datos sobre la producción doméstica de automóviles o el nivel de empleo doméstico. Para no hablar de los vuelos domésticos de las aerolíneas, cuando tenemos nuestro propio ‘cabotaje’, reconocido por la Real Academia. Doméstico, como se usó siempre en la Argentina, es lo perteneciente a la casa, al hogar.

Dueto — Dúo. Otra gentileza de los mexicanos, que copian todo literalmente del inglés, idioma que a su vez lo toma del diminutivo duetto, siguiendo la costumbre generalizada en Europa de adoptar la terminología musical italiana. En castellano siempre se dijo dúo, y la Real Academia sólo acepta dueto como diminutivo de dúo. Pero los medios locales parecen manejados por personas que desconocen su patrimonio cultural, y se limitan a copiar a otros medios, preferentemente extranjeros.

Estar bueno — Esta expresión brotó de la calle, del lenguaje juvenil, y transmite un índice muy alto de aprobación de parte del que habla: “está bueno eso de hacer recitales gratuitos”. Su uso fue sancionado, entre otros, por Marcelo Tinelli, Jorge Lanata y el PRO de Mauricio Macri: “Va a estar bueno Buenos Aires”. Pero no se dice ‘estar bueno’, se dice ‘estar bien’, al menos en los contextos en los que estos tres poderosos formadores de opinión emplean la expresión. Decir ‘estar bueno’ está malo. Digo… está mal.

Fanático — Otra mala, innecesaria, traducción del inglés manufacturada en México. En castellano usamos fanático para referirnos a quien adhiere ciega y fervientemente a un credo religioso e incluso político. Usamos aficionado para referirnos a quien gusta de algún tipo de entretenimiento o actividad, desde el deporte a los espectáculos. Usamos seguidor o admirador para referirnos a quienes manifiestan un interés constante por alguna figura pública. Usamos hincha para referirnos a quien se identifica con alguna divisa deportiva. En inglés usan ‘fan’ para referirse a todo eso, y nuestros “editores” desprecian nuestro rico lenguaje a cambio del indigente fanático.

Gay — Palabra de origen inglés que se utiliza para designar, de manera simpática y amable, al varón que por alguna perturbación psíquica, biológica o emocional siente atracción por personas de su mismo sexo. La palabra se ha universalizado en el marco de un esfuerzo publicitario por enmascarar los aspectos patológicos de esa conducta, y su uso es innecesario a menos que se participe de ese esfuerzo. Con decir homosexual basta y sobra.

Género — Término rebuscado que emplean algunos comunicadores con problemas para decir ‘sexo’. Los que nos criamos en el campo, o en sus inmediaciones, sabemos por la escuela que los sustantivos y los adjetivos tienen género, y sabemos por mera observación visual que las vacas, los caballos, los conejos, los cerdos, y los seres humanos tienen sexo (ver Tener sexo, infra), a saber masculino o femenino, macho o hembra. Cuando leemos que tal película plantea una cuestión de género se nos quiere decir que los conflictos expuestos tienen que ver con el sexo del o la protagonista.

Golpiza — Este es un caso parecido a de ‘balacera’, una palabra de uso en otros países de América que asoma en forma creciente en las crónicas policiales, en desmedro del sonoro y significativo ‘paliza’, que nos acompaña desde la infancia. Su uso, una vez más, no es incorrecto: es estúpido, pretencioso.

Hot — Esta palabra inglesa quiere decir ‘caliente’. La usan los periodistas argentinos cuando quieren decir ‘caliente’, en el sentido de ‘cachondo’ (o sea, según el diccionario, dominado por el apetito venéreo), pero no se atreven porque les parece poco fino. (Ver Género, supra)

Humillar — Palabra de uso habitual en México (el país del orgullo herido) y otros lugares para referirse a una contundente derrota deportiva: “Las Aguilas humillaron 4-0 al Cruz Azul”. Por supuesto, ya ha comenzado a aparecer en nuestras páginas deportivas, traída por redactores descuidados de sus viajes por el exterior. Hay muchas palabras para aludir a una derrota contundente, ninguna tan poco deportiva como humillar, porque apunta a la dignidad y al amor propio del derrotado. Y cualquier equipo puede, y debe, sufrir dignamente una derrota.

Latino — Palabra de contenido brutalmente racista con la que en los Estados Unidos de América se describe en general a los americanos nativos, excepto a los que nacieron en el territorio de los Estados Unidos, a los que se describe como ‘native Americans’. Por extensión, se aplica también a las personas oriundas de América central y del Sur, pero el color de la piel se impone, y difícilmente se describa como latino a un argentino, un chileno o un uruguayo. Excepto cuando se les concede un Grammy Latino. Por qué la prensa local (y continental) acepta y adopta este término cargado de desprecio es un misterio.

Liso — Palabra que usa la publicidad de ciertos champúes para referirse al pelo lacio. Ahora bien, de liso a lacio hay un gran trecho. Mientras lacio es una cualidad propia del cabello (y en general de las fibras), liso es una cualidad propia de las superficies. Por qué esa marca insiste en usar la palabra ‘liso’ es incomprensible para mí: pelo liso evoca un pelo llovido como fideos pasados (y hay mujeres que lo usan así), pelo lacio sugiere cierta gracia y movimiento. Por las dudas, lectora, fíjese bien en la marca del champú que usa.

Nominar — Esta palabra significa nombrar, en el sentido de dar un nombre, y también en el sentido de designar a alguien para un cargo. Desde que se instituyeron los premios Oscar, y otra vez por efecto de las malas traducciones, se empezó a usar nominar con el sentido del ‘nominate’ inglés: postular o proponer. Esto lo aceptó sin muchos reparos la Real Academia Española, cuyos miembros parecen más ocupados últimamente en degustar su copita semanal de jerez que en limpiar, fijar y dar esplendor, que para eso les pagan. Localmente, desde Gran Hermano para acá, nominar equivale a dar una especie de postulación negativa, camino hacia la condena y la desaparición.

Sorbete — Allá en mi infancia, esa palabra sólo cabía usarla en expresiones como “¡Sorbete los mocos, chiquilín insolente!”, o sea como inflexión del verbo ‘sorber’. La Real Academia no la registra, excepto en el sentido de un tipo de refresco, pero aquí ha venido quién sabe de dónde y quién sabe por qué a reemplazar nuestra clara y evidente ‘pajita’ en los locales pretenciosos de comida basura. Sospecho que oscuras vergüenzas adolescentes se quieren ocultar con este travestismo lingüístico.

Tener sexo — Según sabemos desde la infancia, todos tenemos sexo, más o menos allí donde las piernas se encuentran con el tronco. Pero ahora ‘tener sexo’ significa otra cosa. No es una condición permanente, sino una acción transitoria. A esta traducción literal del inglés ‘to have sex’ recurren las personas con problemas para decir ‘copular’. La expresión se usa en revistas femeninas y de chismes, cuyos secretarios de redacción aún tienen inhibiciones para titular “Cómo copular a diario y retener a su pareja”, o “Karina X prefiere copular en el balcón”. Pero esto puede cambiar. De todas maneras es preferible al ya en desuso ‘hacer el amor’, del inglés ‘to make love’, que aportaba al acto de la cópula fuertes connotaciones industriales y productivas.

Tienda — Cuando Hewlett-Packard dice en sus avisos que sus productos están disponibles en “tiendas de electrodomésticos” inevitablemente me viene a la mente una mezcla de ovillos de lana y discos rígidos, computadoras y trajes sastre, impresoras y zoquetes de algodón, cartuchos de tinta y horquillas para el pelo. La idea de tienda remite entre nosotros a los comercios que venden telas, indumentaria y accesorios. También la versión local de Starbucks ha dado en llamar ‘tiendas’ a sus cafeterías, lo cual es más tolerable porque los corpiños guardan cierto parecido con los filtros de café.

Vegano — Este término lo introdujo el diario La Nación, portaestandarte de la tilinguería argentina, para decir ‘vegetariano’. Lo tomaron del estadounidense ‘vegan’, una versión recortada del inglés ‘vegetarian’, necesaria para ellos porque como es sabido los angloparlantes americanos tienen problemas con las palabras de más de dos sílabas.

Vegetales — Esta palabra suele aparecer en los menúes de restaurantes pretenciosos, y en las páginas de cocina de diarios y revistas tilingos: “acompañado de una guarnición de vegetales al vapor”. Otro anglicismo que empobrece innecesariamente nuestro lenguaje. El inglés “vegetable” incluye, según el diccionario, semillas, raíces, tallos, hojas, tubérculos, bulbos, y frutos no dulces, siempre que sean comestibles. En castellano, vegetal es todo lo que no es una piedra o un bicho. Para las cosas comestibles contamos con palabras más agradables, como verduras, hortalizas o legumbres, que además nos proporcionan de antemano una idea aproximada de lo que vamos a encontrar en el plato. Una guarnición de vegetales podría incluir corteza de roble, aserrín de paraíso y bellotas de encina –eso sí, al vapor– y usted no tendría derecho a quejarse.

–Santiago González

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8 opiniones en “Mal hablados”

  1. Hace unos años en la desaparecida cadena Bonpler de acento francés…una chica desorientaba al cajero pidiendo “croissants” para agregar a su sopa, en lugar de “croutons”…fue muy cómico..y patético..

    1. Lo patético es que la pobre chica, por presión de la tilinguería ambiente, no se animara a decir simplemente trocitos de pan frito, y probablemente no tuviera ni idea de que en castellano eso se llama tostón. Gracias por su comentario.

  2. JAJAJA Buenísmo, me reí mucho jaja… y faltan muchas más como:

    Sticker por etiqueta o calcomanía o “calco”.
    Bacon en vez de panceta
    y más…

    Saludos!

    1. Es cierto, allí hay tema para otra nota: palabras en inglés usadas innecesariamente. Aquí me limité a palabras castellanas mal usadas, o con su significado distorsionado por otras similares inglesas, o directamente palabras mal traducidas. Gracias, Pato.

        1. Aunque la Real Academia le reconoce a “celebridad” la acepción de “persona famosa”, es cierto que su uso generalizado se debe a la presión del inglés “celebrity” sobre los malos traductores. Gracias por su observación.

  3. Muy bueno lo de la corteza de roble al vapor… Y en cuanto al “tener sexo”, tomando la misma estructura del inglés pronto podríamos “tener un baño” en vez de bañarnos y “tener almuerzo” en vez de almorzar, si alguna persona “cool” nos indica el camino hacia la idiotez.

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