Teología simple para gente apurada

Si Dios existe, y es uno, sabio y todopoderoso, entonces seguramente nos habla sin intermediarios en una lengua universal

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Los que nos criamos dentro de la tradición judeocristiana tendemos a creer en un Dios único, perfecto y todopoderoso. Los griegos, que también ocupan un lugar importante en nuestra tradición, creían, al contrario, en dioses múltiples, imperfectos y limitados por las ambiciones de los otros dioses, dioses a quienes se les daba por perseguir ninfas en los bosques del monte Olimpo, y diosas que les retribuían metiéndoles los cuernos con vulgares pero atractivos semidioses. Pero los occidentales no reivindicamos esa tradición, ni siquiera en su adaptación romana, que es como decir verdiana o fellinesca. Nos gustó más el modelo del barba venerable, el patriarca del dedo animador que pintó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Ahora bien, si Dios es uno, sabio y todopoderoso, ¿ustedes creen que va a andar necesitando una burocracia de curas, rabinos, pastores, mulás, imanes, y otros intermediarios de incierta lealtad para que funcionen como puentes entre Él y sus criaturas? ¿Ustedes creen que un dios todopoderoso exigirá que se aprenda griego, o hebreo, o árabe, o arameo para poder desentrañar las enseñanzas que alguna vez transmitió a ciertas criaturas escogidas para que éstas después se convirtieran en oficiosos divulgadores? ¿Ustedes creen eso de un dios todopoderoso? ¿Ustedes creen que Dios va andar patrocinando unos libros de redacción confusa e interpretación abierta, escritos en diferentes idiomas, por diferentes personas, en diferentes épocas, sobre diferentes asuntos, para colmo tan contradictorios entre sí que necesitan de autoridades que los avalen y distingan los auténticos de los apócrifos? ¿No les parece que si Dios existe, y es uno y sabio y todopoderoso, debería hablar en un lenguaje comprensible para gentes de todos los idiomas, de cualquier condición social, en un lenguaje universal que no necesite de intérpretes ni intermediarios? ¿No les parece incluso que ese lenguaje debería ser accesible para todas sus criaturas, no sólo los hombres, sino también el resto de los animales y las plantas? Bueno, a mí me parece que esto es exactamente lo que hizo Dios, si es que existe. El lenguaje de Dios es su creación, porque está a la vista de todos, abierta a la comprensión de todos, y llena de significados. Si la frase “en el principio fue el verbo” tiene algún sentido, es ése: la creación es la palabra de Dios. La palabra de Dios está en el mandato de vivir y multiplicarse que cumplen sus criaturas, la palabra de Dios está en la perfección de cada flor, en la belleza de cada atardecer, en la inteligencia inquisitiva que nos distingue a nosotros, los humanos. Pero la palabra de Dios está también en la despiadada lucha por la vida de sus criaturas, en la crueldad con la que la naturaleza se desprende de los más débiles, en la violencia de los terremotos y en la furia de los volcanes, en el fulgurante latigazo del rayo, en el trueno sobrecogedor y en la arrasadora ferocidad del agua, el viento y el fuego. La palabra de Dios, su creación, es también su enseñanza, su magisterio: en ella, en la creación, las criaturas se mueven con deslumbrante libertad aún sujetas a leyes inexorables. Y Dios raras veces se ha sentido inclinado a intervenir, excepto cuando sus criaturas generan, en su libre accionar, desequilibrios que amenazan la estabilidad del conjunto. Entonces dispara algún cataclismo que restablece el orden para que el todo pueda proseguir su marcha eterna. Entonces no hay dinosaurio ni continente que valga. Como cualquier creador que se precie, no le tiembla la mano para hacer un bollito con la hoja y arrojarla al canasto cuando advierte que personajes o situaciones han tomado por el camino equivocado. Sería prudente, me parece, atender de vez en cuando, sin intermediarios ni intérpretes, la palabra de Dios, su creación, para ver qué nos dice. Eso, claro, si creemos en la existencia de un dios uno, sabio y todopoderoso. –S.G.

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1 opinión en “Teología simple para gente apurada”

  1. Van Gogh, que nació en una familia religiosa e intentó dedicarse a Dios, después de varias experiencias intensas y traumáticas, dejó de creer en El. Cuando su fe entró en crisis escribió “no debemos culpar al buen Dios por nuestras desgracias; somos un experimento que le salió mal…”.
    El hecho es que Dios es un símbolo que no desaparece en la psique humana, ni aún en los ateos; y menos en los ateos militantes. El único uso de ese símbolo, cargado con los atributos de lo absoluto, que me ha llegado a impresionar hondamente es cuando sirve como recordatorio de que el hombre – ningún hombre – es Dios.
    Esa es la interpretación teológica de más de uno (pero, al parecer, no muchos) que interpretan la sentencia de Jesús a Pedro de “darle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. En aquella circunstancia, y el aquél contexto, que no es el nuestro, lejos de querer decir que “había que estar bien con uno y con el otro”, habría querido decir – delante de los centuriones romanos, representantes del César – que … el César no es Dios.
    La interpretación corriente, es netamente burguesa; o, simplemente, oportunista, pragmática.
    Jesús estaba esperando y anunciando el Fin de los Tiempos y exigiendo a su gente que se preparara.
    Aquello no se produjo. Pero el Complejo de Dios (creerse Dios), continúa haciendo estragos en muy diversas personalidades; algunas, insignificantes… A otros nos sirve (si es que nos sirve) para recordarnos que nadie es Dios.

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