El mes más cruel

Abril es el mes más cruel, dijo T.S. Eliot. El poeta lo dijo desde el hemisferio norte y con un sentido más íntimo. Pero la frase define bien el penoso momento político que estamos viviendo los argentinos. Cruel para la libertad de expresión, con las reiteradas acusaciones maliciosas a la prensa independiente y la compra de los medios de Daniel Hadad por un empresario estrechamente ligado al gobierno. Cruel para las libertades individuales, con la implantación en los aeropuertos del sistema biométrico de identificación, que se suma a otros recursos de control social que silenciosamente se vienen acumulando. Cruel para la justicia, con las manipulaciones tendientes a encaminar por una vía muerta la causa que envuelve al vicepresidente de la nación, quien puede burlarse alegremente de todos nosotros saltando sonriente en el palco oficial. Cruel para la economía, por la multiplicación de los controles, el aumento de la inflación, y el peso creciente de impuestos y tarifas sobre los sectores más desvalidos, abuso en el que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires (también con el apoyo de su oposición) recorrió el mismo camino que el gobierno nacional. Cruel para la institucionalidad, por el torpe manotazo con el que se procedió a separar a los españoles del control de YPF. Cruel para la política, por el servil respaldo legislativo a ese manotazo por parte de una oposición que en su gran mayoría abdicó de su responsabilidad de control, y diluyó su perfil frente a un oficialismo que se repone una y otra vez de sus caídas. Cruel para las relaciones exteriores, por el triste aniversario de Malvinas que mostró a los isleños enconados con la Argentina, y por la marginalidad a la que nos arrojan episodios como el de Repsol. Cruel, en fin, por el acto del kirchnerismo en Vélez, donde la presidente prometió mayor control estatal sobre la economía, alentó el crecimiento y organización de su propia base política, y llamó a “profundizar la transformación”, en un discurso de campaña cuyo horizonte fue más allá del 2015. Cruel porque no hay nadie en condiciones de discutirle el poder, ni siquiera interesado en hacerlo.

S.G.

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2 opiniones en “El mes más cruel”

  1. Hace un tiempo que vengo llegando a la conclusión de que este gobierno argentino y los últimos gobiernos norteamericanos tienen varios puntos en común. El más importante es la creación de un archi-enemigo contrario a los intereses de la nación para justificar maniobras, acciones extremas y un mayor control sobre la ciudadanía. Allá es Sadam, Osama, acá es Clarín, los monopolios y los españoles. La diferencia está en que la mayoría de las políticas norteamericanas buscan intervenir en otros países (EEUU vs. el resto) y las argentinas dentro de nuestra propia estructura social, empresarial y económica (Argentina vs. Argentina).

    Otra cosa importante a tener en cuenta es que, este nivel de control y poder que se le da al poder ejecutivo es muy peligroso. Por más que Cristina y el kirchnerismo sean lo mejor de la política, la república queda en un estado de debilidad ante el ejecutivo que cualquier otro político con oscuras intenciones tendrá todas las herramientas al alcance de la mano.

    1. Muy de acuerdo con su observación. Debilidad de las instituciones significa desprotección del ciudadano, y un ciudadano desprotegido se vuelve mucho más dependiente del poder de turno, aunque sólo sea para salvar el pellejo. Gracias por visitar este sitio.

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