Fiesta

En la fiesta del Bicentenario millones de argentinos aleccionaron a sus dirigentes sobre cómo es la sociedad en la que quieren vivir.

Las viejas fotografías del primer centenario de la Revolución de Mayo muestran como grandes protagonistas a imponentes personajes, con vestimentas de gala, sombreros de copa o cascos emplumados. El gran protagonista de los festejos del segundo centenario no fue el gobierno nacional, ni el gobierno de la ciudad, ni autoridades ni dignatarios de ningún tipo.

Las imágenes de este 2010 estarán dominadas por la gente común que imprevistamente, sin necesidad de caudillos ni de punteros, sin que hubiese que ir a buscarla a la casa, para su propia sorpresa y para la de todos, se lanzó masivamente a las calles con el único propósito de participar de la fiesta. De un centenario a otro, algo hemos progresado después de todo.

Sería aventurado afirmar que la movió el patriotismo –los frentes de las casas particulares no lucieron especialmente embanderados, los comercios no prepararon vidrieras alusivas como antaño–, pero sin duda el espíritu de la Patria, durante tanto tiempo ahogado por la mezquindad y la desdicha, aleteó como un ángel sobre quienes colmaron el centro de Buenos Aires. Continuar leyendo “Fiesta”

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Segundo centenario

El segundo centenario de la Revolución de Mayo corona el fracaso de la clase media como clase dirigente en la Argentina.


La celebración del primer centenario de la Revolución de Mayo en 1910 marcó el punto más alto de la consideración de la Argentina en América y el mundo, y coronó el éxito de un proyecto que su élite dirigente fue concibiendo y desarrollando a partir de aquel episodio liminar: la construcción de un país moderno según los mejores modelos teóricos y prácticos disponibles.

El segundo centenario encuentra a la nación en el montón de los países insignificantes, relegado incluso por vecinos con pergaminos más pobres, y corona el fracaso de una clase media que reclamó reemplazar a la elite fundadora y organizadora, lo consiguió, y nunca reunió la fuerza ni la inteligencia suficientes como para trazar su propio proyecto y sostenerlo.

La Argentina inicia ahora su tercer centenario huérfana de dirigentes, sin proyecto, y manejada desde hace décadas por una mafia político-económica cuyo único propósito es exprimir sus recursos, explotándolos o vendiéndolos, en beneficio propio. El futuro del país es una incógnita dependiente del mayor o menor grado de conciencia nacional que anide en sus ciudadanos. Continuar leyendo “Segundo centenario”

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