
La celebración del primer centenario de la Revolución de Mayo en 1910 marcó el punto más alto de la consideración de la Argentina en América y el mundo, y coronó el éxito de un proyecto que su élite dirigente fue concibiendo y desarrollando a partir de aquel episodio liminar: la construcción de un país moderno según los mejores modelos teóricos y prácticos disponibles.
El segundo centenario encuentra a la nación en el montón de los países insignificantes, relegado incluso por vecinos con pergaminos más pobres, y corona el fracaso de una clase media que reclamó reemplazar a la elite fundadora y organizadora, lo consiguió, y nunca reunió la fuerza ni la inteligencia suficientes como para trazar su propio proyecto y sostenerlo.
La Argentina inicia ahora su tercer centenario huérfana de dirigentes, sin proyecto, y manejada desde hace décadas por una mafia político-económica cuyo único propósito es exprimir sus recursos, explotándolos o vendiéndolos, en beneficio propio. El futuro del país es una incógnita dependiente del mayor o menor grado de conciencia nacional que anide en sus ciudadanos. Continuar leyendo “Segundo centenario”