Siete mujeres, y una

He aquí brevemente expuestas las historias de un puñado de mujeres cuyos nombres aparecieron en las noticias en los últimos días. No todos los episodios que las tienen como protagonistas están relacionados con cuestiones de género; en todos, en cambio, se advierte la acción del Estado, o la falta de ella.

Los acontecimientos que llevaron a estas mujeres a los titulares de los diarios ponen más bien de relieve el desamparo en que se encuentran en tanto ciudadanas de la República Argentina, condición que comparten con hombres, niños y ancianos. Desamparo que en algunos casos se ve agravado por su condición de mujeres.

En ese contexto, no es posible pasar por alto que la Argentina está presidida por una mujer, que hace de la cuestión de género un tema permanente de sus discursos y que gobierna bajo la advocación de Evita, cuya imagen coloca como fondo cada vez que encabeza un acto público en la Casa de Gobierno.

Fedra, de Neuquén — Fedra Yáñez tenía 18 años, estudiaba en el colegio Don Bosco de Neuquén, su sueño era ser directora de teatro; terminaba el bachillerato en comunicación y se aprestaba a “misionar” en el sur de la provincia con sus compañeros de estudios. Junto a su papá y dos sobrinos acudió a un supermercado de la ciudad, y allí se terminó su vida. Una construcción clandestina se desplomó sobre el local, matando a siete personas, entre ellas Fedra y los dos nenes que iban con ella, de tres y cinco años. El intendente de la ciudad, Horacio Quiroga, hizo comentarios propios de un periodista –“hay más de tres millones de metros cuadrados sin declarar”, “la clandestinidad es algo que nos apasiona”–, olvidándose que el que gobierna es él, y que la responsabilidad de lo que denuncia es suya.

Norma, de Santa Fe — Hace diez años, Norma Castaño, una madre angustiada que veía caer a su hijo presa de las drogas, decidió torcer lo que parecía ser el rumbo inevitable de la historia. A fuerza de voluntad, y casi sin ayuda, logró rescatarlo, devolverle la salud, y reinsertarlo en la sociedad. La experiencia le permitió comprobar que los vendedores de droga, que habían puesto en riesgo la vida de su hijo y de otros muchachos como él, se multiplicaban día a día en Santa Fe. En el 2010, junto con otras madres, algunas porque ya enfrentaban el mismo problema, otras porque lo veían venir, fundaron Madres Solidarias y comenzaron a denunciar a los vendedores ante la policía y, dada la falta de respuesta, a la policía ante el poder político. Nunca nadie les prestó la menor atención. Sólo una investigación periodística que este mes recogió esas denuncias obligó a las autoridades a actuar, y a detener al jefe de la policía provincial, el principal acusado. Norma declaró ahora ante la justicia y pidió protección. El gobierno provincial no parece actuar con la energía que el caso requiere, el ex gobernador Hermes Binner pretende combatir el narcotráfico con solicitadas, y el jefe del organismo nacional de lucha contra la droga Rafael Bielsa parece creer que su tarea está cumplida con la organización de congresos y mesas redondas.

Ivana, de Jujuy — Encerrada entre los macizos cerros multicolores de su provincia soñó con el horizonte infinito del mar, y se convirtió en suboficial de la Armada. A los 23 años cumplía el deseado viaje en el buque escuela que quedó atrapado en Ghana. Cuando escuchó a la presidente decir “se podrán quedar con la Fragata…” fue como si le clavaran un puñal. La cabo Ivana González, la jujeña gaviera como la llaman sus camaradas por su habilidad para maniobrar con las velas, se sintió herida en lo más vivo. “Ella no navegó en este barco y no sabe lo que se siente… –le dijo a la corresponsal de La Nación–. “Se me pone la piel de gallina. Puede haber otros que piensen distinto, pero me parece que patriotismo es querer recuperar como sea algo nuestro. Me siento patriota no dejando algo que me pertenece, sino agotando hasta la última posibilidad para recuperarlo”. La cabo González dio prueba dos veces de su coraje: la primera al darle su nombre y apellido a la periodista, y la segunda al proclamar su patriotismo, un sentimiento del que los argentinos se avergüenzan. Entretanto, el canciller Héctor Timerman y el ministro de defensa Arturo Puricelli se echaban mutuamente la culpa de lo ocurrido. La Fragata sigue presa en Ghana.

Tatiana, de Chaco — Tatiana Kolodziez tenía que discutir con su novio ciertos asuntos familiares, decidió hacerlo personalmente y llamó un remise para acercarse hasta su casa. Nunca llegó: el cuerpo de la mujer de 33 años apareció días después en un descampado de las afueras de Resistencia, violada y estrangulada. La policía buscó al remisero y encontró que había sido condenado a 24 años de prisión por abusos sexuales contra cuatro mujeres entre 1995 y 1997. Pero menos de un mes atrás el juez Axel López lo había puesto en libertad condicional apoyándose en un dictamen pericial favorable y desconociendo otro que anticipaba una fuerte posibilidad de reincidencia. El juez le había vedado sacar una licencia de conductor y manejar remises, pero el acusado se las ingenió para sortear las dos prohibiciones favorecido por la falta de controles y entrecruzamiento de datos. La conducta del juez López, que ya había cometido un error de juicio similar en el pasado, iba a ser sometida a examen. Pero esas ceremonias forenses no le devolverán la vida a la mujer.

María, de Misiones — María Ovando tiene 36 años, 12 hijos y por lo menos tres nietos. Tuvo nueve hijos con un hombre y tres con otro: los dos la maltrataron, y la abandonaron junto con los hijos que habían engendrado. María es analfabeta, y para sostener a su familia hizo de todo, trabajó en la tarefa (cosecha de yerba mate), picó piedras, y hasta se dio maña con la electricidad y la mecánica. Parió sola algunos de sus hijos, y ayudó a nacer a varios nietos. Dice que varias veces pidió ayuda al Estado: pidió que le ligaran las trompas, pero se lo negaron; pidió planes sociales, pero se lo negaron; pidió la asignación por hijo pero se la negaron (varios de sus hijos ni siquiera estaban documentados). El Estado sólo se hizo presente en su vida para meterla presa, acusada de abandono de persona en perjuicio de su hija Carolina, que se le murió en los brazos cuando intentaba llevarla al hospital. Desesperada, la enterró con sus manos cerca de un arroyo antes de volver a su casa, junto a los siete hijos que aún vivían con ella. El juez Roberto Saldaña la procesó por “abandono de persona calificado por la muerte resultante y por el vínculo”, decisión que tiene al menos un precedente en un caso similar. El fiscal Federico Rodríguez deslindó cualquier responsabilidad del padre: “Sobre ella pesa la responsabilidad. Desde el punto de vista de la fiscalía está clavado el delito”, dijo. En la cárcel María está aprendiendo a leer y contar, y el oficio de panadera. Su defensa ha pedido que se le conceda el arresto domiciliario.

Morena, de Tucumán — Morena y Zamira Fernández nacieron sietemesinas a fines del año pasado, con un kilo de peso cada una. Con los cuidados del caso, Zamira fue desarrollándose normalmente; Morena, más débil,  contrajo en septiembre una fuerte bronquitis que obligó a trasladarla a Buenos Aires para su tratamiento. Sus padres requirieron a las autoridades el uso del avión sanitario provincial, pero según denunciaron el pedido no fue respondido con la celeridad necesaria porque la familia del gobernador José Alperovich usa la máquina para sus desplazamientos privados. El gobernador lo niega, pero la niña debió ser trasladada en otro aparato y eso le costó la vida. Sara, la esposa de Alperovich, acusó a la familia de Morena de no haber tramitado en forma la solicitud del avión. “Cómo me habría gustado que alguien hubiese estado conmigo ese lunes a la una y media de la tarde para tener un testigo de cómo me trataron en la obra social”, comentó a una radio tucumana Dardo, el padre de la niña, quien también le escribió a la presidente de la Nación en estos términos: “Nuestra chiquita falleció por no haber recibido la atención medica necesaria. Murió porque en la provincia de Tucumán le negaron el derecho a trasladarse a Buenos Aires en un avión que contara con el equipamiento necesario para luchar por su vida. Cuando subimos al avión sabíamos el riesgo en el que se encontraba. Pero nunca, nunca pensamos que llegaría congelada por falta de incubadora. El avión que nos asignaron ni siquiera contaba con calefacción. Solo pudimos abrigarla con el calor de mis brazos pero lamentablemente no fue suficiente”.

NN, de Salta — NN es una niña salteña de nueve años cuyo papá denunció hace un año por abuso sexual al conductor del micro escolar que la llevaba todos los días a la escuela. No fue la única acusación dirigida contra el chofer por el mismo motivo. El caso tuvo amplia difusión pública en estos días al conocerse un informe de la directora del Cuerpo de Investigadores Fiscales Gabriela Buabse que parece responsabilizar a las víctimas de los abusos denunciados. Dice que las niñas con las que el chofer “tuvo conflicto (sic) son de una fisonomía diferente a las demás niñas, presentan una contextura más desarrollada que las demás”. Específicamente respecto de NN afirma que “se muestra como una niña extrovertida y desenvuelta”, que “relata los hechos sin mostrar signos de angustia… ni sentimientos de culpa”. Y agrega que “no se muestra como una niña, sino que se ubica más bien en un lugar de mujer, mostrando un cuerpo desarrollado que puede ser objeto de deseo”. Resulta difícil entender el lugar que le reserva a la mujer el estado salteño: un ministro de seguridad debió renunciar a principios de año cuando responsabilizó a una turista de los abusos sufridos a manos de su guía. Y fue la justicia salteña la que condenó a 14 años de cárcel a Romina Tejerina, una adolescente que mató a su bebé recién nacido, fruto según dijo de una violación. El presunto violador fue absuelto sin muchas preguntas y el juez interviniente no consideró necesario tomar una prueba de ADN para confirmar su paternidad. El gobernador Juan Carlos Urtubey propuso a la doctora Buabse para el cargo de fiscal penal en el Distrito Centro.

–S.G.

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