¿Quién le teme a Milagro Sala?

Su organización constituye un brote espontáneo de organización social en medio de un país que se desmorona

milasa

Lo que Milagro Sala pudo construir en Jujuy en una década de trabajo social hunde en el ridículo a la clase dirigente de la provincia. Es un caso de liderazgo natural, de eficacia administrativa, un talento singular encarnado en una colla esmirriada de menos de 50 kilos que en Buenos Aires habría sido considerada con desdén para un empleo de sirvienta.

A pesar de ser bien conocida en el ámbito de las organizaciones sociales, y particularmente en el de la Confederación de Trabajadores Argentinos, a la que pertenece, y de que una película ha contado su historia, la prensa nacional sólo se ocupó de ella luego de que el dirigente radical Gerardo Morales la involucrara en un ataque contra su persona.

Esos reportajes dan cuenta de sus realizaciones y se detienen en la persona: hablan de una figura enérgica y autoritaria, agresiva, cargada de ideología, favorita del kirchnerismo, pero no enteramente subyugada a los designios del matrimonio presidencial, en todo caso inquietante. ¿Qué hay de temer en Milagro Sala?

Sala tiene hoy 47 años, y luce el pelo corto, modelado a mordiscones. En su adolescencia fue chica de la calle, ladrona y consumidora de drogas, y terminó en la cárcel. Pero entonces se dio cuenta, a tiempo, de que podía dar un mejor uso a sus energías haciendo algo por ella y sus compañeros de infortunio.

De allí nació la organización Tupac Amaru, que emprendió su labor social a fines de los 90 y ganó impulso gracias a los subsidios que desde el 2003 le asignó el gobierno nacional. Hoy en día, según cálculos de Clarín, maneja un presupuesto anual de 200 millones de pesos, entre aportes y recursos propios.

Con ese dinero, sólo en su emprendimiento insignia, el barrio Alto Comedero en las afueras de San Salvador, construyó 2.700 viviendas de tres ambientes, con una gran pileta de natación comunitaria, una escuela primaria y un colegio secundario con 250 docentes y 2.200 alumnos, un polideportivo, y un centro de salud bien equipado (tiene uno de los dos tomógrafos que hay en toda la provincia), dos ambulancias y farmacia gratuita, atendido por 40 profesionales.

También levantó una fábrica de materiales de construcción y una herrería, y una planta textil que produce guardapolvos y otras prendas. Entre los proyectos inmediatos, figuran un supermercado y un parque acuático. En total, unas 3.800 personas trabajan en la Tupac Amaru, que figura entre los mayores empleadores de la provincia, luego del Estado y el ingenio Ledesma.

Sala impuso entre los suyos un régimen de rigurosa disciplina, en el que no hay lugar para la vagancia, el alcohol o las drogas. Los trabajadores sin estudios están obligados a concurrir a la escuela. La organización retiene los títulos de las propiedades que construye y asigna, y tiene así un poderoso instrumento de coerción social.

Hasta aquí, paz y administración, según el lema de Roca y la Generación del 80. “Si el Estado fuera eficiente, nosotros no existiríamos”, reconoció Sala.

Pero la Tupac Amaru se inserta en un medio más amplio, con el que mantiene relaciones tirantes. Medio Jujuy idolatra a Sala, y el otro medio la aborrece. En los foros de Internet le prometen la muerte. La organización registró en el Renar un centenar de armas, y sus dirigentes se desplazan en una flota de modernos automóviles.

No vacilan en recurrir a los métodos intimidatorios para defender su espacio, y desde el gobernador y sus ministros hasta jueces, periodistas, policías, e incluso miembros de organizaciónes sociales “rivales” han sufrido esa prepotencia, y la temen. Causas de todo tipo abiertas contra la organización o sus integrantes se acumulan en los tribunales jujeños.

En el fondo de todo esto hay un debate sobre el poder.

“Exigimos cosas porque hay mucha necesidad. Y ellos nos dieron”, dice Sala sobre los Kirchner. “Ahora, yo ya tengo que pensar en un 2011 sin ellos. Porque nosotros no nos quedamos a esperar a que Nación nos dé. Pedimos todo lo posible porque algún día no va a haber más y queremos generarnos empleo para el día después. No nos arrasarán”.

Las casas que construye la Tupac Amaru lucen en sus tanques de agua alguno de los tres íconos que distinguen a la organización, el que le da el nombre, el Che y Evita. En sus edificios ondea la bandera a cuadros multicolores que identifica a los pueblos originarios.

Aparte de su “cantri” de Alto Comedero, la agrupación que conduce Sala cuenta con otras 400 organizaciones barriales en 17 provincias del país. Ocho egresados de sus colegios, donde se imparten materias como autoestima, historia indígena e historia del movimiento obrero, estudian medicina en Cuba.

“Un estado paralelo”, dice La Nación; “País Tupac”, corrobora Clarín. En todo caso, es un brote espontáneo de organización social en medio de un país que se desmorona, sin dirigencia, con instituciones endebles, incapaz de contener a sus habitantes. Y esto es lo que debería atemorizarnos, mucho más que Milagro Sala.

–Santiago González

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5 opiniones en “¿Quién le teme a Milagro Sala?”

  1. La eficacia o ineficacia del Estado no tiene nada que ver con Milagro Sala. La Tupac Amaru creció al nivel que creció porque LAVAN DINERO. Morales aseguró que con 3 millones de pesos paga todo lo que Sala pagaba con 12. ¿Dónde están esos 9 millones que faltan? ¿En una cuenta en las Islas Cayman o en Seychelles? Obviamente que si, pero la cuenta no es sólo de Sala, también hay muchos otros involucrados. O sea de esos 9 millones una fracción se la quedaba ella y el resto era para repartir entre, bueno, no sabemos exactamente quien, pero podemos sospecharlo. Que caiga esta bruta es sacarle un peón a la corrupción, pero si no cae la Reina de nada sirve.

    1. El gobernador Gerardo Morales debería iniciar un juicio a la Tupac Amaru y a Milagro Sala para probar la malversación de fondos que denuncia. Mientras no lo haga, tenemos que conformarnos con lo que está a la vista: los barrios, las escuelas y los consultorios construidos por esa organización.

      1. Cualquiera construye un barrio o una piscina. Dame a mi el dinero, el terreno y la mano de obra, y yo te lo diseño y te lo construyo. El problema es que la Tupac Amaru tiene fábricas. ¿De qué? De textiles y de ladrillos. Y supuestamente son gigantescas.
        Pues bien, esos emprendimientos deberían generar las ganancias suficientes para que la Tupac genere sus propios fondos y deje de depender del Estado. Y ahí está el tema: no genera absolutamente nada, porque son una mera pantalla para el lavado de dinero.
        La Tupac Amaru se inventó para hacer lo que el Estado debe hacer. Y el Estado no lo hace no porque sea inútil, el Estado no lo hace porque es burocrático, y ponerse a construir viviendas requiere burocracia, requiere facturas y un montón de cosas fácilmente auditables. En cambio la Tupac Amaru, con su discurso de que asiste a “los coyas” que “no tienen nada desde hace 500 años” para “empoderarlos”, ejecuta y no burocratiza. En esa ejecución express está el negocio del lavado de dinero.
        Argentina será un país serio el día que empiecen a controlar el lavado de dinero, porque de ese modo controlarán la corrupción fatal que nos gobierna. Hasta tanto eso no pase, viviremos siempre en la misma.

        1. ¿Cualquiera construye un barrio o una piscina? A lo largo de un siglo, sucesivos gobiernos jujeños, que tuvieron el dinero, el terreno y la mano de obra, no hicieron eso ni nada parecido. Acusaciones como las que usted reitera contra Milagro Sala y aun peores hay muchas, lo que no hay es pruebas. Con esto no quiero decir que no existan, sino que no han sido presentadas. Cuando la justicia las reúna, las pondere y las exponga, este sitio habrá de reproducirlas y comentarlas. Mientras tanto, se atiene a lo que está a la vista: los barrios, los natatorios, los consultorios, las escuelas, los tomógrafos, los médicos y los maestros. Y deplora que en esos sitios no ondee la bandera argentina.

          1. ¿Pero usted se da cuenta de lo que está diciendo Gónzalez? ¿Acaso cree que antes de la Tupac Amaru no habían barrios, hospitales, piscinas públicas y escuelas en Jujuy?
            La Tupac Amaru construyó todo eso CON DINERO DEL ESTADO. Si usted me dice que esa gente generó sus propios recursos y edificó todo lo que edificó, ya mismo me pongo la remera de la Tupac y cuelgo una wiphala en el frente de mi casa.
            Pero lo cierto es que la organización de Milagro Sala empezó como una cooperativa de desempleados, que por chanchullos políticos (y no por haber ganado una licitación) pegó materiales para construir. Lo hicieron garcándose olímpicamente en todas las medidas regulatorias del mercado de la construcción (temas de ART, seguridad, etc., pero sobre todo pagando menos de lo que el contrato colectivo estipula) y así crecieron.
            Y luego siguieron recibiendo dinero y más dinero esquivando licitaciones. Hicieron una escuela privada para ellos con fondos públicos (obviamente sin pasar por una licitación), ¿por qué no fueron a las licitaciones e hicieron las escuelas públicas, o los hospitales públicos, o las piscinas públicas? ¿Usted sabe que la Tupac construye sólo para los tupaqueros y no para los jujeños en general?
            ¿Para qué ese imperio de construcciones privadas hechas con fondos estatales? Pues para tener una pantalla para hacer desaparecer el dinero público.
            Las pruebas se queman, se ocultan en Seychelles, etc., pero la inteligencia, por suerte, no requiere de lo inflamable, de lo ocultable, de lo borrable, para entender las cosas que pasan.

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