Estado carancho

Algunos economistas incluyen el pago de las jubilaciones y pensiones dentro de los “gastos” del Estado, y consecuentemente cuentan en sus análisis a los jubilados entre las personas que “viven” del Estado, junto a los ñoquis y los receptores de planes sociales. Tal vez técnicamente tengan razón, porque la teoría económica se escribe desde el punto de vista del dinero y no desde el punto de vista de la gente que lo genera con su trabajo. El problema con la divulgación de esos análisis es que los toman personas ignorantes y cargadas de resentimientos como la que recientemente habló en Twitter de “jubilados caranchos”, al parecer molesta por la cantidad de dinero que el nuevo gobierno debe destinar para saldar las deudas previsionales acumuladas. Pero la jubilación no es un “gasto” del Estado sino la devolución, generalmente con pérdida, de un préstamo que el trabajador tuvo que hacer forzosamente al Estado, entregándole parte de su salario todos los meses durante por lo menos 30 años. No son los jubilados los que “viven” del Estado, sino al revés. Todos los gobiernos han saqueado las cajas de jubilaciones para financiar el Estado y la política, y lo que termina recibiendo el jubilado no guarda proporción con lo que aportó. En los 90. Carlos Menem y Domingo Cavallo tuvieron que asignar el producido de la privatización de YPF a saldar las deudas previsionales acumuladas hasta entonces. Muchos jubilados mueren antes de ver corregidas sus pensiones, y llamarlos caranchos es un insulto inmerecido: el único carancho en la Argentina es el Estado.

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