“La Argentina asiste a una dramática doble caída. Se desploma la confianza en la moneda y decrece la legitimidad de las autoridades. Es decir: se volatilizan los principios simbólicos del orden y quedan expuestas, entonces, las reservas últimas del poder: el dólar, verdadero metal precioso del país, y los medios físicos de coerción, que el Gobierno, con razón, no quiere utilizar, pero que serán necesarios si cunde la desorganización social, como ya sucedió con los saqueos.” –Eduardo Fidanza, La Nación, 25 de enero de 2014.