Todos no somos

La consigna suele aparecer en momentos de alguna conmoción social, y permite una rápida y eficaz detección de mentalidades totalitarias. Cada vez que alguien le proponga “Todos somos…”, y a continuación la identificación de una persona o institución o grupo de personas, tenga la plena seguridad de que detrás de la propuesta anida la pretensión totalitaria. El que la proclama, como ocurre con todos los totalitarios, se considera dueño de una verdad esencial y de una superioridad moral que por sí mismas lo autorizan, de eso está convencido, a imponérsela a los demás. El “todos somos…” lleva consigo un chantaje poderoso que exige una integridad y una seguridad en las propias convicciones de energía equivalente para poder hacerle frente. Si yo no me considero Nisman, ni judío, ni hijo de las Madres de Plaza de Mayo, ¿qué pasa conmigo? Quedo marcado, marginado, segregado, automáticamente asociado con los (supuestos) asesinos de Nisman, con los antisemitas, con los militares del proceso, listo para ser enviado al Gulag o a los campos de concentración, o a los sutiles ostracismos concebidos por la corrección política, de los que tampoco se vuelve. Eso es lo que busca quien me enrostra el “Todos somos…”, que me subyugue a su interpretación de las cosas o me vaya, desaparezca. Donde “Todos somos…” tal o cual cosa no hay lugar para los que no lo somos. La pretensión totalitaria asoma incluso donde menos lo esperamos, agazapada en las solidaridades fáciles. Pero todos no somos, el espacio de la libertad individual es irreductible, y en todo caso me corresponde a mí decidir quién soy y quién no soy. Cuando los terroristas islámicos masacraron a los caricaturistas de Charlie Hebdo, una parte de Paris respondió diciendo “Nous sommes tous Charlie…” y otra parte “Je suis Charlie”. Hay un abismo de diferencia. El abismo que separa a los totalitarios de los libertarios. –S.G.

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Publicado el Categorías Cultura, PolíticaEtiquetas , Imprimir Imprimir Enviar Enviar

2 opiniones en “Todos no somos”

  1. Suelo coincidir con muchos de sus comentarios, aunque siempre conservo en los matices finos una mínima diferencia.
    Entiendo que el “Somos todos…..” suena totalitario y hasta prepotente, pero es también una fórmula sencilla y económica en argumentos, que apela al sentimiento y no a la razón.
    Recuerdo la nota editorial del prestigioso periodista y dramaturgo Mario Diament, en la tapa del diario El Cronista, que dirigía por ese entonces, en ocasión del atentado a la embajada de Israel en Buenos Aires: “Hoy somos todos judíos”, tal vez apelando a la solidaridad de una sociedad que en su mayor parte miraba con indiferencia lo sucedido.
    Días después, una marcha de repudio a la bomba, congregaba en la avenida 9 de Julio, unas cien mil personas, cifra menor a un recital de Soda Stereo, señalaba el mismo autor en aquellos momentos.
    Acepto el carácter autoritario de la sentencia y desde ningún lugar se puede imponer a una persona obligar a asumir una postura, ni lograr una identifación masiva, pero entiendo también que puede ser un llamado a abandonar la indiferencia.
    Como siempre le envío un saludo cordial y un testimonio de mi respeto por su ejemplar labor periodística.
    Angel Eduardo Mintz

    1. Tal vez no hubo indiferencia tras el atentado que usted menciona, sino estupefacción. Era la primera vez que la Argentina era escenario de lo que tenía toda la traza de un ataque del terrorismo internacional. Tal vez titulares como el que usted cita llevaron a la gente a la conclusión fácil y cómoda: ah, esto forma parte de la pelea entre árabes y judíos, nosotros no tenemos nada que ver. Pero aunque el ataque hubiese sido contra el estado de Israel, encarnado en su embajada, o en un sentido más extenso contra un símbolo del judaísmo, en los hechos ese atentado fue contra la Argentina. “Todos somos argentinos”, debió haber sido tal vez el titular, porque eso era lo políticamente irrefutable. Probablemente por no haberlo entendido de esa manera el país no tomó los recaudos que debió haber tomado, no consideró que atacado en una parte debía defenderse como un todo, y por eso hubo un segundo atentado, y aun un tercero y tal vez un cuarto. De hecho, las interpretaciones más fundadas sobre la naturaleza de esos ataques los muestran como dirigidos contra la Argentina o, mejor dicho, contra facciones internas de la Argentina, a las que se buscó castigar con atentados de corte antijudío. Gracias por su saludo.

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