La profesión política

El manejo de la cosa pública se convirtió en patrimonio de una casta que pone al servicio de las élites el poder coercitivo del Estado

En los Estados Unidos, Washington DC es una metáfora de la clase política, y cualquier aficionado al cine conoce la imagen de Washington DC que Hollywood proyecta en sus películas: una banda de corruptos desentendidos de sus votantes, que sólo se acuerdan de la Constitución y de la patria a la hora de componer discursos, siempre dispuestos a usar y abusar de sus posiciones de poder para engrosar sus billeteras. Hollywood muestra lo que el público norteamericano piensa de la clase... Continúa →

  1. Quijotes del siglo XXI
  2. Democracia y mercado
  3. La profesión política
  4. El sofá y el diván
  5. Dueños de nada
  6. Esclavitud por consenso

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Los años dorados

El capitalismo y la democracia alentaron el apogeo de la clase media, el temor de las élites y el aborrecimiento de los progresistas

La ciencia política tal vez no esté de acuerdo, pero la mitología política afirma que los veinte años que van de 1950 a 1970 marcaron la edad de oro de la democracia republicana asociada a la economía de mercado. Los mitos se construyen a partir de realidades, y ciertamente esos fueron años excepcionales para la mayor parte del mundo occidental: estabilidad política, crecimiento económico sin precedentes, gran oferta de empleo, expansión de una vigorosa clase media, mejoramiento... Continúa →

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Prepotencia salvaje

«La prepotencia hasta el salvajismo ha sido el emblema distintivo de nuestras élites durante los últimos noventa años. Al compás de la democratización, ésta fue permeando en la sociedad hasta contaminar su cotidianeidad. En las bases de la pirámide social su expresión más concentrada son las barras bravas. En el vértice superior, la codicia insolidaria y el cinismo de nuestras élites dirigentes en general. Ambas se retroalimentan contribuyendo a hacer de la Argentina un país... Continúa →

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El fracaso de las élites

«Las elites corruptas tratan siempre de persuadir a la gente de que se someta a su poder a cambio de protección contra fuerzas que son todavía peores. Ése es su juego. Pero llega el momento en que ellos mismos, y el orden que implantaron, se vuelven tan destructivos, tan mentirosos, tan tóxicos, que sus víctimas están dispuestas a apostar a que las alternativas no sean peores, o, por lo menos, deciden darse el gusto de escupir en la cara de quienes no han tenido para ellos otra cosa... Continúa →

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