¿Para qué sirve el latín?

«La pregunta más reveladora sobre el que la hace es cada día más frecuente: “¿Para qué sirve el latín?” Una pregunta que con frecuencia pretende ser irónica y que ya a menudo se nos ofrece convertida en negación.  (…) Y por supuesto esa pregunta tiene una respuesta, en los términos del capitalismo y del liberalismo como en los del progresismo y el marxismo: no sirve para nada. Si el “servir” se mide en utilidad económica, no sirve. Si el “servir” implica utilidad cortoplacista, sea individual sea electoral, no sirve. Si el “servir” se mide en “progreso” social (o sea uniformización forzosa y destrucción de identidades), el latín no sólo no sirve sino que es peligroso. El latín es parte de lo que somos como comunidad humana. (…) No hace falta saber lingüística ni literatura para ser deudores del latín, como lo somos todos. (…) Conocer el latín nos da conciencia de ser lo que somos y de no ser lo que no somos. Por supuesto, quienes crean que sólo somos un trozo de carne animado que sólo puede medir el éxito vital en su cuenta bancaria lo verán inútil. Y tendrán razón. Pero el latín, además de pertenecernos en lo más íntimo, como individuos y como comunidad, nos permite ver el mundo -y las demás materias de estudio- con otros ojos, con una visión más amplia. De hecho, en sistemas educativos más libres, el latín es un instrumento pedagógico de primer orden en los centros y los grupos más elevados en calidad. (…)  Por eso queremos el latín en las aulas y en los corazones, porque sí es una lengua viva y su vida es la nuestra.» –Pascual Tamburri, en La Gaceta de Madrid, 21-9-2016

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