Reyes, magos, y con buena estrella

  1. Navidad
  2. Cuándo y dónde nació Cristo
  3. Del pesebre al centro comercial
  4. Una víctima de la globalización
  5. Reyes, magos, y con buena estrella

Nota de archivoOriginalmente publicada con ligeras variantes en el desaparecido sitio en castellano de CNN.

Para los niños que el 6 de enero reciben sus regalos es fácil imaginarlos reyes, por su munificencia, y magos, por su capacidad de atender a todos en una sola noche, pero para la historia estos tres viajeros llegados del Oriente son uno de los mayores enigmas de la tradición cristiana.

“Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle’.”

Así comienza el relato sobre la adoración de los magos debido a San Mateo, único de los evangelistas canónicos que trata el tema. En los llamados Evangelios Apócrifos aparece en cambio muchas veces, algunas amplificado hasta lo inverosímil, como en el Evangelio Armenio de la Infancia, que habla de 12.000 soldados de caballería acompañando a los reyes. Continuar leyendo “Reyes, magos, y con buena estrella”

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Una víctima de la globalización

  1. Navidad
  2. Cuándo y dónde nació Cristo
  3. Del pesebre al centro comercial
  4. Una víctima de la globalización
  5. Reyes, magos, y con buena estrella

Nota de archivoOriginalmente publicada con ligeras variantes en el desaparecido sitio en castellano de CNN.

Abrigado hasta las orejas, con una espesa barba blanca que lo cubre aún más, evidentemente excedido de peso, y con algunos síntomas de hipertensión, Santa Claus maltrata a sus renos en el caluroso verano del sur, víctima temprana de una globalización que lo eligió como símbolo de la Navidad.

Pero, ¿qué otra cosa puede hacer este gordo simplote y bonachón? Allí abajo los niños ya han colgado sus medias de la repisa de hogares apagados, o dejado sus cartas junto a un árbol adornado con nieve artificial.

Olvidados de la rica tradición de villancicos que su lengua amasó en España y América, los chicos de habla castellana tratan de descubrir en el aire de la Nochebuena los compases elementales del Jingle Bells que presumen anuncia la llegada de Santa Claus.

“¿Por qué se llamará Santa?”, se preguntan, con toda razón. “Siendo varón debería ser San, San Claus…”

En realidad, se llama San Nicolás, y aunque su historia arranca en el siglo IV es casi contemporánea en muchos aspectos: un fenómeno de arrolladora popularidad sin nada sustantivo que la justifique. No hay un solo testimonio que atestigüe su existencia ni, mucho menos, los milagros que se le atribuyeron.

La tradición lo ubica en Myra, en la actual Turquía, donde llegó a obispo luego de haber viajado por Palestina y Egipto. Dioclesiano, un emperador romano enemigo de los cristianos, lo puso preso y Constantino, otro emperador, pero éste amigo de los cristianos, lo liberó.

En el siglo VI, un santuario que se le había erigido en Myra atraía la veneración de quiene sabían de sus milagros, casi todos relacionados con la protección de los niños y de los marineros, a los que amparaba del naufragio en las vecinas costas de Lycia.

Fueron precisamente unos marineros italianos quienes en el siglo XI tomaron sus reliquias y las trasladaron a Bari, donde una basílica erigida en su nombre se convirtió en centro de peregrinaciones multitudinarias, para contento de los proveedores de comida y alojamiento.

San Nicolás empezaba a descubrir su verdadera suerte y destino final.

Si bien los marineros, al llevar la noticia de un puerto a otro, contribuyeron a su fama, también tuvo el apoyo de los medios de comunicación de la época. Hay textos griegos del siglo VI que relatan algunas de sus hazañas y una completa biografía compilada en el siglo VII por su homónimo, el abad Nicolás de Sión.

En Europa, todos quisieron ponerse bajo su advocación. Lo nombraron patrono no sólo de los niños y los marineros, sino también de las fraternidades y gremios. Ciudades como Friburgo y Moscú lo eligieron como protector, al igual que naciones como Rusia y Grecia.

Miles de iglesias le fueron consagradas, comenzando por la que Justiniano erigió en Constantinopla en el siglo VI. Su vida y milagros están reflejados en el arte medieval, sea en la generosa plástica de la época, sea en los dramas litúrgicos que se representaban a las puertas de las catedrales.

Nicolás fue el nombre de moda en muchos lugares de Europa, generando una copiosa onomástica que abarca desde los zares de Rusia hasta una multitud de Nicolas, Colas y Niccolò en Italia, pasando por los Nichols, Nicholson, Colson y Collins del mundo de habla inglesa. San Nicolás figura también en la toponimia y los templos de América latina.

La festividad de San Nicolás caía el 6 de diciembre, y la leyenda decía que ese día el santo viajaba por los cielos dejando regalos en las casas de los niños, como anticipo del regalo que traería semanas después el renovado nacimiento del niño Dios.

Esta relación del santo con los niños dio lugar a la práctica en casi toda la Europa cristiana de la elección del Niño Obispo: todos los 6 de diciembre, cada diócesis elegía a uno de sus niños como obispo, mandato que ejercía hasta el 28 de diciembre, Día de los Inocentes.

Aunque no está probado, se cree que estos antecedentes explican la transformación de la figura de San Nicolás en Papá Navidad, Papá Noel, o Papá Enero, según los países y los idiomas. De todas maneras, esta mutación arrancó en Alemania, siguió las rutas de la reforma, y así llegó a Francia.

Los colonos holandeses, para quienes San Nicolás era Sinter Klaas, lo llevaron consigo a América cuando fundaron Nueva Amsterdam, hoy Nueva York. Allí las deformaciones fonéticas lo convirtieron en Santa Claus, y con ese nombre pasó a ser símbolo de la Navidad en los países de habla inglesa de ambos lados del océano.

Para entonces era todavía un santo común y corriente, vestido con las túnicas típicas de los primeros cristianos, sin ningún rasgo particular. Parece que fue un caricaturista, Thomas Nast, quien hacia 1880 lo sentó en un trineo tirado por seis renos, y lo envolvió en espesas ropas sin prever que la misión de Santa Claus iba a llevarlo por todos los climas.

La empresa Coca-Cola sostiene que el mundo le debe esa imagen, creada según ellos por un dibujante sueco, Haddon Sundblom, quien así lo diseñó para una campaña publicitaria de la bebida. El traje de Santa, arguyen, comparte los colores rojo y blanco que distinguen a su producto.

Sea como fuere, ahora esa imagen de Santa Claus anuncia con su “Jo, jo jo” la llegada de la Navidad virtualmente en todo el mundo, reproducida hasta el infinito en los avisos publicitarios, y presente de cuerpo entero en cada local o centro comercial.

Nicolás ya está reclamando un nuevo santuario, que le reconozca esta nueva mutación y lo proclame en todo el mundo “vendedor del mes” de diciembre.

–Santiago González

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Del pesebre al centro comercial

Son cada vez más escasos los signos exteriores que vinculan la celebración de la Navidad con el nacimiento de Cristo

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  2. Cuándo y dónde nació Cristo
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  5. Reyes, magos, y con buena estrella

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Un viejo gordo vestido de rojo barrió con la Sagrada Familia, los renos espantaron al burro y el buey, y el centro comercial ocupa el lugar del pesebre. Una nueva iconografía se ha apoderado de las celebraciones navideñas, y son cada vez más escasos los signos exteriores que las vinculan con el nacimiento de Cristo.

El fenómeno parece similar a lo que el cristianismo hizo en sus orígenes con antiguas tradiciones paganas de diverso origen a las que dotó de sus propios contenidos religiosos. Pero incluso esas fiestas precristianas, aun abundantes en francachelas, comilonas y desbordes varios, estaban impregnadas de una sacralidad que cuesta encontrar en las costumbres contemporáneas.

El nacimiento de Jesús ya se celebraba, según los testimonios más antiguos, hacia el año 100 de nuestra era, pero en fechas tan dispares como 2 de enero, 28 de marzo, 2 o 19 de abril, 20 de mayo, o 29 de septiembre.

Las iglesias cristianas orientales preferían el 6 de enero, día de la Epifanía. La fecha tenía su propia tradición, relacionada con una festividad solar coincidente con los primeros desbordes del río Nilo. En el año 130, el papa Telésforo resolvió unificar criterios y adoptar esa fecha para toda la grey.

Pero los primeros cristianos de Europa no tomaron el día como propio y continuaron participando de una festividad pagana solar coincidente con el solsticio de invierno, cerca del 25 de diciembre. Era la celebración del Sol Invicto, que renacía tras superar el día más corto del año en el hemisferio boreal. Evocaba además al dios de la luz Mitra, de origen indopersa, cuyo culto floreció en el imperio romano entre los siglos I y II.

Se cree que fue el emperador Constantino quien opuso al Sol Invicto pagano el Sol de Justicia del que habla Malaquías, y adoptó la fecha del 25 de diciembre para la celebración de la Navidad. Absorbía de paso otra festividad romana, el fin de las Saturnalias, que caía el 24 de diciembre, fiestas de la luz y de la fecundidad cuya práctica se remontaba al siglo III antes de Cristo.

Esta capacidad de absorción de tradiciones antiguas por parte del cristianismo se refleja en casi todos los símbolos y prácticas conocidos por nosotros, incluso las que ahora parecen más profanas. Veamos:

Intercambio de regalos, alegría, comilonas y desenfreno.
Provienen de costumbres precristianas europeas, relacionadas con las fiestas Saturnalias y las dedicadas al dios solar Mitra.

Encendido de leños y decoración con ramas verdes.
Arraiga en antiguas tradiciones invernales germanas. El encendido de leños, por lo general de roble, era un a suerte de invocación a la luz, ayudaba al Sol a recuperar sus fuerzas.

Árbol.
Otro antiguo símbolo sagrado europeo, fuerza generadora, puente que une la tierra con el cielo. Fue el centro de numerosos misterios (representaciones teatrales) medievales germanos, como el árbol del paraíso mencionado en el Génesis. La costumbre de decorarlo con adornos luminosos se atribuye al reformista Martín Lutero, quien habría tenido un árbol con velas que encendía en Navidad.

Pesebre.
La representación del Nacimiento con muñecos como parte de la celebración se atribuye a San Francisco de Asís, en el siglo XII. Además de María, José y el Niño, las figuras clásicas incluyen a los pastores de la región, los tres Reyes Magos llegados en adoración, y el asno y el buey, símbolos orientales del mundo inferior y superior.

Santa Claus.
Inspirado en la figura de San Nicolás, un santo de dudosa existencia pero vastamente reverenciado en Europa, que según la tradición recorría las casas el 6 de diciembre llevando regalos a los niños, como anticipo del regalo que representaba la inminente llegada del Niño Jesús.

Envío de tarjetas.
Una costumbre que se inicia en Gran Bretaña en la década de 1840, poco tiempo después de entrar en funcionamiento el correo público. Unos treinta años después ya se la encuentra en los Estados Unidos, y desde entonces comienza a extenderse por todo el mundo.

–Santiago González

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Cuándo y dónde nació Cristo

  1. Navidad
  2. Cuándo y dónde nació Cristo
  3. Del pesebre al centro comercial
  4. Una víctima de la globalización
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Nota de archivoOriginalmente publicada con ligeras variantes en el desaparecido sitio en castellano de CNN.

La tradición dice que Jesucristo nació en un pesebre de Belén, en la noche del 24 al 25 de diciembre, hace tantos años cuantos marca el calendario. Pero esta convención tan extensamente arraigada se sustenta más en la fe que en la certidumbre histórica.

La cronología cristiana se apoya en los cálculos de un teólogo y astrónomo del siglo VI llamado Dionisio el Exiguo, quien llegó a la conclusión de que Cristo había nacido el 25 de diciembre del año 753 a contar desde la fundación de Roma, y consideró el año siguiente como el primero de nuestra era.

“Los expertos no se ponen de acuerdo sobre la fecha exacta, aunque se admite comunmente que el monje Dionisio el Exiguo cometió un error cuando en el año 533 propuso calcular los años que habían transcurrido desde el nacimiento de Jesucristo”, dijo el papa Juan Pablo II en un documento sobre el asunto.

Ciertamente, las referencias evangélicas acerca del momento histórico del nacimiento de Cristo no sólo no respaldan las estimaciones de Dionisio, sino que además son contradictorias entre sí.

San Mateo dice que Jesús nació en Belén de Judea “en tiempos del rey Herodes”, cuya muerte se produjo en el año 4 antes de nuestra era, mientras que San Lucas relaciona el nacimiento con la realización de un censo ordenado por Roma y ejecutado por un tal Cirino, gobernador de Siria, probablemente entre los años 8 y 6 antes de nuestra era.

Los estudiosos explican que estas imprecisiones acerca del nacimiento de Cristo se deben a que los evangelistas estaban más preocupados por transmitir las enseñanzas del maestro que por trazar su biografía.

Las referencias a la infancia fueron agregadas posteriormente, cuando los fieles quisieron conocer más sobre la vida de aquél a quien seguían, y abundan en los llamados Evangelios Apócrifos, no reconocidos por el canon.

Los historiadores dan como seguro que Jesús nació durante el período de la llamada pax romana, bajo el imperio de Augusto, y admiten como probable que su llegada al mundo se haya producido durante el reinado de Herodes, como dice San Mateo.

Vale decir que Cristo nació entre cinco y siete años antes de la “era cristiana”.

Si la determinación del año del nacimiento de Jesús es confusa por las contradicciones de los evangelistas y por la compleja reconciliación de los diferentes calendarios vigentes en la época, la fecha del 25 de diciembre es decididamente arbitraria.

San Lucas, al referirse a las circunstancias del alumbramiento, cuenta que “había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño”.

Al respecto, los estudiosos señalan que las temperaturas del lugar sólo permitirían dormir a la intemperie en un lapso que, como mucho, se extendería de marzo a noviembre. Para el 25 de diciembre, el promedio histórico está cercano a los tres grados bajo cero.

Al parecer, y como se verá en detalle en otra nota de esta serie, la fecha del 25 de diciembre fue adoptada hacia mediados del siglo IV, más bien para integrarla con otra celebración de raíz pagana en uno de muchos casos de sincretismo religioso.

Otra controversia surge a propósito del lugar geográfico donde se produjo el nacimiento.

La referencia evangélica a Belén parece responder, según ciertos eruditos, a la necesidad de afirmar el carácter de Mesías atribuido a Cristo, en respuesta a profecías como la de Miqueas: “De tí [Belén] me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel”.

Para esos mismos eruditos, no tiene sentido que José haya emprendido el viaje de Nazaret a Belén con su esposa encinta para someterse a un censo orientado a la recaudación de impuestos, que más probablemente habría querido registrarlo en su lugar de residencia y no en el de su origen familiar.

Y, por fin, también el sitio preciso del alumbramiento es fuente de discrepancias.

San Lucas habla de un pesebre. La mayoría de los Apócrifos mencionan una gruta, así como el asno y el buey, todos elementos tomados de la tradición pagana oriental: la gruta, vientre y centro del mundo; el buey, símbolo de la sumisión y del mundo celeste; el asno, símbolo del mundo inferior.

–Santiago González

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Navidad

  1. Navidad
  2. Cuándo y dónde nació Cristo
  3. Del pesebre al centro comercial
  4. Una víctima de la globalización
  5. Reyes, magos, y con buena estrella

Entre el 24 de diciembre y el 6 de enero el mundo vive las celebraciones más universalmente compartidas, entre ellas el comienzo de un nuevo año. Apoyadas algunas en antiguos ritos paganos, dotadas más tarde por el cristianismo con su propio contenido religioso, hoy movilizan a la gente como hace miles de años. Pero la sacralidad del momento parece cada vez más tenue.

En esta serie, analizamos las raíces de las principales tradiciones navideñas, partiendo de su motivo central, el nacimiento de Cristo.

¿Cuándo y dónde nació Cristo?

La tradición dice que Jesucristo nació en un pesebre de Belén, en la noche del 24 al 25 de diciembre, hace tantos años cuantos marca el calendario. Pero esta convención tan extensamente arraigada se sustenta más en la fe que en la certidumbre histórica.

Del pesebre al centro comercial

Un viejo gordo vestido de rojo barrió con la Sagrada Familia, los renos espantaron al burro y el buey, y el centro comercial ocupa el lugar del pesebre. Una nueva iconografía se ha apoderado de las celebraciones navideñas, y son cada vez más escasos los signos exteriores que las vinculan con el nacimiento de Cristo.

Una víctima de la globalización

Abrigado hasta las orejas, con una espesa barba blanca que lo cubre aún más, evidentemente excedido de peso, y con algunos síntomas de hipertensión, Santa Claus maltrata a sus renos en el caluroso verano del sur, víctima temprana de una globalización que lo eligió como símbolo de la Navidad.

Reyes, magos, y con buena estrella

Para los niños que el 6 de enero reciben sus regalos es fácil imaginarlos reyes, por su munificencia, y magos, por su capacidad de atender a todos en una sola noche, pero para la historia estos tres viajeros llegados del Oriente son uno de los mayores enigmas de la tradición cristiana.

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