El negocio de la lengua

«La búsqueda de uniformidad, el paso de un rasero que aplane las particularidades de nuestros castellanos, va en consonancia con la persecución de un mayor rendimiento económico, con que libros, películas y series, publicaciones en papel o digitales, cursos de enseñanza y literatura destinada a niños y jóvenes sirvan para la mayor cantidad posible de usuarios. Por eso la persistente búsqueda de un castellano a la española o un latinoamericano neutro que permita a esos productos circular en todo el continente, viajando más y mejor, penetrando de modo más rápido, sin que importe que eso sea a costa de nuestra singularidades y vaya –cómo de hecho va– contra la riqueza del idioma. Baste escuchar en nuestro país a alumnos, hijos o nietos, hablando de leños, carros y neveras para comprender lo que digo. ¿Por qué hablan cómo hablan los personajes en los programas infantiles enlatados? ¿Por qué se subtitula una película de un castellano a otro, como sucedió con la ya citada Roma y sucede con tantas otras? ¿Es porque los españoles no comprenden la palabra “orilla” y necesitan que se las traduzca como “borde”? ¿O se trata de simplificar y uniformar para atraer el mayor número posible de espectadores hacia una película o una serie que pueden generar mucho dinero? Empresas y capitales multinacionales promueven la ampliación del mercado del castellano, en su modalidad española o en lo que llaman americano neutro para, en lo uniforme y hegemónico, reforzar el monopolio de la lengua como negocio; buscan un idioma de modalidad única (para tantos hablan hablantes de culturas tan distintas), a costa de su depredación, del mismo modo que los monocultivos en su búsqueda desmedida de dinero van contra la riqueza del suelo y la diversidad que nos ofrece la naturaleza.

«La vida de una lengua, si en algún sitio reside, es en lo particular, en su inestabilidad. La uniformidad como estrategia económica, la mono lengua, la neutralidad, lo que produce es destrucción, depredación. En ese arco ingresan las industrias de la lengua, el turismo idiomático, la corrección política donde se incluyen los debates actuales sobre si el lenguaje es inclusivo o no y en qué medida esa inclusión incluye la diversidad de todo tipo, no sólo la de género. Pero volvamos a nuestra resistencia ante la demanda de uniformidad en los modos de decir. Ya que el pensamiento se construye en y con el lenguaje a través del cual se manifiesta, podríamos avanzar un paso en nuestro razonamiento y decir que se trata de una demanda de uniformidad no sólo en los modos de decir sino también en los modos de pensar. … Se dice que la lengua no es de las instituciones sino de los hablantes. Y aunque así es en lo que hace al uso cotidiano, no parece suceder lo mismo en el aprovechamiento económico que una lengua provee porque, sin dudas, no es mayoritariamente el castellano argentino, ni el mexicano, ni el peruano, ni el boliviano… el que se comercializa en la enseñanza Internacional del idioma.» –María Teresa Andruetto, escritora argentina, al cerrar el Congreso Internacional de la Lengua celebrado en la ciudad de Córdoba en marzo de 2019.

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