Esta semana la filial argentina de la empresa suiza de productos alimenticios Nestlé tuvo que retirar del mercado una partida de los bombones helados que comercializa con la marca Chomp ante la comprobación de que podían estar contaminados con salmonella. Dejando de lado las consideraciones sobre los protocolos de producción que permitieron esa contaminación, una vez que ésta se produjo y fue detectada, la empresa hizo lo que tenía que hacer: emitió una comunicación pública en la que describió el incidente, informó con precisión sobre el número de lote y fecha de elaboración de la partida afectada, exhortó a sus clientes a tomar las precauciones del caso, y retiró del mercado todo lo que estuvo a su alcance, que en el momento de emitir el comunicado superaba el 70 por ciento.
La empresa, en efecto, hizo lo que tenía que hacer. Los que no hicieron lo que tenían que hacer fueron los medios, especialmente los medios cuya filosofía en términos amplios es pro empresa y pro mercado, que más bien trataron de ocultar, disimular o esconder la información detrás de frases como “una conocida marca” y cosas por el estilo, creyendo probablemente que de esa manera protegían el buen nombre de Nestlé, una firma tradicional en nuestro país y muy buen avisador de sus productos. Esos medios, en realidad, le hicieron flaco favor a Nestlé, a la causa de la libre empresa, a los clientes de Nestlé y a su propio público. Ese mensaje, y quiero creer que con ese propósito lo emitió la empresa, estaba destinado a tener clara y amplia difusión, para limitar en lo posible los perjuicios de la contaminación, no a ser escamoteado y diluido en frases lavadas e insulsas o relegado al desván de las noticias.
El episodio es uno de los tantos que demuestran que entre nosotros casi nadie tiene la menor idea de lo que es vivir en una sociedad libre, abierta, y basada en la decencia, la franqueza y la asunción de responsabilidades. ¿Qué podemos esperar de una ciudadanía adoctrinada durante décadas en las trapisondas del populismo, cuando quienes reivindican para sí la representación y la difusión de los valores opuestos equivocan su conducta de esta manera? En realidad, los periodistas que manejaron así la información lo hicieron siguiendo cuestionables criterios ideológicos, y demostraron ser más papistas que el papa. Cualquiera que haya vivido en otros países sabrá que estos retiros del mercado (recalls, en el mundo de habla inglesa) suelen ocurrir, por contaminación, por defectos de fabricación o cualquier otro motivo, y reciben amplia difusión en la prensa, porque la motivación primera no es ideológica sino práctica: prevenir daños o perjuicios para el consumidor.
En la Argentina, la ideología precede (o reemplaza) al pensamiento y al sentido común. Como la izquierda ataca la libre empresa, los libreempresistas creen que tienen que defenderla a toda costa. Como la izquierda hizo de MacDonalds, Coca-Cola y Monsanto blancos preferidos de sus ataques, los antiizquierdistas van a defender a MacDonalds aunque su comida vaya en contra de cualquier recomendación nutricional, van a defender a Coca-Cola aunque sus bebidas hayan convertido la obesidad en epidemia, y van a defender a Monsanto aunque envenene el aire, el agua, la tierra y el fuego, y reclame además como propia la patente del Universo. Consecuentes con esa línea de conducta, van a tratar de ocultar el hecho de que Nestlé distribuyó bombones contaminados aun cuando la propia empresa trate responsablemente de hacerlo saber.
–Santiago González