Pro Duhalde

En cierto modo resulta curiosa la situación de Mauricio Macri: convertido en campeón del antikirchnerismo sin haber pronunciado jamás una palabra belicosa respecto del oficialismo nacional. A decir verdad, fue el propio oficialismo el que lo colocó en ese lugar, convencido de que el líder del PRO representa cabalmente todo lo que el progresismo populista aborrece.

Creyó que con la simple y sonora consigna “Macri, basura, vos sos la dictadura”, proferida en bruto por las broncas gargantas de las marchas callejeras, pulida apenas por las voces engoladas de “gente de la cultura” como Mempo Giardinelli, el partido estaba ganado. Pero una cosa es el relato que construyen los medios (no sólo oficialistas) y otra muy distinta el temperamento público.

Respaldado por sus recientes éxitos electorales, Macri se ve presidente en el 2015. Podría haberlo sido ya mismo si no hubiera cedido a la parsimonia andina de Jaime Durán Barba, pero lo hecho, hecho está. Ahora, su primer dilema tiene que ver con la persona que ocupará la Casa Rosada durante los próximos cuatro años. ¿Le conviene mantenerse al margen, o marcar una preferencia?

En todo caso, es posible sin mucho margen de error determinar quiénes son los candidatos que a Macri no le conviene ver instalados en la Casa de Gobierno. Tanto Elisa Carrió como Hermes Binner o Ricardo Alfonsín son dirigentes con proyectos de largo plazo y estructura política propia que en modo alguno facilitarían la llegada triunfal de Macri a la Rosada en el 2015.

Distintas serían las cosas si en octubre resultaran reelectos Cristina Kirchner o Eduardo Duhalde. Inmediatamente después de la segunda vuelta porteña, varios analistas coincidieron en sostener que “a Macri le conviene Cristina”, partiendo de la base que las posibilidades de Mauricio crecen junto con el hartazgo que el kirchnerismo genera en la opinión pública.

Eso es en parte cierto, pero cuatro años más de kirchnerismo supondrían un costo demasiado alto para todos, que ni el más maquiavélico de los políticos impondría a los ciudadanos especulando con su propia conveniencia. Cada día que pasa, el gobierno empeora las cosas, aunque sólo sea por omisión, y el país podría encontrarse a fines del 2015 en situación por lo menos complicada.

Hay cuestiones económicas apremiantes –la inflación, el tremendo drenaje de fondos que significan los subsidios, la exclusión social, el deterioro de la infraestructura– que reclaman atención urgente y que el gobierno insiste en desconocer. Y no hablemos de lo que podría ocurrir si la economía mundial llegase a caer en otro pozo recesivo: véanse Europa y los Estados Unidos.

Es poco lo que Macri tiene para ganar si Cristina renueva su mandato, y mucho lo que tiene para perder en términos del país que recibiría dentro de cuatro años. Cuando le preguntaron si le daba lo mismo un triunfo de Cristina o de cualquier opositor, el jefe de gobierno porteño repuso: “No, no me da lo mismo; no es una posibilidad para mí votar a la Presidenta”.

Descartados Carrió, Alfonsín, Binner y Kirchner, queda Eduardo Duhalde, y ésta es, creemos, la opción preferible para Macri. Aunque toda la plana mayor del PRO ha postergado cualquier manifestación de preferencia por un candidato u otro, en los hechos el partido de las remeras amarillas ha dado abundantes señales de acercamiento hacia el ex presidente.

En el momento en que escribimos esta nota, Mauricio se encuentra en el municipio de Vicente López apoyando el lanzamiento de la candidatura a intendente de su primo Jorge Macri, quien unirá su significativo apellido a la boleta presidencial de Duhalde. Un caso similar es el de Julio Garro en La Plata, y se creía que Néstor Grindetti podría seguir el mismo camino en Lanús.

Las buenas relaciones entre el PRO y el peronismo no kirchnerista no son nuevas –como lo muestra la foto que ilustra esta nota–, y está presente en la memoria el hecho de que al excelente desempeño de Miguel del Sel en Santa Fe no le fue ajeno el espaldarazo de Duhalde y especialmente Carlos Reutemann. Del Sel ya adelantó que votaría por Duhalde.

El ingeniero Armando Saliva, candidato del PRO a la gobernación de Entre Ríos, no habló por sí sino directamente por su jefe político: “Mauricio Macri votará a Duhalde”, dijo. Naturalmente, en las filas duhaldistas todos quieren subirse al trencito triunfador, y afirman que en la mayoría de los distritos hay acuerdos con el macrismo.

La crónica registra alianzas en la Mesopotamia (Misiones, Corrientes, Entre Ríos) y en el NOA (Jujuy, Salta, Tucumán); en Cuyo (San Luis, Mendoza, San Juan) los mayores acercamientos se dan con otro peronista federal, de mayor predicamento en la zona: Alberto Rodríguez Saa; en Córdoba, el PRO respalda a José Manuel de la Sota.

Un eventual regreso de Duhalde a la Casa Rosada en diciembre beneficiaría mucho a Macri: en principio le aseguraría un gobierno nacional mucho mejor predispuesto a facilitarle las cosas a la ciudad, y en segundo lugar prometería un país mucho más ordenado en el 2015. Duhalde absorbería el costo de tomar medidas impopulares si es que son necesarias para ese fin.

Y, lo que es todavía más importante, a diferencia de los otros candidatos opositores, Duhalde no tendría problemas para resignar dentro de cuatro años la aspiración a un segundo mandato. El pesificador del 2002 prefiere verse a sí mismo como un estadista, un piloto de tormentas cuyo mayor orgullo es sortear los escollos y enderezar el rumbo.

A pesar de todo, y más allá de algunos gestos y guiños como el de Vicente López que sin duda favorecen al duhaldismo, Macri no va a formular ningún apoyo explícito hasta después de las primarias del 14 de agosto. Antes de posar para la foto de familia quiere asegurarse por lo menos de que va a haber segunda vuelta, y de que Duhalde va a estar allí presente.

–Santiago González

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