Impuestazos

A primera vista Mauricio Macri y Daniel Scioli transitan por veredas opuestas, pero muchas cosas los asemejan: llegaron a la política desde el deporte, lucen esposas bellamente agraciadas, se muestran dinámicos, son difusos a la hora de plantear sus ideas, aspiran a suceder a Cristina Kirchner en el 2015, administran los dos distritos más populosos y politizados del país, y afrontan problemas de caja.

Esos problemas derivan en algún punto de su propia incapacidad para poner las cuentas de sus distritos en orden, pero en mucha mayor medida resultan de la apropiación desaforada que el gobierno central hace de los recursos fiscales que generan esos distritos, los dos mayores contribuyentes al producto bruto nacional.

Puestos a buscar fondos, a Macri y a Scioli se les ocurrió la misma idea: meter la mano en el bolsillo de la gente por medio de los revalúos inmobiliarios. Verdaderos “impuestazos” que asestan un nuevo y duro golpe a los sectores medios de la sociedad, representan una regresión en la distribución del ingreso, y ahondan la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen.

La injerencia estatal en los mercados, la continua inflación, hicieron que la renta de ocho años de elevado crecimiento no encontrara muchas opciones para la reserva de valor o la inversión que no fueran la salida del país o la compra de bienes raíces. El precio de las viviendas en el área metropolitana y el de los campos en el interior provincial voló por los aires.

Obviamente, las valuaciones fiscales quedaron retrasadas, por lo que su actualización fue presentada como algo razonable y equitativo.

Sin duda, esas correcciones pueden brindar un interesante auxilio a unas cajas exhaustas, pero están muy lejos de la equidad fiscal: como casi todas las medidas de política económica aplicadas desde el default del 2001, castigan fuertemente a los sectores medios, mientras por distintas razones son inofensivas para los sectores altos y bajos.

Muchos vecinos de las ciudades y muchos propietarios de pequeñas extensiones agropecuarias no podrían comprar hoy, con los ingresos devaluados que tienen, las viviendas que habitan o los campos que trabajan, que sí pudieron adquirir en el pasado, o que recibieron como herencia. Pero el revalúo les obliga a pagar impuestos como si estuvieran en condiciones de hacerlo.

¿De qué le sirve a un jubilado saber que el valor de su casa se multiplicó por cuatro si la necesita para vivir, no para venderla? ¿De qué le sirve a un productor saber que el valor de su campo subió a la estratósfera si lo necesita para trabajar, y ganar su sustento y el de su familia?

La corrección fiscal a la que acudieron Macri y Scioli agrava todavía más las cosas para los sectores medios porque incrementa también su exposición a otro tributo caprichoso como es el impuesto a los bienes personales, el impuesto que se paga sobre lo que queda después de haber pagado todos los impuestos.

El revalúo se calcula sobre un valor de cambio ideal y especulativo, que nada tiene que ver con el valor de uso que el inmueble tiene para su propietario. En todo caso, se lo debería aplicar en el momento de su enajenación, cuando el vendedor se beneficia de una renta adicional, y de ahí en más al nuevo dueño, ya avisado de los costos fiscales del bien que piensa adquirir.

Pero tal como han sido planteados, estos revalúos inmobiliarios terminarán por expulsar de la ciudad principalmente a sus vecinos mayores, o a los que quedaron peor parados luego del default, y por expulsar de sus campos a los pequeños productores o a quienes se dediquen a explotaciones menos rentables que la plantación de soja.

* * *

Una cosa diferencia la situación de Macri y la de Scioli: la oposición al jefe de gobierno porteño acompañó virtualmente sin chistar la política de revalúos, y garantizó su sanción: fue aprobada por 50 votos contra seis. El gobernador bonaerense, en cambio, enfrenta una dura batalla para lograr que la legislatura provincial la apruebe.

Esto parecería tener su explicación: en la legislatura platense, los diputados del radicalismo y otras fuerzas opositoras son efectivamente representativos de amplios sectores del interior de la provincia de Buenos Aires: provienen de ciudades y pueblos donde todos se conocen, y los problemas de la comunidad se ventilan y comentan en las mesas de café.

En la legislatura porteña, los representantes no tienen vínculos con sus representados. Aseguran caminar y hablar con los vecinos pero, más que alguna aparición ocasional en Callao y Santa Fe o Cabildo y Juramento, nunca lo hacen y sólo se representan a sí mismos: más ingresos fiscales siempre significan más oportunidades de negocios, más puestos para los amigos.

Macri y Scioli han declarado su intención de suceder a Cristina Kirchner, uno desde la oposición, el otro desde una continuidad con variaciones.

Pero en el fondo recorren caminos parecidos: antes que poner en orden sus administraciones, antes que plantarse frente al gobierno central en defensa de recursos que les son propios, prefieren el cómodo expendiente de agregar su cuota al agobio impositivo que el gobierno nacional ya carga sobre el contribuyente.

–Santiago González

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2 opiniones en “Impuestazos”

    1. Ya no quedan muchos… En Santa Fe, el socialista Antonio Bonfatti está tratando de hacer lo mismo que Scioli, aunque de manera gradual. Gracias por su comentario.

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