El poder mediático

En todas las épocas, el poder vigente ha incidido sobre el sistema de saberes, creencias y valores que anima a una sociedad

En el corazón del Imperio, probablemente en alguna oficina oculta en los subsuelos del Departamento de Estado norteamericano, se trabaja día y noche en la promoción y coordinación de monopolios: monopolios económicos por un lado, monopolios de prensa por el otro, con la mirada puesta en la globalización; dicho de otro modo, en la conquista del mundo.

Los monopolios de prensa mantienen una tropa de periodistas fieles, audaces y agresivos, cuya misión consiste en condicionar la inteligencia, la voluntad y los sentimientos de las personas a fin de inducirlas a actuar en consonancia con los intereses de los monopolios económicos. En el Imperio, los periodistas ocupan el lugar de los filósofos y pensadores.

Privadas literalmente de su ser, las personas deambulan obedientes por la realidad virtual creada por los medios, incapaces de percibirse a sí mismas y al universo que las rodea. ¿Otra saga de los hermanos Wachowski? Tibio, tibio: se trata del mundo según José Pablo Feinmann, también guionista, y uno de los soportes intelectuales del kirchnerismo. Vamos a recorrerlo.

Feinmann es un prolífico escritor que ha dedicado sus mayores esfuerzos al análisis filosófico y al estudio del peronismo. Sus últimos trabajos en esas áreas son La filosofía y el barro de la historia (2008) y Peronismo (2010). También el peronismo ocupó el centro de dos de sus guiones cinematográficos, dedicados a los hermanos Duarte: Eva Perón (1996) y ¡Ay, Juancito! (2004).

Expuso su interpretación sobre el mundo y los medios en un exhuberante panegírico del discurso de la presidente sobre Papel Prensa, publicado en Página12 y titulado Un análisis del poder. El elogio es olvidable, pero resulta interesante sumergirse en el meollo digamos conceptual que lo sostiene, porque refleja bien ciertas arraigadas convicciones del progresismo.

“¿De qué estaba hablando la Presidenta?”, pregunta el articulista. “Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático.” Tomemos nota de esta aseveración, porque coloca el poder de los medios por encima de las otras formas conocidas del poder: el poder político, el poder económico, el poder militar.

Inaugurando una nueva y ultimísima etapa en la cronología universal, señala: “El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden.”

Según Feinmann, nadie se ha percatado del lugar supremo que ocupa el poder mediático excepto él. “La filosofía de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. El fracaso es terrible y hasta patético”, afirma el pensador rioplatense. “Hace años que sostengo esta tesis, que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo”. Caramba.

“En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional.” Un sujeto, añade, capaz de crear la realidad. ¿Cuál realidad?

“Esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten.”

Bueno, ya que hablamos de verdades, la verdad es que cuesta creer que todo esto se pueda hacer desde una oficina del Departamento de Estado. Influído por Hollywood, uno imagina una gran sala donde miles de personas sentadas frente a brillantes monitores de computadora controlan el mundo con resultados visibles al instante sobre un gigantesco planisferio.

Según la visión de Feinmann, entonces, todos los monopolios económicos y todos los monopolios de prensa deberían reportar a ese centro de comando y control, y al mismo tiempo recibir órdenes de él para funcionar acompasadamente. Crear una realidad virtual a escala planetaria y lograr que incluso sus propios agentes acepten vivir en ella no es moco de pavo.

“Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional”, explica el articulista. “Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Para que sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro.”

¿Cuál es ese triunfo? La sustitución de la identidad personal por el sujeto comunicacional, implantado por los medios: “lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas”.

Feinmann no tiene simpatía por los periodistas, una tropa inculta de mercenarios que dependen del jefe de redacción, que depende del director del medio, que reporta directamente al centro de comando y control descripto. “La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología”, afirma.

* * *

Todo este despropósito adornado con citas filosóficas, toda esta ensalada de teorías conspirativas, paranoia, afirmaciones sin fundamento (¿cuál imperio? ¿cuáles monopolios? ¿cuáles monopolios de prensa?), verdades a medias, concepciones anacrónicas, y ausencia de una elemental perspectiva histórica pasa, en la Argentina supraposmoderna, por pensamiento.

No sorprende que la exposición de estos argumentos provoque en Europa “inesperado asombro”. Especialmente porque en Europa, y en todo lo que llamamos Occidente, este escenario que Feinmann describe en términos apocalípticos es tan viejo y repetido como cualquier otro problema de organización social de los que suele arrastrar la historia.

En todas las épocas, el poder vigente ha incidido sobre el sistema de saberes, creencias y valores que anima a una sociedad. De ese sistema, el poder obtiene al mismo tiempo legitimidad y consenso, sin los cuales no podría subsistir. Cuando pierde eficacia, pierde legitimidad y consenso, y un nuevo sistema de saberes, creencias y valores reemplaza al anterior.

En la Edad Media, el sujeto absoluto comunicacional era la Iglesia, custodia del saber, intérprete de la revelación, y emisora de todos los mensajes sociales, a través de las catedrales (esas Biblias de piedra), los púlpitos y hasta el tañir regular de las campanas en cada torre de cada iglesia de cada aldea. La Iglesia legitimaba además el derecho divino del rey a reinar.

Como en todas las épocas, había gente, la mayoría, que aceptaba ese estado de cosas como natural, y otra gente, la minoría, que pensaba por su cuenta. El problema era que no tenía púlpito ni campana para hacerse oir: imposible vencer al monopolio. Hasta que apareció un señor llamado Johannes Gutenberg e inventó la imprenta.

Y lo primero que hizo Gutenberg fue imprimir una Biblia. Chau monopolio. La Iglesia perdió el control de los mensajes que recorrían la sociedad. Quienes hasta entonces debían guardarse sus opiniones para sí pudieron hacerlas públicas, publicarlas. La gente aprendió a leer y, como pudo haber dicho un Feinmann de la época: “ahora cualquier mentecato interpreta la Biblia“.

A la larga el poder se secularizó, el mundo se ensanchó, la economía se volvió más rica y más compleja, surgieron los estados nacionales, y vastas clases medias celosas de sus derechos individuales y ansiosas de participación política. Ottmar Mergenthaler inventó la linotipo, e hizo posible el diario moderno (la “oración matutina del burgués”).

A la prensa, enriquecida luego por la tecnología con medios como la radio y la televisión, se la llamó el cuarto poder, porque como vehículo de información y crítica, añadía un elemento de control sobre los tres poderes del estado, al que se percibía como la mayor amenaza sobre los derechos y las garantías individuales.

Ahora bien, la novedad de estos tiempos es que el poder político ha quedado a la zaga del poder económico, empresario y financiero, que constituye ahora la mayor y más temible amenaza para los derechos y las garantías individuales. El gerente del grupo Clarín Héctor Magnetto pudo decir, como lo recuerda Feinmann: “¿Presidente? Ese es un puesto menor”.

Eso lo experimentaron en carne propia la Argentina en el verano del 2001-2002 y los Estados Unidos y Europa en el 2008. Las empresas periodísticas son parte del sistema corporativo, y aunque se muestren muy independientes y críticas respecto del poder político, y respeten así su papel tradicional, eso ya no significa gran cosa. No alcanza para legitimarlas.

Respecto del poder político, cualquier manipulación tropieza con el contexto de los demás medios y con el peso de la realidad, como le ocurrió a Clarín, que pudo regalarle a sus benefactores la tapa que ilustra esta nota, pero no hacerse el sordo cuando estalló la crisis del campo. Esto no lo entendieron los Kirchner, que lo vivieron como traición y juraron venganza.

Pero respecto del poder económico, los medios se comportan la mayoría de las veces como portavoces acríticos del mundo corporativo, disimulan o callan sus desmanejos, y respaldan las medidas gubernamentales que lo favorecen, aunque eso vaya directamente en contra de los derechos y garantías individuales de los ciudadanos en general y de sus lectores en particular.

Esto lo hacen porque los mismos medios constituyen, o son parte de, grandes empresas, y también porque del mundo corporativo provienen los avisos que le garantizan la supervivencia. ¿Alguien leyó alguna vez  un análisis sobre cualquiera de las empresas que abusan de sus clientes hasta la exasperación redactado con la misma agudeza crítica que el diario dedica al análisis político?

Ni la prensa estadounidense ni la prensa española, por ejemplo, alertaron sobre la insostenible especulación con las hipotecas inmobiliarias que desataría la crisis del 2008. Ni la prensa argentina denunció con la energía debida el saqueo de los ahorros practicado por Eduardo Duhalde en beneficio de algunas empresas bajo el esquema de la “pesificación asimétrica”.

El cese de la Guerra Fría aceleró el retroceso del poder político frente al poder económico, que es ahora el que lleva la voz cantante en la formación del sistema de valores, creencias y saberes que anima a la sociedad, y del que espera legitimación y consenso. Este es el estado de cosas en este momento de la historia. Como siempre, algunos lo aceptan y otros no.

Esto, supongo, es lo que percibe Feinmann, y lo que describe en términos conspirativos y apocalípticos. Y con un enorme desprecio y desconfianza respecto de la naturaleza humana, a la que muestra como una tabula rasa, una especie de pizarra en blanco en la que cualquiera escribe cualquier cosa. La historia sobreabunda en ejemplos en contrario.

Y como ha ocurrido ya en la historia, la vía de escape de esta situación, para quienes no la admiten, vendrá de la mano de la tecnología. Ya hemos dicho en este sitio que la libertad de expresión precede a la libertad de prensa, y que el derecho a la libertad de expresión se juega ahora más en los espacios creados por las nuevas tecnologías que en la prensa tradicional.

Los medios tradicionales, aunque se los describía como medios de comunicación de masas, eran medios de comunicación hacia las masas: un emisor único con receptores múltiples. Las nuevas tecnologías son las que por primera vez permiten que cada persona individualmente pueda dirigirse, a un costo razonable, a un público potencialmente masivo.

Junto a las nuevas tecnologías ha aparecido un nuevo actor social, todavía no bien apreciado por los observadores, que está dispuesto a trabajar gratis. Este sitio, y otros centenares de miles, está escrito y administrado por personas que no cobran por hacerlo, y funciona gracias a una constelación de programas informáticos puestos a disposición también en forma gratuita.

Si bien es imposible saber qué nuevo rostro tendrá la libertad de expresión en los años por venir, seguramente estos ingredientes que acabo de señalar habrán de entrar en su composición. Y hoy tiene mucho más sentido para los derechos y garantías individuales defender a rajatabla la libre circulación de contenidos por Internet, porque allí se juega el futuro.

* * *

Queda pendiente una pregunta. ¿De dónde toma Feinmann la idea de una acción conspirativa de los medios de comunicación para modificar deliberadamente los comportamientos de una sociedad? En su nota menciona una larga lista de nombres: Heidegger, Foucault, Deleuze, Barthes, Nietzsche, Castoriadis. Pero no menciona, extrañamente, a Antonio Gramsci.

Gramsci fue quien expuso de manera más articulada la noción de que la religión, la educación y los medios construyen y propagan el sistema de valores, creencias y saberes de una sociedad, y propuso en consecuencia una acción concertada y militante de los intelectuales de izquierda, en tanto sacerdotes, profesores o periodistas, para reemplazar el sistema de ideas vigente.

Reconocer esa genealogía habría llevado al articulista a admitir que la concepción de los medios, y del aparato cultural en su conjunto, como un instrumento adecuado para cambiar deliberada y orgánicamente los corazones y las mentes de las personas no nació en los subsuelos del Imperio sino en la celda donde el desventurado Gramsci sufría la impiedad del fascismo.

–Santiago González

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13 opiniones en “El poder mediático”

  1. Si bien es cierto que las nuevas tecnologías permiten formas alternativas de informarse y expresarse, todavía estamos muy lejos de que estas nuevas formas equiparen o superen al poder de los medios tradicionales, y cuando dos, o básicamente uno de tales si bien no es monopólico sino oligopólico, tiene tal cantidad de medios (nada independientes, tienen claramente una posición tomada), puede formar opiniones (tergiversando, usando distintos tipos de letra o espacios en tv- radio, distorsionando, ocultando), y concretamente lo hace, lo está haciendo desde antes de este gobierno. El artículo de Feinmann no es ficción ni para nada desatinado.-

    1. En una ciudad donde se editan una docena de diarios, donde hay treinta emisoras de radio, y media docena de canales de televisión, hablar de monopolio, oligopolio o cualquier polio no tiene sentido. Si el público prefiere escuchar radio Mitre antes que la radio de Hebe de Bonafini alguna razón tendrá, y los que se autoproclaman pensadores debieran pensar en esas cosas antes que divulgar historietas simplonas de ciencia ficción. Gracias por aportar su comentario

      1. Ud se refiere a la ciudad de Buenos Aires, los medios de grupo Clarín cubren todo el país. Además en muchas ciudades del Gran Buenos Aires Cablevisión del mismo grupo es la única opción de tv por cable que excluye al canal CN23 por ejemplo. No es ninguna ficción el poder del oligopolio o monopolio, a mi juicio, es real. Saludos.-

        1. En las principales ciudades del interior donde el grupo Clarín tiene medios, también tiene competidores. Si en algún lugar Cablevisión es el único proveedor de cable, ese lugar debería agradecérselo porque si no no tendría ninguno. Cablevisión tiene derecho a poner en su grilla los canales que se le ocurra. Ya que el tema Clarín parece interesarle, lo remito a la nota Kirchner vs. Clarín, en este mismo sitio. Gracias por su visita.

          1. “Cablevisión … único proveedor de cable en algunos lugares ……. deberían agradecérselo…..”

            Bueno, ésa es la esencia del monopolio, y lejos estoy de pensar en agradecérselo.

            Editor:
            Veo que diferimos en este tema, no tiene objeto seguir conversándolo. Que tengamos diferencias en este aspecto no implica que en otros no podamos coincidir o por lo menos tener una intersección no vacía.
            En todas las recientes elecciones voté por los Kirchner considerándolos la mejor opción en cada caso. Y fueron mejores que lo que esperaba.
            No puedo decir lo mismo de mi voto en elecciones anteriores a distintos partidos, desde el 83, todos me defraudaron o bien no ganaron.
            No estoy afiliado a ningún partido, nunca lo estuve y creo que nunca lo estaré, no soy militante de nada ni nadie, eso me permite en c/elección votar por quien mejor me parece sin ataduras de tipo disciplina partidaria. Es la única ventaja de los que somos de verdad independientes. Y por otra parte: somos los que definimos quien gana en c/elección.

            Reitero que no descarto que en algún otro tema podamos coincidir, o diferir pero siempre con respeto mutuo. Volveré a escribir oportunamente. Le agradezco me haya permitido dialogar en su página y sus respuestas.
            Le envío mis cordiales saludos.

  2. Mi comentario es una “simple opinion”, coincido en algunas cosas con sus puntos de vista, pero me parece mas de los mismo lo de Feinmann, es lo tipico de los revolucionarios de izquierda y conspiranoicos de latinoamerica que intentan expurgar todos nuestros errores, incapacidades y fracasos en un enemigo externo, llamese el imperio de E.E.U.U. Ahora bien me parece bastante interesante el analisis que haces y repito, coincido en algunas cosas sobre todo lo de los derechos, libertades y garantías individuales y el internet… pero en funcion de las teorias del poder en donde hablas de que los medios controlan y moldean a las personas cual sistema totalitario de derecha o izquierda fascista o comunista, esa relacion no es tan asi.

    Y por ejemplo planteas que los medios callan o se arrodillan ante el poder economico y todo lo que trasmiten a la gente es en funcion de esa relacion, por que el poder economico es el que les paga… a ver te digo por ejemplo en television si un programa es visto con alta audiencia, tiene rating por lo tanto tiene mas anunciantes y su espacio de publicidad es mas alto en precio a cobrar a la empresa anunciante… todo lo contrario si tiene baja audiencia, incluso puede llegar a salir del aire si su rating (la cantidad de gente que ve y le gusta el programa) no cubre la demanda para vender espacios publicitarios.
    Ese alto o bajo nivel de audiencia es lo que determinara si un programa se mantiene o no ademas del tiempo que se seguira trasmitiendo. Y ese nivel de audiencia lo determina lo que la gente le gusta, ahora bien a veces puede ser buen material a veces puede ser un muy pobre material en contenido. Pero es la gente la que determinara si le gusta los programas balurdos en las tardes o un programa de investigacion cientifica y cultural en el mismo horario…, veras como cierran inmediato el programa cultural por que tendra una audiencia bajisima. y las empresas simplemente invertiran sus capitales en espacios que la gente prefiera ver y donde su producto cale.

    Otro ejemplo es el de Venezuela donde el gobierno venezola basandose en teorias como las planteadas, se tomo el control de la gran mayoria de red de medios entonces tiene a VTV el canal del estado, TVES, VIVETV, ANTV, VALETV y tiene a TELESUR internacionalmente como canal de noticias, no si antes sacar del aire por una no renovacion de contrato a RCTV (privado) que era un canal altamente critico al gobierno y del alta audiencia dejando a televen (privado) y Venevision (privado) solo por que este ultimo negocio la salida de algunos periodistas con programas de opinion criticos al gobierno, asi que solo quedo Globovision, un canal mayoritariamente de noticias, como altamente critico al gobierno pero que solo tiene señal abierta en venezuela en el centro del pais.
    Ahora bien el (Presidente Chavez) tiene el control de la red de medios de venezuela, pero sus canales son los menos vistos, por que sencillamente no se trata de que el dueño del medio o que el poder econimico que utiliza el medio impondra y moldeara al individuo como quiere, por que la persona ve lo que le gusta ver y con lo que siente identificado o no,esto solo ocasiono que venevision mopolize la mayoria del rating, pero ellos (los canales del gobierno) tienen audiencias bajismas, por lo que intentan entonces a traves de cadenas (todos los canales pasan a trasmitir la señal que el gobierno emita) interminables, de hasta 3 o 5 horas de duracion, emitir discursos politicos ideologizantes a la poblacion buscando si crear y moldear a la poblacion, segun dicen las teorias mencionadas tal cual la alemania nazi o la dictadura comunista de castro en Cuba…

    1. No creo que los medios tengan la capacidad de controlar o modelar a las personas, justamente la nota critica a quienes sostienen esas teorías. Coincido con usted en que la gente, para bien o para mal, ve y lee lo que quiere. Sí creo que la prensa tradicional no mantiene frente al poder económico la misma actitud crítica que emplea frente al poder político. En países como Venezuela, el poder político es la principal amenaza contra las libertades individuales, pero en sociedades más abiertas y políticamente democráticas, el problema mayor reside en el poder económico. Reitero el ejemplo de la crisis del 2008, cuando un puñado de especuladores puso en jaque a la economía mundial sin que la prensa advirtiera sobre lo riesgoso de sus maniobras. Y no porque no lo supiera. Gracias por su comentario.

      1. Creo que su punto es valido y de lógica argumentación pero yo pienso que el poder político no es desplazado por el poder económico, en todo caso es el político que le da permisología para desdenes al sector económico, cuando este (lo que usted llama poder político) no cumple su verdadera función, que ojo no es de ser dirigista, ni estatizador, si no ser el encargado de que se cumpla el imperio de la ley, he allí el meollo del asunto. Por que evitando ser el abogado del diablo, ya que seria bien de ilusos defender al sector empresarial económico y pensar que son una casa de beneficencia o de ayuda al prójimo. Lo que pasa creo yo es que estamos las mayorías del mundo, los latinoamericanos sobre todo, bastante neófitos en los asuntos económicos y financieros, muchas veces no vemos mas allá de ciertos nacionalismos chauvinistas y no vemos las señales de advertencias o los que deberían ver esas señales y pueden hacer algo con ellas, no lo hacen.
        […]
        En fin solo hace falta poner un poco de atención y ver que ahí están las criticas y advertencias, pero repito creo que su punto es valido si usted cree que debe haber mas critica esta muy bien por que para mi los medio deben ser altamente críticos siempre, ya sea el poder que fuese, ante cualquier amenaza o despropósito de estos ante los derechos y libertades individuales, pero también hay que ver que en cualquier parte del mundo es el poder político dictamina las políticas a seguir, y maneja los fondos de los contribuyentes, siendo el que tiene la responsabilidad ejecutiva y legislativa y que es el encargado de hacer cumplir la ley que es la forma esencial para una verdadera justicia de los individuos y sus derechos, por ende debería ser mayoritariamente susceptible al ojo critico de los medios .

  3. Como siempre, gracias por llamar al pan pan y al vino, vino. La tecnología y el conocimiento al alcance de todos son la única garantía de progreso y libertad. El eterno refrito de los pseudo-filósofos no es más que onanismo de salón; absolutamente prescindible y esteril.

  4. Es una opinión mía, pero desconfío en extremo de los filósofos que hablan de la realidad o de las masas, ya que la mayoría de las veces en realidad intentan imponer una visión a la fuerza. Basta sacar la cabeza por la ventana para darse cuenta de cómo son las cosas.

    Lo mismo sucede con los Kirchner. Con su filosofía y mensaje de gobierno nos dicen que no hay inflación, que estamos mejor que nunca, que tendremos más libertad de prensa, que nuestro proveedor de internet nos estuvo robando… Nuevamente basta con sacar la cabeza por la ventanilla para darse cuenta de tamañas barbaridades. Una frase favorita mía viene al caso: “el movimiento se demuestra andando”.

    Es increíble que gente que mienta con tal descaro sea considerada como posible candidato por mucha gente. Creo que los azotes que recibe y recibió la Argentina hizo bajar nuestro nivel de exigencia, de lo que está bien, a niveles inauditos. Esta gente, en cualquier cabeza normal debería recibir una paliza electoral y no sacar mas de un 2% de los votos.

    Con respecto a Internet, coincido que es el futuro, y por suerte aun es un lugar de libre expresión y consumo. Lamentablemente la tendencia en muchos gobiernos europeos es la de limitar cierto tipo de páginas y contenidos, con resultados negativos por ahora. Tambien habrá que tener cuidado de donde cae la informacion de nuestras costumbres, qué páginas visitamos, qué leemos, etc. porque quién sabe quién puede usar esa información en algún momento.

    Saludos!

    1. Respecto de la última parte de su comentario: navegar por Internet es lo mismo que andar por la calle, con la misma exposición al riesgo. Y así como andando por la calle uno evita determinadas zonas, y no se le ocurriría poner sus datos personales por triviales que parezcan al alcance de terceros, lo mismo debería hacer en la red. La gran diferencia es que yendo por la calle uno puede advertir si lo están siguiendo, mientras que en Internet no. Y allí siempre te están siguiendo.

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