La ciudad expulsa a sus mayores

El pasado fin de semana, este sitio envió por Twitter un mensaje, copiado a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, que decía: “Con el aumento irracional del ABL la ciudad expulsa a sus mayores”. A propósito de ese mensaje, el lector Javier R. remitió a Gaucho Malo por email un comentario cuyo texto se transcribe a continuación, prescindiendo de las formalidades de apertura y cierre.

“Hace un cuarto de siglo compramos con mi esposa la casa en la que ahora vivimos, en una calle muy tranquila de Flores, hacia el lado de Floresta. Habíamos superado la mitad de la cuarta década de nuestras vidas, habíamos remado como negros y sobrevivido al rodrigazo, la tablita y la hiper mientras criábamos a nuestros hijos y avanzábamos en nuestras profesiones. Por primera vez, probablemente gracias a la estabilidad monetaria, habíamos logrado juntar los pesos necesarios como para salir de la estrechez de los departamentos e incluso tener un pequeño jardín. Nuestra casa no era una gran casa –a decir verdad, era media casa, o un dúplex, de los varios que se construyeron por entonces en la zona–, ni tenía gran estilo ni detalles arquitectónicos, pero era toda la comodidad y privacidad que podíamos costearnos. Al poco tiempo fui promovido a una de las gerencias de la empresa donde me desempeñaba. Pero la bonanza nos duró poco. La crisis del 2001 hizo añicos la empresa que me empleaba, y me quedé sin trabajo. Afortunadamente nuestros hijos ya podían hacerse cargo de sí mismos, de modo que cuidando de nuestros ahorros logramos mantenernos a flote hasta que llegó el momento de la jubilación. Pensando que había gente en peores condiciones que nosotros, nunca reclamé el subsidio por desempleo. Mientras estas cosas pasaban en mi casa, en los alrededores de mi casa pasaban otras a las que en principio no les presté atención. Desde que empezó a circular el dinero de la soja, el precio de las propiedades del barrio se multiplicó por cuatro, y tan pronto aparece un terreno libre se construye un edificio, no muy alto, pero donde un departamento de dos ambientes cuesta lo mismo que nosotros pagamos por nuestra media casa de tres dormitorios 25 años atrás. En menos de tres años, el gobierno de la ciudad multiplico por diez lo que pagábamos por impuestos y ABL, invocando justamente el valor de mercado de nuestra propiedad. La jubilación que me asignó la ANSES equivale al 60 por ciento del promedio de los sueldos nominales de mis últimos diez años de trabajo, pero no llega al 20 por ciento del promedio de los sueldos más o menos reales (esto es medidos en dólares). Para poder pagar la boleta de impuestos que el gobierno de la ciudad me acaba de enviar, debemos entregar dos meses de las jubilaciones mía y de mi esposa sumadas. Cuando fuimos a solicitar al CGP la publicitada tasa reducida para jubilados, nos dijeron que dada la valuación fiscal de nuestra propiedad la respuesta iba a ser negativa y que no perdiéramos el tiempo. Esto es insostenible para nosotros, y más tarde o más temprano nos veremos obligados a vender la casa e irnos de la ciudad, no sabemos a dónde. Como usted dijo, la ciudad está expulsando a sus mayores: me pregunto cuántas personas como nosotros afrontan situaciones parecidas. Cuando compramos esta casa, que alberga toda la historia familiar y donde en algún placard todavía están guardados los juguetes de nuestros hijos, lo hicimos responsablemente. Quiero decir que, en condiciones razonablemente normales, estábamos en condiciones de afrontar las obligaciones impositivas que traía consigo. El aumento del valor de mercado no dependió de nosotros, ni tampoco la desvalorización de la moneda. Como alguien que tuvo responsabilidades en la administración de una empresa, comprendo las necesidades del gobierno de la ciudad. Pero esta política impositiva está a mi juicio equivocada. Es tan dañina, que me cuesta creer que haya sido concebida así deliberadamente. Se me ocurre que sería más justo aplicar un impuesto mayor en el momento de la venta de la propiedad, que es cuando el incremento de valor se convierte en un beneficio real, y cobrar las alícuotas impositivas actualizadas a sus nuevos propietarios. Creo que esto o algo parecido permitiría al gobierno de la ciudad obtener los ingresos que necesita sin agobiar a sus habitantes hasta expulsarlos. Creo también que Macri tiene aquí la oportunidad de diferenciarse del gobierno nacional, y reconocer que ha cometido un error.”

–S.G.

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10 opiniones en “La ciudad expulsa a sus mayores”

  1. En mi caso vivo en una casa de más de 60 años, y en el 2012 el impuesto subió 300 %, y ahora para el 2013 100% , lo cual sumado a lo anterior da un 600 % . Total $ 1.700 por mes Es una cifra importante, por vivir en una cuadra con 3 autos abandonados hace mas de un año. Además veo que los funcionarios PRO son mentirosos, como la Sra. Vidal. Así no se gobierna. Es incorrecto lo que estan haciendo. ¿Qué pretenden?

  2. Que triste realidad… Romperse el lomo toda una vida para que la inoperancia política sumada a la corrupción te terminen dejando en la calle.

    Cada día me convenzo más de que la jubilación es una estafa: Te succionan el bolsillo como sanguijuelas, aumentan el sacrificio monetario del empleador casi en 50% (lo que genera desempleo), y encima después te suben los impuestos y no te pagan la jubilación por la que te estuvieron exprimiendo religiosamente durante décadas. Pero ellos se suben los sueldos indiscriminadamente y aprovechan sus posiciones para hacer los negocios más sucios y deshonestos (y lucrativos) que puedan concretar.

    Pareciera que la única forma de escaparle al fantasma del estado déspota incompetente es ser emprendedor independiente… y después te cae la AFIP ¡que lo parió!

    1. El argentino promedio entrega casi el 50 por ciento de sus ingresos al Estado, y la mayor parte de esa masa de recursos va a parar a los sueldos de empleados estatales y a subsidios arbitrariamente asignados. Todo lo que el Estado debe devolver al ciudadano, desde las jubilaciones hasta la educación y la salud, pasando por la infraestructura vial y ferroviaria, la energía y el transporte, está en ruinas.

  3. Leyendo la carta de Javier R, recrea la misma problemática de mis padres. Allá por el año 1975 compraron un terreno en Floresta, donde construyeron una casa para toda la familia, somos tres hermanos. La situeción económica se los permitía. Pero la debacle del 2001 hizo que la empresa familiar quebrara, dejando en la calle a mi hermano y sin un peso de ahorros a mis padres, sólo salvaron la casa porque estaba como bien de familia. Fueron tiempos difíciles. Se retringieron al máximo los gastos y la van llevando, con la ayuda de sus hijos. Al igual que Javier, el impuesto inmobiliario y ABL implicaría dos meses de las jubilaciones de mi padre y de mi madre. Mi padre hace varios años que está enfermo y tiene 88 años. Como la valuación de la casa es alta, no puede pedir ninguna exención. Qué tienen que hacer??? Vender su casa y mudarse??? A los 88 años y enfermo????? Definitivamente son expropiatorios!!!

    1. El caso de sus papás atestigua la angustiosa situación de muchas personas mayores, que nada parece importarle al gobierno de la ciudad ni a sus legisladores. Gracias por contarlo en este sitio.

  4. Creo que es importantísimo resaltar estas palabras de la carta del Sr. Javier R. a las que adhiero completamente “lo hicimos responsablemente…[..] estábamos en condiciones de afrontar las obligaciones impositivas que traía consigo. El aumento del valor de mercado no dependió de nosotros, ni tampoco la desvalorización de la moneda.”. También me he conducido siempre de manera conservadora y austera, no afrontando compromisos que no supiera que podría afrontar pero hoy en día, las distorsiones de éste y otros impuestos han alcanzado desproporciones monstruosas. Nuestras propiedades se han valorizado pero nuestros ingresos han seguido el camino contrario, y sumado a eso, debemos pagar tasas e impuestos a los Bienes Personales como si de hecho nos hubiéramos enriquecido. Es más, el impuesto a las ganancias que mensualmente se me ha deducido a lo largo de este año compensó el ahorro que procuramos a inicios de año cuando pasamos a 2 de nuestros hijos de una escuela privada a la estatal. Ya no nos queda más que recortar…

    1. Los testimonios que llegan a esta página parecen indicar que quienes nos gobiernan no tienen la menor idea de lo que ocurre en la calle, están a distancias siderales de los problemas que afectan realmente a sus gobernados. Lo más grave del caso es que aquí específicamente estamos hablando de alguien que se propone como alternativa al desgobierno nacional.

  5. El criterio aplicado por el GCBA es descabellado ya que el aumento del valor de una vivienda no tiene incidencia alguna en los ingresos de sus ocupantes, y da lugar a situaciones como la relatada en el mensaje que Ud. cita. Algo similar ha ocurrido con los consorcios, a los que se les han enchufado numerosas responsabilidades ajenas al funcionamiento cotidiano de una vivienda, equiparándolos con empresas pero pasando por alto un detalle importante: los consorcios en sí no producen ganancias ni pueden trasladar costos. Todo sale, al igual que el caso de esta nota, de los bolsillos de sus habitantes.

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