Tolerancia cero

Como si fuera víctima de una gripe invernal, la intelectualidad vernácula, la progresía ilustrada, padece colectivamente un ataque de lo que podríamos describir como el “síndrome de Paenza” en homenaje al científico que antes que nadie dio a conocer los síntomas: “¡Ah, pero yo recién me entero!”. Puedo tener distintos grados de tolerancia con determinados sectores de la sociedad que de buena fe depositaron su confianza en el kirchnerismo. Pero respecto de la autodenominada “gente de la cultura” tengo tolerancia cero. No puedo tenerla con estos profesores de hipocresía, técnicos en arrimarse al sol que más calienta, licenciados en corrección política, maestros en el arte de encubrir los más pequeños intereses con las más altas palabras del idioma. A fin del año pasado se dieron cuenta, contra sus cálculos y expectativas, que el viento había empezado a soplar para otro lado, y no sabían como hacer para dar la voltereta en el aire de manera que su indignidad resultara lo menos evidente posible. Entonces llegó Lopecito y su espectáculo de monjas, dólares y cumbia para sacarlos del apuro. Y ahí fueron asomando la cabeza de a uno: el músico que animó los bailes de la ex presidente en Plaza de Mayo, la escritora que se esmeró con sus columnas oficialistas para conseguir un pasaje a Francfort o a Paris, el actor de tantos éxitos financiados por el Estado y vistos por nadie, la actriz de activa militancia contractual, todos llorando en los medios lágrimas de cocodrilo, admitiendo con falsa compunción haber sido víctimas de engaños, espejismos y embelecos. Y esto es lo que menos tolero de todo lo que no tolero. Porque es justamente su cacareada condición de “gente de la cultura” la que les imponía responsabilidades, la que les exigía informarse antes de hacer uso de la palabra. Nadie puede ahora alegar ignorancia, porque la corrupción kirchnerista se conoce desde hace una década, cuando políticos, periodistas y otras personas ajenas al “palo” progresista comenzaron a hacer públicas sus denuncias, sus comentarios (como los de este sitio, que se publica desde el 2008), sus investigaciones, al principio casi marginales porque la gran prensa estaba en otra cosa. Los intelectuales y artistas que dieron su apoyo al kirchnerismo no tienen excusa: lo hicieron a sabiendas, fueron cómplices y encubridores del robo más grande cometido contra el pueblo argentino por el gobierno más corrupto, inepto y mentiroso de su historia. Ahora háganse cargo. –S.G.

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1 opinión en “Tolerancia cero”

  1. Ya es hora de que los argentinos se hagan cargo de sus actos. Me gusta la gente que dice “las cosas como son”, en primera persona y sin atenuantes, ya que quienes abusan de éstos no suelen hacerlo por prudencia sino a causa de su lisa y llana cobardía. Gracias por su labor periodística.

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