Tiempo de definiciones

La tradición dice que un nuevo presidente goza de 100 días de luna de miel con su electorado, período durante el cual no se lo critica, se le toleran los errores, se subrayan los aciertos. La idea es que, como cualquier persona nueva en un cargo, necesita un cierto tiempo, a la vez para familiarizarse con el poder y para ser reconocido como quien ejerce ese poder. Mauricio Macri no disfrutó de esos 100 días: ni siquiera le concedieron 100 horas. Dejemos de lado la previsible reacción política kirchnerista, obligada a elaborar su duelo con marchas y mitines cada vez más delgados. Los retos importantes vinieron de las mafias enquistadas en la sociedad argentina: los parásitos que viven del trabajo ajeno se apresuraron a tomarle el pulso, a medir hasta dónde va en serio su promesa de limpiar la casa y ponerla en orden. “Conozco quién es quién”, dijo Macri 96 horas después de asumir, cuando ya habían comenzado los desafíos. En un extremo, la mafia de cuello blanco, como los bancos, que no querían hacerse cargo de su complicidad en la maniobra K con el dólar futuro, o los que esperaban una devaluación por decreto, no un mercado libre (y que siguen presionando todavía, con operaciones periodísticas y operaciones de mercado). En el otro extremo, la más violenta y más generalizada mafia que controla una vasta gama de negocios marginales: desde el narcotráfico, la trata, la venta de armas y el juego hasta la reventa de entradas, los manteros y los trapitos; esta mafia fue la que dijo presente con la espectacular fuga de tres condenados por un triple crimen relacionado con las drogas. En el medio, una siniestra red de policías, gendarmes, espías, jueces, fiscales, abogados, políticos y traficantes de influencias, que facilitan y protegen el accionar mafioso, de cuello blanco y de cuello sucio. Esta red fue la que amparó la escapada de los tres prófugos hasta su recaptura casi dos semanas después, les proporcionó dinero, armas y vehículos, engañó a los investigadores con pistas falsas, y al propio gobierno con informaciones incorrectas. Esa red no sólo estará a cargo de la defensa legal de los tres apresados, ¡sino también de la acusación! El fiscal que tiene a su cargo la causa aparece ligado a una galería de personajes pertenecientes al mismo entorno que rodea a los prófugos. Macri dijo que sabía quién era quién. Por su condición de ex empresario conoce a las mafias de cuello blanco, por su condición de ex dirigente del fútbol conoce a las mafias de cuello sucio. Un viejo conocido suyo, alguna vez jefe de la barra brava del club, apareció apedreando la casa de gobierno bonaerense en lo que parecía ser una protesta de empleados públicos despedidos. En su primer mes de gobierno, sin una semana de respiro, Macri recibió un generoso anticipo de lo que le espera si efectivamente quiere combatir las mafias, y de los inciertos instrumentos con los que cuenta para hacerlo: tanto la justicia como las fuerzas de seguridad e inteligencia están infiltradas, y será una tarea difícil separar allí el trigo de la paja. Pero ése es el mandato que el nuevo presidente recibió, y allí es donde la sociedad va a tener puesta la mirada, especialmente porque la ausencia de un viento de cola y el desastre económico heredado no le van a permitir el reparto de placebos para adormecer conciencias, como hicieron sus predecesores. Es tiempo de definiciones. Probablemente, mejor dicho necesariamente, el Macri de los próximos meses habrá de parecerse mucho más al estereotipo de Macri construido por los progresistas que a ese hombre de hogar y de amigos, benevolente y comprensivo, dialoguista y amistoso, componedor y buen administrador que sus publicistas le recomendaron ser.

–Santiago González

Califique este artículo

Calificaciones: 3; promedio: 5.

Sea el primero en hacerlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *