Murena y la crisis argentina

Hace seis décadas, este pensador describía los ingredientes de un conflicto que todavía no acertamos a comprender, ni a resolver

Dos años después del golpe de estado que derrocó a Juan Perón, H. A. Murena publicó en la revista Sur unas “Notas sobre la crisis argentina”. La primera comprobación de su ensayo fue que la crisis no era una circunstancia del momento sino un proceso que llevaba ya tres décadas, y no tenía perspectiva de resolverse. Murena no era un pesimista sino más bien, como habría dicho Emmanuel Mounier, un “optimista trágico”, y no le cerraba la puerta a la posibilidad de que el país... Continúa →

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Crisis, inteligencia, milagro

En 1898 España perdió a manos de los Estados Unidos sus últimas colonias, circunstancia que parecía rubricar trágicamente un creciente deterioro político, moral y social. Los españoles sintieron que habían tocado fondo. El impacto sobre las conciencias fue tan grande que la intelectualidad de la época se sintió convocada a repensar España, en todos los términos y por todos los medios; a esos escritores y artistas se los conoce ahora como la generación del 98. En el verano del 2001-2002 creímos que la Argentina había tocado fondo. No tuvimos una generación del 2000. La crisis generó apenas unos ensayitos de morondanga, brotados del oportunismo editorial: no vale la pena recordar los nombres de sus autores, todos los cuales, por otra parte, siguen trabajando y produciendo, rodeados de la más alta consideración pública. En la década recorrida desde entonces hemos advertido que en realidad no habíamos tocado fondo, que siempre se puede estar peor. Carlos Escudé acaba de decirnos que la Argentina no satisface el requisito mínimo que define a un Estado, la capacidad de defender su territorio, y que nos sobrevuela el fantasma de la disolución. Parece que ahora sí estamos tocando fondo, que esta vez es en serio. Pero no se percibe en el horizonte una generación del 2010. El momento quizás más dramático de nuestra historia no incentiva otro género que no sea el periodístico: la crónica policial de la mafia que se adueñó del poder, a cargo de autores varios, o la crónica social de la picaresca mafiosa, a cargo exclusivamente del ameno causeur Jorge Asís. La inteligencia argentina (si es que tal cosa existe: desde la década de 1960 no da señales de vida) parece aletargada, en estado de estupefacción: asiste impasible al desmoronamiento, más allá de las lúcidas vislumbres que aportan de tanto en tanto las columnas de Eduardo Fidanza, de Santiago Kovadloff, de Luis Alberto Romero. Continuar leyendo “Crisis, inteligencia, milagro”

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