Scioli, el heredero

¿Tiene sentido a esta altura hablar de otra cosa que no sea Daniel Scioli, este enigmático personaje cuyo perfil se desdibuja entre las cosas que dice para quedar bien con todos, en su propósito de convertirse en el próximo presidente de la Argentina, y las cosas en las que realmente cree, si es que cree en algo? La jornada del 25 de Mayo dejó dos cosas en claro: la primera es que ninguna otra fuerza política se le arrima siquiera al peronismo, o a su encarnación actual, el kirchnerismo, en voluntad de poder y en habilidad para traducir esa voluntad en un relato épico capaz de capturar la imaginación popular, y la segunda es que la presidente parece haberse convencido de que Scioli es su mejor opción como heredero del modelo. Tal como están planteadas las cosas, entonces, es muy probable que el gobernador bonaerense vea concretada su ambición en las elecciones de octubre. Cristina y su entorno no tienen demasiado aprecio por él, pero tampoco, en su hermética soberbia, lograron prohijar una alternativa. No tienen más remedio que confiar en Scioli si pretenden por lo menos que el próximo gobierno no fogonee las causas judiciales abiertas contra la presidente y su equipo; la estrategia trazada desde Olivos parece orientada a rodearlo y condicionarlo con cuadros propios para que mantenga vivos los fuegos del “modelo” y no se apodere de sus banderas. En junio la presidente se reunirá una vez más con el papa Francisco, cuyas opiniones sobre la sucesión ya conoce. El lugar relevante que reservó para Scioli en el Tedeum de Luján fue una señal dirigida al Vaticano, y también un reconocimiento para el Pontífice que siempre le brindó un recibimiento cordial. Scioli respondió el gesto con una carta. “Sé que en octubre alcanzaremos la victoria”, le prometió a la presidente. Sin embargo, es probable que Cristina difiera una definición explícita hasta último momento e inclusive que se abstenga de cualquier dedazo y promueva una interna entre Florencio Randazzo y Scioli, lo que fortalecería todavía más al gobernador. Una década de fidelidad perruna a los Kirchner, de soportar sus agravios, desdenes y manipulaciones, parece haber dado finalmente sus frutos: al menos en el terreno de la superestructura, se diría que Scioli cuenta en este momento con los apoyos necesarios como para imaginar que la coronación de sus ambiciones está cerca.

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¿Cuál es entretanto la temperatura de la calle? ¿La opción presidencial se corresponde con las preferencias del electorado? Es difícil describir el estado de ánimo de la gente en términos de preferencias. Ninguno de los aspirantes a suceder a Cristina ha logrado todavía, y dadas sus personalidades es difícil que lo logren en el futuro, cautivar al electorado. Ninguno propone un sueño, una idea trascendente de la patria, capaz de seducir, de enamorar a los ciudadanos, capaz de arrancarlos de la inmediatez de sus problemas cotidianos, de proyectarlos hacia el futuro, de embarcarlos en una gesta de reconstrucción nacional que los decida a resignar beneficios presentes para construir un porvenir distinto, más digno, mejor cimentado. Ninguno de los precandidatos opositores ha demostrado la claridad de visión que define al estadista ni la capacidad de comunicación que caracteriza al líder, esas cualidades que la presidente imposta en sus discursos. Lo que el país necesita, y no encuentra, es justamente un estadista, un líder, porque aunque los liderazgos personales repugnen al espíritu republicano, para sacar a la Argentina del abismo decadente en que se encuentra se necesita uno de esos líderes inspiradores que han permitido a naciones probadamente democráticas vencer en la guerra o superar crisis aparentemente insuperables. Lamentablemente,  ninguno de los precandidatos opositores muestra altura de líderes o estadistas. Esto no quiere decir que no la tengan: nadie sabe cómo reacciona la gente cuando la historia le dice que ha sonado su hora. Pero hasta este momento, ninguno de ellos ha logrado atrapar el interés de los electores en esos términos.

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Macri, que se perfilaba como el gran retador del kirchnerismo, no parece conseguir, a pesar de su acuerdo con el radicalismo, respaldos significativos en el interior del país excepto tal vez en Córdoba y Santa Fe, y nadie puede tomar en serio la candidatura de María Eugenia Vidal en la decisiva provincia de Buenos Aires. ¿Quién puede darle votos entonces en las próximas elecciones? En principio, la “parte sana y principal” de algunas grandes ciudades, furiosamente antiperonista y antikirchnerista, y sus imitadores de clase media, tal vez buena parte de los productores agropecuarios, agobiados por los impuestos y la incomprensible hostilidad oficial, y algún segmento del mundo económico y financiero que crea poder posicionarse mejor que con los Kirchner. Interesante, pero insuficiente. La negativa del líder del PRO a aceptar a Sergio Massa como candidato a la gobernación es, por lo menos, intrigante. Es evidente que Ernesto Sanz o Elisa Carrió no tienen mucho interés en ser presidentes, pero ¿Macri? ¿O acaso percibió a tiempo lo de Scioli, y prefiere conservar la “pureza” con vistas al 2019?

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Hay otro peronista interesado en llegar a la presidencia y éste sí con vocación de poder y cualidades de liderazgo: el cordobés José Manuel de la Sota. Pero el tiempo pasa y De la Sota no encuentra los apoyos necesarios. Tal vez imaginó que podría atraer el respaldo del peronismo no kirchnerista, pero los peronistas de cualquier pelaje van a lo seguro, como lo demuestra el apresurado retorno al oficialismo de quienes se habían anotado imprudentemente en el “experimento Massa”. El gobernador optó últimamente por embarcarse en una primaria con Sergio Massa, tal vez buscando otros caminos para alcanzar el objetivo de acaudillar al peronismo no kirchnerista. La jugada en todo caso parece tardía: la figura de Scioli conforma a todos los peronistas, particularmente porque tiene posibilidades ciertas de conseguir el poder. Si los genios que concibieron el “experimento Massa” le hubieran prestado oportunamente atención al “gallego” tal vez otra sería hoy la historia. Si el Partido Justicialista tuviera dirigentes con consistencia ligeramente superior a la del flan, la interna peronista se disputaría entre Scioli y De la Sota.

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Carente de opciones sugestivas, la gran mayoría del electorado irá a lo seguro, a lo que le permita esperar una transición sin sobresaltos. En el imaginario popular, Scioli encierra esa promesa. Y la gran mayoría de los poderes fácticos, especialmente esos que prosperan al abrigo del estado, sabe que podrá encontrar en Scioli la clase de seguridades que sólo un peronista les puede ofrecer. El panorama se aclaró súbitamente, y es probable que veamos en las próximas semanas una creciente distensión del clima político y un ligero mejoramiento de esos indicadores económicos que miden más bien el ánimo de la gente y las expectativas del mercado, como el nivel de consumo o el valor del dólar libre.

–Santiago González

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9 opiniones en “Scioli, el heredero”

  1. Me gustaría saber, y creo que a muchos otros, qué haría Scioli si se hace con la presidencia. Si impone su agenda o sigue siendo un títere de la Corporación K. Mis instintos me dicen que sería la primera opción, más viendo la cantidad de veces en las que fue vapuleado, boludeado, y él siempre ignorando los agravios y firme en su último objetivo de lograr sentarse en el sillón presidencial.

    La segundas preguntas entonces serán… ¿podría llegar a imponer su postura? ¿cuánto tiempo tardaría en hacerlo desde que asuma? ¿qué harían las agrupaciones y aparatos kirchneristas? ¿lo seguirían? ¿se le pondrían en contra?

    1. Uno piensa que alguien que tuvo desde siempre la ambición de llegar a la presidencia de la Nación, que hizo una carrera política, que pagó todos los derechos de piso, cuando finalmente lo consigue se compromete con alma y vida para convertir sus sueños en realidad. Uno piensa eso, y estaría dispuesto a esperarlo de Scioli. Pero ahí está el ejemplo de Fernando de la Rúa, que recorrió todo ese camino y cuando llegó a la presidencia no supo qué hacer con ella. Hay gente que está a la altura, y gente que no lo está; la función de discriminar a unos de otros le correspondería a los partidos políticos. Pero ya no hay partidos, por lo que no queda otra opción que probar y ver. Respecto del kirchnerismo remanente, la Cámpora y todo eso, creo que carecen de conciencia política, organización y voluntad. No plantean problemas distintos de la herencia de ñoquis en general.

  2. Creo que aceptar a Massa hubiera desacreditado a Macri, y de Scioli…¡qué podemos decir! será un títere de la mafia que realmente maneja el país. Pero ya que lo ha mencionado en esta nota, me gustaría que alguna vez ahondara en la actitud del papa Francisco con relación a la política (y a los políticos) argentinos. Realmente he encontrado señales contradictorias ya que el apoyo literal que parece dar al peronismo (recibiendo a todos y cada uno de los delincuentes que van a desfilar al Vaticano) va encontra de los principios que parece predicar y reivindicar en su gestión amplia como Papa y que se celebran (a nivel mundial) como avances en la ética del catolicismo. Gracias.

    1. Bueno, no estoy seguro de que el Papa haya recibido a todos, ni tampoco de que todos sean delincuentes. Ciertamente, recibió a algunos que yo no recibiría en mi casa. Pero mi casa es mía, y es de ladrillos, y la del Papa… no le pertenece y es más bien de orden espiritual. Recuerde que Pontifex es el que tiende puentes, no el que los bloquea. Los gestos del Papa tienen efectos políticos, pero no se los puede medir con la misma vara que se mide a los políticos.

  3. La gente está muy mal: por un lado, los votantes K le tienen mucho miedo al “ajuste de la derecha” y, por otro lado, todos tenemos miedo a la desintegración institucional. Ya no se respetan límites: los sucesos de Monte Hermoso, el incidente del gas pimienta… En este contexto la oposición debió moderarse en sus críticas, en especial después de todos los asesinatos (incidentes aislados eh): el periodista Omar Bello, el asesor de Stolbizer (relacionado a la causa Hotesur), los directivos de la rural cuya avioneta explotó…

    En fin, ignoramos muchas cosas y en especial cuánto aguantará el estado de bienestar. Hay un fuerte hermetismo en torno a las conversaciones entre Scioli y Macri (las conversaciones con Massa, en cambio, son de dominio público) . Aunque yo no piense así, puede que lo más conveniente sea que el peronismo pague de una vez por todas el costo político del ajuste, de forma que nadie pueda confundirse. Duhalde le echó la culpa a De la Rúa y a Cavallo. Scioli no podrá hacer lo mismo con Cristina.

    1. Si llega a la presidencia, Scioli va a tener que hacer algo con la economía para enderezar el desmadre que heredará. Mucha gente piensa que, siendo peronista, no va a hacer el “ajuste de la derecha”. Se olvidan de que el “ajuste de la derecha” más cruel, regresivo y “asimétrico” lo hizo Eduardo Duhalde. El peronismo puede ser de izquierda o de derecha, según le convenga. Lo que no puede ser es liberal.

  4. Sería interesante saber quiénes respaldan a Scioli, y en base a qué. Si la política del gobierno central es nefasta para los productores agrícolas –en particular pequeños y medianos– la gestión de Scioli no ha hecho más que empeorarla. Entre otras cosas, adelantó el pago de los impuestos para financiar su campaña –algo que sería inconcebible y aún ilegal en muchos países. Aún está por verse qué reciben los contribuyentes a cambio de tan exorbitante tributación. Por cierto, no las impescindibles mejoras en las rutas vitales y mucho menos secundarias. Es ciertamente deprimente y desalentador que este individuo termine a la cabeza de nuestro vapuleado país y más deprimente aún que los votantes tengan tan poca visión y noción.

    1. A Scioli lo respalda -o al menos eso parece- el kirchnerismo porque cree que es su mejor garantía para no ir preso; también lo respalda el peronismo en general, porque cree que es su mejor garantía para mantenerse en el poder. Los tributos que paga el campo bonaerense van a parar al conurbano, fuente de votos decisiva.

      1. Excelente resumen. En realidad me expresé mal: hubiera querido preguntar quiénes votan a Scioli, quien ciertamente no goza gran popularidad en el interior. Pero me doy cuenta de que la respuesta a mi mal formulada pregunta está en su última oración. Gracias nuevamente.

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