Quemar a la bruja

El abuso de una menor en General Villegas volvió a poner en evidencia a una sociedad desaprensiva que abandona a sus hijos y sólo reacciona cuando se le piden cuentas.

En General Villegas, provincia de Buenos Aires, tres varones adultos abusaron de una menor de 14 años y festejaron su hazaña filmando la escena. Cuando el video se hizo público, la justicia abrió una causa contra los hombres. De inmediato, la ciudad fue testigo de varias marchas reclamando justicia… para los abusadores.

La comisión del delito es tan clara y contundente que no deja espacio para la opinión. Pero tanto en sus manifestaciones públicas como en lo que dicen en privado, los habitantes de Villegas parecen divididos en partes iguales: unos condenan sin titubeos a la chica, otros condenan a los tres hombres, como si la cuestión fuera opinable.

Esta incapacidad para entender lo que significa ser parte de un estado de derecho, esta dificultad para comprender que vivir en una sociedad organizada no es un don natural sino un hecho político que impone obligaciones, es un mal generalizado que enferma a la sociedad argentina, y que se manifiesta en abscesos cada vez más frecuentes.

General Villegas se encuentra a unos 450 kilómetros al noroeste de la capital argentina, allí donde la pampa deja de ser húmeda, la tierra deja de ser negra, y los pastos dejan de ser tiernos. Nació hacia 1890 al amparo de la Zanja de Alsina, con la que los pioneros de nuestra legalidad habían procurado contener la barbarie de los mapuches.

El general Roca terminaba por entonces definitivamente con la amenaza de los malones, pero la barbarie continuaría agazapada por todas partes, pese a los esfuerzos de Sarmiento. Ni los encargados de hacer cumplir las leyes, ni los obligados a obedecerlas, parecen tener en claro todavía en la Argentina lo que significa el imperio del derecho.

Los tres hombres de entre 24 y 31 años implicados en esta causa consideraron perfectamente natural atraer a una casa a una menor que, en palabras que el intendente Gilberto Alegre debe lamentar haber pronunciado, tenía fama de “ligerita”, e inducirla o forzarla a practicarles una fellatio simultánea a dos de ellos mientras el tercero filmaba.

La chica tenía entonces 14 años (esto ocurrió el año pasado, pero sólo ahora tomó estado público y obligó a la intervención de la justicia). Los tres hombres probablemente ni supieran que al tener relaciones con una adolescente estaban cometiendo un delito. La ley, sabiamente, no admite que un menor pueda consentir su participación en un acto sexual.

Y la ignorancia de la ley no justifica su incumplimiento. El fiscal de Trenque Lauquen Fabio Arcomano acusó a los tres de ser coautores del delito de abuso sexual agravado, en concurso con el delito de corrupción de menores y de difusión de material pornográfico. De ser hallados culpables, les correspondería una pena de ocho a 20 años de prisión.

Apenas se conoció la noticia, los parientes y amigos de los tres hombres, incluída la esposa de uno de ellos, promovieron una marcha en su defensa que atrajo a un centenar y medio de personas. “Apoyemos a las tres víctimas de esta injusticia. Toda una ciudad sabe la verdad”, decía un cartel, sostenido por una mayoría de mujeres.

Y comenzaron a difundirse los “antecedentes” de la menor: que mostraba una insólita madurez sexual, que a los 12 años se había fugado con un camionero, que por el pueblo circulaban numerosas fotos notoriamente exhibicionistas que ella misma se había tomado, etcétera. La víctima se iba convirtiendo en culpable.

El intendente Alegre se hizo eco de esas versiones: “Lo que pasa es que esta chica, dicen, tiene una actitud precoz en su vida sexual. Entonces todos repudian que ahora aparezca como algo forzado cuando fue complaciente. El común de la gente no tiene la visión de que si tiene 16 años es una cosa y si tiene 14, otra”, dijo.

“Nadie discute que hay una menor y que los mayores tienen que estar presos, pero también está la criatura a la que hay que atender y a nadie le interesa eso”, agregó el intendente. “Es una chica enferma, que requiere auxilio y tratamiento. Para Villegas este es un tema complicadísimo”.

En realidad, el tema es muy sencillo. Mantener relaciones sexuales con menores es delito. Punto. Lo complicado para Villegas es no entenderlo. “Un pueblo que se levanta en desconocimiento de la ley penal es grave”, reconoció el ministro de justicia bonaerense Ricardo Casal. El reclamo “demostró la anomia social sobre estas cosas”, agregó.

El intendente no fue el único confundido. En un medio de la capital federal, una psicóloga trató de explicar las “racionalidades” enfrentadas que animan a los defensores de la menor (“progresistas”) y a quienes defienden a los hombres (“tradicionalistas”). Este relativismo cultural induce a la creencia de que la ley es opinable para quienes deben cumplirla.

Otro diario nacional recurrió al testimonio de un experto para explicar la presunta “ninfomanía” de la joven, pero no encontró nada anormal en la conducta cobarde, artera, prepotente, sexualmente desviada de los varones –uno de ellos casado– como para someterla a la consideración de un especialista.

Nadie, por fin, puso el episodio en el contexto de un espacio mediático hiper erotizado, donde cualquier adolescente puede escuchar en la radio de la mañana y en la televisión de la tarde continuas referencias al “pete” y las “peteras”, y minuciosos informes periodísticos “de investigación” sobre la habitualidad de esas prácticas en las discotecas juveniles.

Basta con pararse frente a un quiosco de revistas, seguir la trayectoria de las jovencitas que logran instalar su imagen en el mágico mundo de la pantalla, observar lo que se ofrece a quienes llamen con el celular a determinado número, para darse cuenta de los modelos de comportamiento que una sociedad enferma ofrece a sus hijas.

Basta con sumar a esa andanada de imágenes el bombardeo continuo de argumentaciones a cargo de sociólogos, psicólogos y comentaristas acerca de la naturaleza “represiva” de las normas sociales para advertir la escasa influencia que padres y maestros pueden ejercer sobre la formación de los jóvenes, cuando efectivamente lo intentan.

Según testimonios locales, el video que muestra el desafortunado encuentro de la menor con sus tres abusadores venía circulando desde hacía tiempo por todos los rincones de la sociedad de Villegas, que de esa manera se convirtió en cómplice de un escarnio todavía mayor contra la joven. Sobre llovido, mojado.

Ignorante de la ley, tolerante respecto de la degradación de las costumbres, partícipe del abuso, la sociedad de Villegas, como la de la Argentina toda, prefiere reaccionar cuando la justicia la llama a rendir cuentas, a asumir responsabilidades. Y en este caso reaccionó con barbarie medieval, prefiriendo demonizar a la mujer, quemar a la bruja.

Aunque la bruja haya sido una chica de 14 años, de buen desempeño escolar, posiblemente con un desarrollo precoz, pésimos modelos, y trastornos de conducta muy específicos y tratables, que no parecen haber sido atendidos ni por sus padres ni por sus maestros. Como en otros casos que comentamos, le toca pagar la irresponsabilidad de los mayores.

En Villegas describen a los tres acusados como “los chicos”. En la Argentina, todos somos “chicos” y “chicas” hasta que el Botox o el Viagra ya no surten efecto. Entonces nos convertimos repentinamente en ancianos. Nos salteamos la edad de la madurez, la razón y la responsabilidad. Por jóvenes o por viejos, nos consideramos siempre inimputables.

–Santiago González

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8 opiniones en “Quemar a la bruja”

  1. En 1990, Clarín entrevistó a Jesús Martín-Barbero. En esa nota, publicada bajo el título: Las brujas pusieron en jaque a la cultura moderna, el filósofo español, semiólogo y maestro de la antropología, explicaba que a finales de la Edad Media, las brujas eran perseguidas porque con su magia y su seducción, ponían en juego la racionalidad del hombre moderno. En 2010, la hechicera se apoda Laura, tiene 15 años y vive en General Villegas.

    Laura es peligrosa. Tiene el poder de dominar la voluntad de los hombres hasta hacerlos perder la razón. Y no sólo eso, puede sumergir a un pueblo en la más extravagante incoherencia.

    Pero sería injusto referirse a toda la sociedad de General Villegas, porque aunque la cordura y la sensatez no se manifiesten en la plaza, quiero pensar que existen y que asisten a la mayoría de las personas que allí habitan. Sin embargo en estos días se han escuchado a algunas personas que, atribuyéndose la voz del pueblo, se congregaron en defensa y apoyo a las “tres víctimas”, léase abusadores sexuales de General Villegas.

    Caza de brujas: A diferencia del Medioevo, hoy ya no se necesita de una hoguera pública para terminar con la brujería. La tecnología ha hecho su aporte: el youtube y las cámaras de los celulares son medios muchas más públicos y mucho más cobardes, para quemar la inocencia de un solo clik. A Laura la quemaron en la hoguera tecnológica de General Villegas.

    Pero la quema no alcanza, porque a diferencia de María Soledad, de Sandra Ayala Gamboa o de tantas otras víctimas, la bruja sigue viva y es más peligrosa para el pueblo que tres hombres capaces de abusarla. Por eso la gente pide a gritos “que se vaya de General Villegas”. Me pregunto qué garantiza mudar a la bruja cuando el delito habita en la cabeza de los hombres y se justifica en la de sus mujeres.

    “…En el pueblo todos saben quién es (Laura)”. Evidentemente lo que el pueblo desconoce es la existencia de la Convención de los Derechos del Niño, incorporada a la Constitución Nacional por la reforma de 1994. Evidentemente, lo que el pueblo tampoco sabe es que existe una Ley (26.061) de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Ni que decir del Código Penal Argentino.

    En el pueblo todos saben, pero niegan, ocultan y encubren. Si sumamos abusadores, a quienes circularon el video fomentando la pornografía infantil, a quienes ocultaron ambos delitos y a quienes en las manifestaciones hicieron apología de ellos, andaremos por lo menos cerca del “medio pueblo que tiene que ir preso”, tal como decía otra de las señoras .

    “A la nena que la cuiden los padres”, a los tres abusadores los cuida el pueblo. Los abusadores “son chicos de pueblo” gritaba exaltada una señora, mientras arengaba a la manifestación. ¿Qué se pretende explicar o justificar al decir “son de pueblo? ¿Ser de pueblo garantiza inocencia? ¿Significará que tienen el alma limpia de culpa como los niños? ¿O significará que se los puede eximir de culpa ante un delito o una mala acción? En todo caso Laura, la niña abusada, también es de pueblo.

    “ …No mató, no robó, no vio….”. Decía la mujer de uno de estos pibes. Estimada esposa del señor abusador: a su marido no se lo acusa ni de homicidio, ni de robo, ni del desastre ecológico producido por el derrame de petróleo en el Golfo de México. Si así fuese cuente conmigo para marchar de su brazo pidiendo justicia. Mientras eso no suceda, invito a usted y a quienes la acompañan en estas descabelladas marchas, a conocer y difundir los Derechos del Niño y del Adolescente y a exigir que se hagan realidad.

    En todo caso “el tema de las madres y LOS PADRES con las hijas sería grave” …..acaso los padres no llevan de las mano a sus hijas? ¿Es sólo responsabilidad de las madres la indumentaria de las niñas? ¿Acaso no hay niños vestidos de hombrecito caminando por las veredas? Esto último incentivaría a las mujeres mayores a abusarlos?

    El abuso sexual nada tiene que ver con la vestimenta. Insisto en que la responsabilidad pasa por cada uno de nosotros y no por quién y cómo camina en la vereda. De nosotros depende apagar la TV, cambiar de canal, desenchufar la PC y enseñar a nuestros niños acerca de sus derechos y su reponsabilidad para con el cuerpo del otro/a.

    Silvina Rindone.

    1. Estoy en todo de acuerdo con su excelente comentario, excepto con sus dos párrafos finales. Es cierto que la vestimenta no tiene que ver con el abuso, pero tiene que ver, creo, con una exacerbación prematura de la sexualidad, tal como la expresan los adultos, en niñas o niños, que la manejan de otro modo. Esto es más frecuente en el caso de las niñas, la mayor parte de las veces acicateadas por sus madres (o tías, o lo que fuere) que viven en ellas vicariamente vaya a saber qué fantasías personales.

      El argumento de la responsabilidad personal, por otro lado, es muy válido pero tiene sus limitaciones. Lo que se difunde por los medios es un fenómeno social, y es la sociedad la que debe responder con sus críticas. En una sociedad mediatizada como la actual, apagar la TV y desenchufar la PC puede dar lugar a problemas tanto o más graves como los que pretende resolver.

      Gracias Silvina por su aporte a este sitio.

  2. Si en pleno mediodía podemos encontrar en un canal de aire un meneo de traseros femeninos al compás del “bidetazo, ese chorro guaso..” creo que ya nada puede sorprendernos….

    1. El responsable de que esas cosas ocurran se llama Gabriel Mariotto, quien encabeza el equivalente actual del COMFER. Pero dedica su tiempo a los más altos objetivos de promover la nueva ley de medios y hacerle la vida entretenida al grupo Clarín. Gracias por su comentario.

  3. “Señorita, ¡la bruja me está haciendo un pete!”. Yo coincido con la idea de que debe ser una bruja. Si no, ¿cómo se explica que una chica de 14 años haya podido obligar simultáneamente a tres adultos a abusar de ella? Ahí está la mano de Satán. Quemémosla y cada uno a su casa, que acá no pasó nada.

  4. Coincido totalmente. La ley es clara con respecto a la minoría de edad y los 3 mayores que participaron deben ser castigados de acuerdo a lo que la ley dice. Después en un juicio se determinará si hay atenuantes o no, pero no hay parcialidad. El argumento de que la chica es ligera y “sedujo” a los tres hombres no es justificativo alguno. Para el caso, un ladrón que roba tiene iguales o mayores justificativos, sea para poder comer y vivir, o sea por verse tentado, producto de una sociedad que estimula el consumo y a estar “al día” con lo que está de moda.

    Igualmente creo que el principal problema está en el mensaje constante que se transmite a toda la sociedad, mensaje de que las mujeres que se ponen en bolas son las que llegan al éxito y a la fama, entre otras cosas. Para los adultos puede ser pícaro, pero para los jóvenes es un mensaje muy claro. Los medios grandes, chicos, opositores y oficialistas son cómplices, así como la inacción de los políticos a todo nivel.

    Se pueden ver mujeres en pelotas en varias revisras, en la tapa del diario gratuito El Argentino… claramente oficialista y financiado por el gobierno, en los programas del Trece del grupo Clarín, en América TV… no se salva nadie, y todos miran para otro costado. Incluso, en el diario deportivo Olé, hay publicidad de una especie de Fotolog de Clarín en la que siempre van rotando pendejas que muestran sus pechos en poses sugerentes, y esto es una constante de hace tiempo.

    También es un problema de la familia… hace un tiempo, en una nota sobre pedofilia, entrevistaban a una madre X que aprobaba las fotos sugerentes de su hija tildándola de “artísticas” cuando todos sabemos que son para provocar.

    En fin… hay que alzar nuestras voces en contra de la basura que nos rodea y la basura con la que quieren enfermar a los jóvenes y futuras generaciones que, cada vez más, van a ir pidiendo y generando más basura.

    1. El tema de las madres con las hijas, que usted señala, es particularmente grave. Continuamente uno se cruza por la calle con mujeres que llevan a chicas de cinco o seis años vestidas como bataclanas. Gracias por su aporte.

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