Lo que no te mata…

En el ballotage del domingo el PRO recibió un saludable baño de realidad. La prolongada permanencia en el poder nunca es buena, y en el PRO había generado una malsana tendencia a privilegiar el relato por sobre el trabajo –las mejores obras del macrismo en la ciudad se remontan a sus primeros cuatro años– y una soberbia triunfalista reflejada en la seguridad de que iban a ganar de cualquier manera, que no debían explicar nada ni hacer rendiciones de cuentas, y que el vecino se conformaba con sus sonrisitas, sus nombres de pila, sus globitos y sus discursos sin contenido. El domingo esa actitud equivocada recibió un soberano sopapo, que tomó a sus dirigentes desprevenidos. En su centro de campaña el PRO puso en escena una euforia que no se compadecía con los números, Horacio Rodríguez Larreta recitó sus habituales ñoñerías, María Eugenia Vidal ofreció un emotivo discurso escolar, y Mauricio Macri, el más desorientado de todos, pronunció un extemporáneo mensaje de campaña en el que dijo todo lo que no debía decir. Ninguno intentó una lectura de lo ocurrido en la jornada.

Y esa lectura habría sido interesante: el PRO se impuso en sólo seis de las 15 comunas de la ciudad. En el corredor norte, donde reside el núcleo duro de la enemistad hacia el gobierno nacional, el apoyo al PRO tuvo menos que ver con la gestión que con la ideología. Lo contrario ocurrió en las comunas del sur, donde el macrismo hizo obras y tomó decisiones que buscan cambiar el perfil de una zona postergada, y en las del noroeste, donde opera la Policía Metropolitana. El resto de la ciudad, donde reside la gente que lidia cotidianamente con los problemas de la vida, consideró que no tenía nada que agradecerle al oficialismo porteño. El gran problema para Mauricio Macri es que justamente ése es el perfil social del votante que debe conquistar si quiere llegar a la presidencia de la Nación.

Lo que no te mata te fortalece, dice la sabiduría popular. Pese a que nunca, ni en Santa Fe, ni mucho menos en Córdoba, ni siquiera en su feudo capitalino, el PRO logró ese triunfo local contundente capaz de potenciar las aspiraciones políticas de su máximo representante, y que en la CABA habría sido una diferencia de votos no menor al 10 por ciento respecto de su contrincante, esta relativamente joven parcialidad política no está muerta, ni mucho menos. Las elecciones locales siguen su lógica propia, y nada dice que quienes no votaron al PRO y sus aliados en tal o cual distrito, vayan a negarle su voto a Macri en las elecciones nacionales. Allí las cosas en juego son otras, y corresponde ahora al macrismo y sus estrategas convertir en fuerza los resultados pobres, pero no letales, que viene recogiendo.

Para cambiar la onda, Macri debería hacer varios esfuerzos: primero, exhibir la energía que demuestre que verdaderamente quiere ser presidente; segundo, construir a grandes rasgos en la intimidad de su espíritu la imagen el país que quisiera legar a sus hijos si llegara a la presidencia, y tercero, someter ese proyecto a consideración de los votantes de una manera convincente y auténtica que no sería difícil de lograr si las dos primeras condiciones se cumplen. Lo que no mata fortalece… si se aprenden las lecciones. El candidato del PRO tiene menos de un mes, hasta las primarias nacionales, para demostrar que las ha aprendido, para contrastar su sueño con el de Elisa Carrió, que conocemos, y el de Ernesto Sanz, que no conocemos.

Además de lo dicho, Macri va a tener que lidiar con el poder económico, el establishment, que todavía no se ha decidido entre él o el oficialista Daniel Scioli. El domingo se vio al grupo Clarín (sobre el que los propósitos pedagógicos de la ley de medios no parecen haber surtido efecto) operar descaradamente en contra de Macri y en favor de Scioli. Al cerrar los comicios a las 18, el grupo anunciaba “Gana el PRO por el 10 por ciento”, mientras que La Nación se quedaba con un prudente “Comienza el recuento de votos”. ¿La Nación tenía mejor información que Clarín? No. Clarín inflaba la euforia, para que más tarde la frustración fuera más intensa. Como remate, su canal de noticias convocó en la noche al gobernador bonaerense para que comentara la elección porteña.

Si Macri gana las primarias y se convierte en referente de la oposición al kirchnerismo, se encontrará ante una encrucijada: podrá guiar a la Argentina por el camino de la República, de las instituciones, de la decencia y de la justicia, de la libertad política y económica, el camino que el país está demandando, o podrá intentar convertirse en líder de una suerte de neoperonismo sin PJ, de un brazo electoral del establishment, tentación que no es inédita en la Argentina. Su gestión en la ciudad, su manera de relacionarse con los grupos económicos y sindicales que operan en ella, la vacuidad de muchas de sus promesas, el estilo de sus campañas electorales, espectaculares y sin contenido, el mensaje mismo que pronunció el domingo por la noche, apuntan en la segunda dirección. Pero todo está en discusión. Macri va a repensar muchas cosas en las próximas semanas, por el bien de todos esperemos lo mejor.

–Santiago González

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3 opiniones en “Lo que no te mata…”

  1. Buen día. Noté a muchos liberales exaltados con el discurso de Macri, quien se presentó como un kirchnerista que “administraría bien” lo estatizado. Creo que hay un error conceptual de fondo, y es no darse cuenta de que el PRO nunca tuvo el objetivo de construir un GOP de derecha liberal. A esta altura uno no puede seguir acomodando la realidad en base a estos anhelos (aunque sean completamente razonables).

    Ya el año pasado esto estaba claro. Cuando Lilita se levantó con la carterita y capitalizó toda la atención de la prensa, declaró en varios programas que “el PRO no es la derecha moderna” (en referencia a la chicana de Solanas).

    Hay otro matiz: la (no) identidad del PRO viene definida por su ambigüedad original, pero también por la propaganda kirchnerista. La opinión pública en general cree que el PRO es la derecha únicamente porque los K lo inflaron como “el enemigo”, intentando minimizar las luchas dentro de su partido. Después de la convención de Gualeguaychú, en particular, puse el análisis de 678 y noté que la propaganda en contra de Macri es brutal: repiten una y otra vez “Macri, Bullrich, ajuste, noventa, Menem, Cavallo, golpe, derecha”, con sonidos de los disparos, y la imagen de los saqueos y el helicóptero de De La Rúa. Recién este domingo el PRO blanqueó, con todo derecho, su postura ideológica: una izquierda tecnócrata pro-mercado.

    Nuevamente, estamos ante un error si pensamos que las palabras de este discurso fueron una decisión unilateral de Macri: el discurso fue aprobado por Sanz y Carrió. Nadie quiere presentarse como “el candidato del ajuste”. La ofuscación (nuevamente, casi infantil) de los liberales está fuera de lugar: ¿qué esperaban? Lo que anunció Macri me parece lo más razonable. Viene hablando hace mucho tiempo del “cambio” y por fin definió qué es lo que entiende por ello. Teniendo en cuenta el ajuste que se viene (tarifas, transporte, monetario), si elimina los subsidios sociales se pondría a la mitad del país en contra. Sería el fin del PRO, de la UCR y de la CC. “Cambio con continuidad” es lo más lógico de anunciar y hacer desde una alianza que recién empieza a jugar fuerte en la arena de la política nacional. (Incluso el Mingo mantuvo vigente el austral hasta que anunció el Plan de Convertibilidad.)

    Finalmente, lo que decidirá el destino de la República será el voto progresista y comunista. Hoy tanto el FPV como Cambiemos están palo a palo, mordiendo los 40 puntos. Creo que la “kirchnerización” del discurso de Macri responde a este motivo. El dúo Carrió-Macri ejecuta la clásica rutina “good cop, bad cop” cuando se dirige al electorado de Binner-Stolbizer. Espero (al igual que usted) que, con “los medios hegemónicos” en contra, y con sus propios defectos y limitaciones humanas, se comporten a la altura de la situación.

    P.D.: Después de escribir este largo comentario, leí esto. http://www.lanacion.com.ar/1812491-marcos-pena-en-lo-estructural-no-es-un-cambio-de-discurso // Al parecer, se avivaron.

    1. Comparto su muy inteligente análisis. Dos salvedades: No llegaría a describir al PRO como una “izquierda tecnócrata”; tampoco me gusta mucho usar las categorías derecha-izquierda en la Argentina, excepto con quienes las asumen como propias (vale decir, la izquierda; aquí nadie se reconoce como de derecha). Usando categorías locales, lo veo como una mezcla de desarrollismo con radicalismo: tecnocracia, orientación pro mercado, republicanismo, una parte de sensibilidad social y otra de nacionalismo. La otra salvedad: creo que Macri eligió el peor momento para blanquear esas cosas. El resultado en la ciudad no era el esperado, iba a haber peleas y pases de factura, y en ese contexto las declaraciones de Macri fueron entendidas de la peor manera, por propios y ajenos. Por eso escribí que Macri había dicho lo que no tenía que decir… en ese momento. Gracias por su comentario.

      1. Exacto, no me quería extender mucho más: esa particularidad argentina de la convivencia de derecha e izquierda en un mismo partido (alfonsinismo vs “línea córdoba”; perón-menem vs montoneros-zanini) es parte de una crisis de representación difícil de explicar y comprender. Coincido con que Macri debería haber definido su identidad hace ya un tiempo y este domingo no supo hacerse entender, por lo que tendrán que hacer un esfuerzo adicional de comunicación. Pero no creo que estén “estafando” ideológicamente a sus votantes de derecha. Finalmente, uno es libre de decidir.

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