Hasta ahora conocíamos a Martín Lousteau por la 125, por haberse peleado con Guillermo Moreno, y por haberle robado un beso a Juanita Viale (que no es poca cosa). Después de su candidatura a la jefatura de gobierno porteña, le conocemos temple de político: durante dos semanas soportó toda clase de presiones para que la resignara, luego de que en primera vuelta quedara veinte puntos abajo del candidato oficialista. Las presiones comenzaron temprano, en la noche misma del escrutinio, pero esa misma noche Lousteau dijo que no pensaba bajarse y que iba a competir. Los ataques arreciaron en los días siguientes, tanto en la gran prensa, que lo trató más o menos como un niño caprichoso, como en las redes sociales, donde los republicanísimos simpatizantes del PRO lo insultaron en todos los idiomas. Pero el hombre entendió que había asumido un compromiso con sus votantes, que la ley decía que debía haber ballotage, y que la ley había que cumplirla. Entonces sus enemigos optaron por las campañas sucias, como supuestas encuestas que preguntaban al vecino si estaba de acuerdo con el derroche de dinero que significaba la realización de una segunda vuelta “innecesaria”, y las operaciones habituales, como la divulgación de otras supuestas encuestas que auguraban un amplio margen de ventaja para su rival. Pero en el PRO sabían cómo eran las cosas y el candidato de Propuesta Republicana, Horacio Rodríguez Larreta, rehuyó el debate al que lo había retado Lousteau, quien lo había demolido en la primera y única confrontación. Así las cosas, llegó el día de la elección con el resultado conocido. Lousteau demostró tener olfato, confianza en sí mismo, y espaldas para sostenerla, y su tozudez inteligente consiguió como premio un valioso capital político que seguramente hará rendir en el futuro. El mensaje con el que reconoció su derrota exhibió una densidad y una energía a kilómetros de distancia de las pavadas del jefe de gobierno electo, y demostró que sus ambiciones exceden los límites de la ciudad. En sus primeras declaraciones periodísticas al día siguiente de la elección anticipó que votaría por Ernesto Sanz en las primarias de su espacio, factura para Elisa Carrió que le retaceó su apoyo en esta emergencia, y dijo que si Macri ganaba esa interna su voto presidencial sería para Margarita Stolbizer, factura para Mauricio, que primero se negó a que participara de la interna del PRO y después le jugó sucio. –S.G.
Martín el tozudo
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