Plata por votos

Si yo le digo que regalan plata que no es de ellos para mantener la calle en calma y ganar elecciones, usted piensa casi automáticamente que me estoy refiriendo a los fabulosos K. Bueno, no es el caso esta vez. Ni tampoco es la primera vez.

Como parte de su plan de “alivio” para las desastrosas condiciones económicas que él mismo creó, el gobierno de Mauricio Macri decidió repartir, bajo la forma de créditos subsidiados, una cantidad indefinida de dinero acumulado en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema público de jubilaciones entre todas las personas que reciben un estipendio mensual de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES), entre ellos los jubilados. Los que soliciten el crédito pagarán una tasa subsidiada de alrededor del 40/45%, algo más de la mitad de lo que cobra un banco o de lo que paga el Estado a los bancos, en cuotas que se les descontarán de sus haberes.

En apenas diez días, la ANSES entregó 12.000 millones de pesos en esos créditos, y sus autoridades dicen que esperan multiplicar esa cifra por diez. O más, porque aclararon que la oferta no tiene límites. De todos modos, vale la pena examinar el balance de esos primeros diez días, en los que se otorgaron 706.350 créditos: 43.137 a jubilados; 6.469 a personas que perciben pensiones no contributivas y 162.333 a trabajadores en relación de dependencia que cobran asignaciones familiares. Pero la enorme mayoría, exactamente 494.411, una cifra más de 10 veces mayor que la de los jubilados, que son los “dueños” de los fondos de la ANSES, fueron otorgados a beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.

Como todos los beneficiarios de esos créditos reciben sus haberes de la ANSES, el cobro de los préstamos va a ser en realidad una jugarreta contable en los asientos del organismo. Podría decirse que sólo los jubilados aportantes  van a pagar efectivamente sus créditos, cediendo con cada cuota una parte de la riqueza que generaron oportunamente con su trabajo, que en alguna proporción pasó a engrosar los fondos administrados ahora con tanta liberalidad, y que en alguna proporción recupera mensualmente en su recibo de haberes.

En esa gran suscripción de créditos por parte de quienes reciben la AUH hay además detalles que llaman la atención: la velocidad, la modalidad y la distribución geográfica de las solicitudes. La propia ANSES informó que apenas el 1,5% se hizo en forma presencial, el resto se gestionó vía Internet. También dijo la ANSES que en el primer día de recepción de solicitudes el sitio del organismo colapsó cuando ya había procesado 40.000 requerimientos. Los créditos otorgados se tramitaron principalmente en la provincia de Buenos Aires (40%), Córdoba y Santa Fe (10% cada una) y Tucumán (6%) según dijeron los diarios.

Todos estos datos permiten concluir que los beneficiarios de planes sociales de los grandes centros urbanos son gentes bien informadas, atentas a las oportunidades y variantes que ofrece el mercado financiero (“de otra manera recurrirían a cuevas”, dijo el titular de la ANSES Horacio Basavilbaso), capaces de reaccionar con los reflejos propios de una experimentada mesa de dinero, y con la competencia y los dispositivos necesarios como para operar online a velocidad casi instantánea.

Hay que admitir entonces que cuando nos referimos, casi despectivamente, a los “planeros” estamos hablando de  una gran cantidad de personas más que razonablemente calificadas que lamentablemente han quedado fuera del mercado laboral, y que por comprensible rubor se tapan las caras cuando se ven obligados a cortar las calles para impulsar sus demandas. La alternativa indeseable es que hayan respondido a las instrucciones y utilizados los medios colocados a su disposición por punteros previamente alertados por las autoridades, punteros que algún rédito sacarán de todo esto y alguna contraprestación deberán ofrecer. –S.G.

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