Alguien dejó en mi buzón una carta cuyo destino se encuentra al otro lado de la ciudad. La carta venía del exterior y no tenía código postal. El nombre de la calle era distinto del de mi casa, pero había otro dato por ahí que permitía la confusión al ojo desatento. El número de puerta era parecido, pero no igual. Evidentemente, además, ya había sido devuelta al Correo por otra persona, o alguien había reparado en que no estaba correctamente dirigida, porque el sobre tenía un sello que más o menos decía: “Avísele al remitente que su código postal es …” Y allí figuraba escrito con birome.
Más allá de todas esas disquisiciones, pensé que lo más importante era que la carta se encontrara con su destinatario, de modo que me caminé mis ocho cuadras hasta el local más próximo del Correo Argentino, al que ingresé seguro de ser recibido con las atenciones reservadas al ciudadano modelo.
Me dirigí a una ventanilla donde la persona que la atendía parecía estar sólo ocupada con la pantalla de su celular.
–¿Sí…?
–Mire, dejaron esta carta en mi casa –y la presenté sobre el mostrador–, pero la dirección pertenece a otro barrio…
La mujer miró el sobre y, sin prestar mayor atención a los detalles, me disparó una mirada acusatoria que me hizo dar un respingo antes de escucharla decir:
–¡Pero esa carta está abierta!
Se trataba de uno de esos sobres comerciales con una ventanita transparente que deja ver los datos del destinatario. Efectivamente, la ventanita estaba rasgada en su parte inferior, pero el resto del sobre estaba lo suficientemente entero como para que resultara evidente que nadie había manipulado su contenido.
–Yo no la abrí.
–¡No puedo recibir una carta abierta!
–¿Y qué quiere que haga, que la tire?
–Y sí, tírela…
–El problema no es mío, es de ustedes, que dejaron la carta en el lugar equivocado. Tírenla ustedes si quieren, háganse responsables…
Y despaché el sobre por el mostrador con el envión suficiente como para asegurarme de que no tuviera retorno.
–¡Maleducado!
-¡Inútil!
Esta confusión atroz acerca de lo que es un servicio público, acerca de lo que es la atención al público, y acerca de las responsabilidades casi sagradas que tiene un servicio postal con las piezas de correspondencia que se le confían, ocurrió en la capital federal, en una oficina del Correo Argentino. –S.G.