Marchando por Moyano

El gobierno viola las normas locales e internacionales al no reconocer el sindicato de trabajadores del subte, en beneficio de las mafias gremiales.

Centenares de miles de porteños marcharon esta semana por las calles de la ciudad en apoyo del secretario general de la CGT Hugo Moyano. La mayoría de los voluntariosos manifestantes, sin embargo, no lo sabía: creían que estaban obligados a caminar debido a una huelga de los trabajadores del tren subterráneo.

Es cierto que los trabajadores de los subterráneos pararon, e impidieron la prestación del servicio de emergencia que había prometido la empresa. El cese de actividades no tuvo como razón un reclamo por aumento de salarios ni por mejores condiciones de trabajo. Desde hace años, los trabajadores de los subterráneos entienden que el sindicato en el que están encuadrados –la Unión Tranviarios Automotor, afiliada a la CGT– no los representa como ellos esperan, por lo cual organizaron su propia asociación gremial. Cumplieron con todas las formalidades correspondientes, y esperaron –por años– el reconocimiento legal de su nuevo sindicato. Ese reconocimiento no llegó nunca, como tampoco llega el reconocimiento a la CTA, la central de trabajadores a la que adhieren los empleados del subte. Ocurre que tanto el gobierno como las empresas prefieren tratar con la CGT y la UTA antes que con la CTA y el nuevo gremio del subte. Aparentemente, los dirigentes tradicionales son más flexibles a la hora de negociar, y más receptivos a las sugerencias que se transmiten por debajo de la mesa, lo cual termina por lograr que los trabajadores se cansen de ser el pato de la boda y busquen alternativas de representación, algo que también ocurrió en el caso de los empleados de Kraft y el sindicato de la alimentación. La responsabilidad última del reconocimiento del nuevo sindicato del subte recae en el Ministerio de Trabajo, que está obligado a concederla tanto por la jurisprudencia local, respaldada por un dictamen de la Corte Suprema, como por los convenios internacionales a los que ha adherido el país en materia laboral. La Organización Internacional del trabajo ha advertido varias veces a la Argentina por sus incumplimientos en este punto. Los comentaristas periodísticos describen a los sindicalistas del subte como ultraizquierdistas, exagerando la diatriba tal como hace el progresismo cuando habla de la ultraderecha macrista o el ultraliberalismo menemista. Pero el 99,9 por ciento de los trabajadores de cualquier gremio no está interesado en tomar el poder; sólo quiere tener trabajo, justamente remunerado y en buenas condiciones. Si echan mano del repertorio teórico de la izquierda es porque lo que aquí pasa por democracia liberal les ha dado la espalda. Y en todo caso, esa supuesta filiación no invalida la legitimidad de su reclamo. Al parecer, los comentaristas mencionados preferirían que los trabajadores adhirieran al comportamiento mafioso de los sindicatos tradicionales.

En beneficio de esa mafia, que agradecida promete un segundo acto masivo de apoyo al gobierno, centenares de miles de porteños marcharon obligadamente esta semana por las calles de Buenos Aires.

–SG


[importante color=blue title=”Notas relacionadas”]A favor de la libertad.
Juntando mugre.[/importante]

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