Hecha la ley… hecha la otra ley

Entre nosotros solía decirse hecha la ley, hecha la trampa. Hemos aprendido: cuando al poder de turno no le conviene una ley simplemente la cambia por otra, legaliza la trampa, con la venia de la escribanía legislativa.

¿Quién no recuerda, ay, la famosa ley de intangibilidad de los depósitos? Semanas después de su promulgación, otra ley convirtió a esos depósitos en algo promiscuamente tangible para cualquiera menos para sus dueños. Las mismas manos se alzaron en las bancas del Congreso para votar una ley… y su contraria.

En el 2007 se dictó una ley, modificatoria de otra ley anterior, que permitía a los afiliados al sistema previsional de capitalización, o privado, ratificar su permanencia en el mismo o decidir su regreso al sistema de reparto, o estatal. Como la mayoría tomó la opción no esperada por el gobierno, en el 2008 una nueva ley liquidó el sistema privado y confiscó los fondos de los aportantes. En el 2004 se dictó una ley, llamada de responsabilidad fiscal, que ponía límites al endeudamiento de las provincias. Como el gobierno central se queda con más del 70 por ciento de la recaudación que debiera repartir entre las provincias, el mes pasado el Congreso aprobó otra ley –¿de irresponsabilidad fiscal?– que permite a las provincias endeudarse para pagar los sueldos. En el 2005 se dictó una ley, conocida como ley cerrojo, que expresamente prohibía reabrir el canje de la deuda externa luego de la oferta hecha entonces a los acreedores. Pero el gobierno central, al que no le alcanza el 70 por ciento de la recaudación nacional, necesita dinero y debe hacer las paces con los prestamistas. El Senado está por hacer saltar el cerrojo. Este breve repaso de los ejemplos más flagrantes sirve para demostrar que en la Argentina una ley no significa nada, que hoy se la escribe y mañana se la borra de un plumazo, que el marco jurídico se adapta a la conveniencia del momento. Y todavía habría que hablar de las leyes excepcionales que se prorrogan indefinidamente, y de las leyes que rigen y no se cumplen, empezando por la propia Constitución, que es la ley máxima.

Los romanos decían dura lex sed lex (la ley es dura, pero es la ley) para ratificar la voluntad de asentar su sistema político en el derecho; con el mismo sentido, los sajones hablan del rule of law (el imperio de la ley) cuando describen sus democracias. Entre nosotros solía decirse hecha la ley, hecha la trampa. Hemos aprendido: cuando al poder de turno no le conviene una ley simplemente la cambia por otra, legaliza la trampa, con la venia de la escribanía legislativa.

–SG


[importante color=blue title=”Notas relacionadas”]Relativamente legal.
¡La ley, estúpido! [/importante]

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4 opiniones en “Hecha la ley… hecha la otra ley”

  1. Me acordé de la película “Yo tenía un plazo fijo”; lo mismo podría decir yo hoy sobre mi jubilación. El robo de las cajas jubilatorias comenzó un poco antes, todavía. Entre la posibilidad de elegir y la confiscación, hubo una primera “mini” confiscación a los docentes y demás empleados del Estado, que por su condición de tales fueron los primeros obsequiados con la posibilidad de no poder elegir. En ese momento, además de mis tareas habituales realizaba una suplencia docente, lo que provocó que la totalidad de lo aportado durante unos 15 años fuera a parar a otras manos. ¿El resultado? Cuando tenía la AFJP, recibía resúmenes trimestrales del estado de mis aportes. Desde que estoy en ANSES, me entero por los diarios en qué se va a utilizar este “pozo” acumulado…

    1. Y los medios siguen sosteniendo la idea de que los malos de la película fueron la convertibilidad, el neoliberalismo, el corralito y Domingo Cavallo. Y el público parece seguir comprando tamaños buzones: ninguno de los “presidenciables” se atreve a defender la idea de una sociedad abierta y libre.

  2. Me alegra que toque nuevamente el tema del sistema previsional, pues fue con ese tema que inició usted este sitio. Lamentablemente un año ha pasado desde entonces y sólo hemos visto dilapidar esos fondos en transmiones de fútbol, subvenciones a empresas privadas (Gral.Motors), y otras variadas iniciativas a las que el Gobierno responde con “fondos de la ANSeS”. Sería conveniente recordar a quienes aplaudieron la reestatización, que los fondos eran intangibles cuando estaban en manos de las AFJPs por ser administrados por fondos fiduciarios y ahora son “promiscuamente tangibles” para el Gobierno y sus secuaces. Me preocupa que este tema haya dejado de importar y me preocupa más aún pues en un negro escenario económico, es mínimo el ahorro que podemos generar como para poder “guardar para el futuro”… está visto que cuando nos toque, ya nada habrá en la ANSeS.

    1. En la mentalidad de nuestra dirigencia -y esto comprende no sólo al gobierno- el futuro no va más allá de una semana. Por eso pueden cambiar alegremente las leyes -por definición creadas para durar-, por eso les importa un bledo el medio ambiente, por eso les importa menos lo que vaya a ocurrir con los jubilados dentro de digamos diez años. Gracias por visitar este sitio.

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