Jorge Álvarez (1932-2015)

Jorge Álvarez Editor. Quienes vivimos la Buenos Aires alegre y festiva de los sesenta y principios de los setenta, felizmente ignorantes del huevo de la serpiente que se venía incubando, tenemos grabadas esas tres palabras en algún rincón de la memoria. Era el sello que llevaban los libros que nos atraían, desprolijos, descuadernados, deshojándose en los bolsillos del montgomery de la dama o el gamulán del caballero. Jorge Álvarez, caótico, genial, irrespetuoso, tenaz e inconstante, fue efectivamente un editor, en el mejor sentido de la palabra: esa persona capaz de vadear una marea de datos y descubrir lo valioso, la semilla, la tendencia que habrá de colorear una época, definir su zeitgeist. Álvarez vio esa corriente, le abrió la puerta, la filtró y la encauzó, la llevó a la vidriera. David Viñas, Martha Lynch, Juan José Saer, Germán Rozenmacher. Rodolfo Walsh, Oscar Massotta, Manuel Puig, Ricardo Piglia, Copi, Quino, y hasta un improbable Roland Barthes publicaron sus obras con la estilizada JA que definía el logo de la editorial en la tapa. Álvarez sabía cómo armar un catálogo porque conocía al público de ese catálogo, y no le faltaba sentido comercial. ¿Quién no fue alguna vez a la playa llevando en el bolso alguna de sus legendarias Crónicas…, colecciones temáticas de cuentos que aparecían puntualmente en noviembre? Sus revueltas oficinas de la calle Talcahuano, entre la bohemia de Corrientes y el ajetreo de Tribunales, fueron no sólo una especie de informal salón literario, sino además incubadora de otras editoriales como Ediciones de la Flor, que pilotearía Daniel Divinsky, o Galerna, conducida por Guillermo Schavelzon. Pero el olfato generacional de Álvarez no se agotaba en los libros, lo suyo era letra y música. Desde Mandioca, un sello discográfico que fundó, y desde otros para los que trabajó, encendió las primeras luces del rock argentino, que no nació en catacumbas acosadas por la dictadura, como quiere la leyenda negra, sino en los años desaforados del Di Tella y el Moderno. Produjo así algunas de las primeras grabaciones de Manal, Almendra, Moris, Vox Dei, Sui Generis, Miguel Abuelo, Luis Alberto Spinetta, Pescado Rabioso, Pappo’s Blues y Tanguito. A mediados de los setenta, Buenos Aires ya no era una fiesta sino un campo de batalla, y Álvarez se fue a España, donde pudo seguir su tarea de editor musical: creó grupos como Mecano y Olé Olé, y produjo trabajos de Joaquín Sabina y Manolo Tena. Cuando regresó a Buenos Aires en el 2011 bordeaba los ochenta años, y entró a trabajar en la Biblioteca Nacional, supongo que por necesidad, donde dirigió hasta su muerte una colección merecidamente bautizada con su nombre. –S.G.

Califique este artículo

Calificaciones: 4; promedio: 4.8.

Sea el primero en hacerlo.

1 opinión en “Jorge Álvarez (1932-2015)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *