Un estado sobreprotector

El gobierno nacional sancionó una novedosa Nueva Doctrina de Seguridad Nacional, que ordena todo un espectro de actividades de inteligencia, externa e interna. Las disposiciones del decreto no son muy diferentes de las que rigen en otros países, como observó correctamente el columnista de La Nación Hugo Alconada Mon, y ciertamente son menos agraviantes para los derechos civiles que la infame Ley Patriótica dictada por George W. Bush después del atentado contra las Torres Gemelas. Pero eso no las justifica. El país tiene todas las razones para desconfiar de las bondadosas intenciones proclamadas por el jefe de la inteligencia gubernamental Oscar Parrili al anunciar el decreto. Los doce años de kirchnerismo se han caracterizado por la inclinación del gobierno a torcer voluntades adversas a carpetazo limpio, y desde las épocas de J. Edgar Hoover ya se sabe dónde se encuadernan esas carpetas, aquí y en cualquier lugar del mundo. Además, el gobierno que regula de este modo el control de sus propios ciudadanos invocando razones de defensa nacional e integridad del Estado, es el mismo que cedió soberanía en términos secretos sobre porciones del territorio nacional en favor de China y derechos sobre áreas de explotación de hidrocarburos en favor de Chevron. “La inteligencia nacional debe velar por la protección y el cuidado de los argentinos, y no espiarlos”, dicen los fundamentos del decreto sancionado. La frase me resultó familiar, hasta que recordé dónde había leído algo similar: “Si usted quiere mantener un grupo de hombres y mujeres prisioneros en … algún lugar de Inglaterra, no les dice a los guardias que están custodiando una prisión. Les dice que los que están adentro necesitan protección contra unos forajidos que tratan de introducirse desde afuera. Aquí la consigna es protección, no confinamiento”, dice un personaje de La nube negra, novela escrita en plena guerra fría por el astrofísico británico Fred Hoyle. El gobierno dice que el espionaje sobre bancos y empresas es necesario para prevenir los “golpes de mercado”. Ciertamente, los golpes de mercado existen, han existido en un nuestra historia reciente, y se recurre a ellos para forzar cambios de política a los que los gobiernos se resisten porque impondrían penurias a la población que les resultan inaceptables por razones políticas o ideológicas. Los golpes de mercado, como cualquier golpe, son cosas malas, pero no existirían, no serían necesarias complejas operaciones de inteligencia para prevenirlos, si los mercados fueran libres. Las sociedades, como los chicos, crecen mucho más saludables y vigorosas, física y mentalmente, cuando se les asegura salud, educación y justicia, y se los libera de paternalismos sobreprotectores. –S.G.

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3 opiniones en “Un estado sobreprotector”

  1. Si los mercados fueran libres..
    Pero ¿hay mercados libres?
    Libres de la ingerencia directa de un estado nacional y de la gestión estatista de turno, sí. Pero no por eso son de “libre concurrencia”: todos los mercados tienen dueños – a la luz del día o en las sombras – y válvulas de entrada y de salida.
    Pero esta clase de planteo, la “explotación del hombre por el hombre”, a los K no les importa: el peronismo y los K como manifestación exacerbada del “tercer peronismo” -basándome en su claro planteo -, es un sistema de explotación del hombre por el hombre: un grupito de parásitos que se apodera de un país (como los parásitos atacan, a veces, al organismo que los aloja) en nombre del combate contra la dependencia externa, y organiza un sistema de dependencia interna que no se apoya en nada que vaya más allá de la “ideología del buen patrón”; es decir: rosismo; del siglo XX y XXI, pero rosismo.
    Por eso tiene que tener el sistema de espionaje interno bien aceitado… Como Rosas; como Perón; como los militares del Proceso…
    ¡Pero deberían prepararse para entregar el Poder y la Autoridad dentro de unos meses!
    Esto está coordinado con el golpe del ejecutivo a la justicia institucional (de mala calidad, como nos lo recuerda usted pero… es lo que tenemos, y hasta puede darnos una sorpresa), y con la entrega un tanto desesperada de Zannini a la luz del sol (donde el hombre no se desempeña muy brillantemente que digamos).
    Mi impresión – y me gustaría saber si no es la suya – es que están suficientemente desesperados (porque la actriz debe abandonar el estrado y la impunidad se les puede escurrir en días, en horas, en minutos) como para intentar algo que trabe o impida los comicios.
    A los K les resulta inconcebible pasarle la responsabilidad de gobernar a otros. Inconcebible. Porque tienen la mentalidad, y los hábitos, de la garrapata. ¿Alguien puede imaginar a Cristina Fernández colocándole la banda presidencial a alguien que no sea Scioli, ¡y aún a Scioli!?
    Es una mujer saturada de dudas y resentimiento y todo el universo K depende de seguir creyendo en la “excepcionalidad” de Cristina fernández que la preservaría de normas, leyes y críticas.

    1. No sé si el kirchnerismo está desesperado, pero es evidente que se está cubriendo la retirada: políticamente con su mejor opción, que es Daniel Scioli: judicialmente, manipulando juzgados, fiscalías y procedimientos para asegurarse el mayor grado de impunidad; económicamente, endeudándose e imprimiendo a más no poder para mantener cierta calma económica. Ha demostrado una extraordinaria resistencia a los intentos golpistas, que los tuvo, y varios, todos tendientes a crear conmoción en la opinión pública, económica y política. Sabe que de aquí a diciembre puede sufrir embates similares –en todo caso, editoriales como el publicado el 9-7 por La Nación con el título “El cisne negro” alcanzan para alimentar esa suspicacia–, y busca protegerse con el sistema de inteligencia. Cristina Kirchner no quiere irse como De la Rúa.

      1. Gracias por su respuesta, tan completa y tan sobria.
        No cabe duda de que hay gente que se siente tan humillada (y ha sido humillada) que desea verla a C. Fernández mordiendo el polvo de la derrota. Al parecer no entiende otro lenguaje: humillar o ser humillado.
        Pero no sé si hay gente que desea verla escapar en helicóptero.
        Me parece que si hubo algo de eso, ya pasó…
        Todo desorden de ese tipo – con la sensación de fracaso generalizado y bancarrota política y económica – ha producido como consecuencia que se colaran los oportunistas: Menem en 1998, los Kirchner, en 2003.
        Conozco a unos cuántos K – todos cristinistas – y están preocupados: del paternalismo peronista han pasado al maternalismo cristinista; no tienen independencia de pensamiento y están esperando que Ella haga “algo”, porque no se imaginan la vida social y política sin su Jefa, la luz que los guía…
        A mí me gustaría que fuera todo muy sobrio; como entre los uruguayos, por ejemplo; pero – no recuerdo quién lo dijo – los argentinos, particularmente los rioplatenses, somos como los uruguayos, pero borrachos…

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