Hambre de poder

Digámonos la verdad. ¿Quién, excepto Daniel Scioli, tiene ganas de ser presidente en este momento en la Argentina? Hablo de ganas, de verdaderas ganas. En la política, como en el amor, si no aparece la furia de un perro rabioso no hay nada. Comparados con Scioli, el resto de los candidatos parecen aspirantes a reina de la belleza: desfilan por la pasarela, muestran su mejor perfil, y esperan con una sonrisa aprendida la decisión del jurado. Dependiendo del nivel de gorilismo en sangre, uno puede ver a Scioli como un felpudo servil, como un medio hombre capaz de arrastrarse hasta la abyección y soportar todas las humillaciones, incluso la imposición de Carlos Zannini como compañero de fórmula, para recibir la palmadita consagratoria de candidato a la sucesión. O también lo puede ver como un increíblemente astuto e inteligente maquiavelo, que maniobró y maniobró a lo largo de los años de tal manera que la presidente y su círculo, muy a su pesar, no tuvieron otra opción que elegirlo como heredero, aunque tratan de compensar sus suspicacias rodeándolo de elementos presuntamente leales, como el tal Zannini y los “militantes” de la Cámpora. Pero las cosas raramente son tan extremas. Este cronista prefiere creer que aquí hubo una negociación política, una transacción entre dos ambiciones irreductibles: Scioli quiere ser presidente, Cristina no quiere ir a la cárcel. Esas son las dos aspiraciones máximas de cada una de las partes, el resto es más bien anecdótico. Y cada uno pagó su precio: el kirchnerismo debió entregar a Zannini, su única pieza de valor, su cerebro, el guionista del modelo, sacarlo del lugar discreto y privado desde donde planificó todos los errores de Cristina y exponerlo en la arena pública. Recordemos: el kirchnerismo no tiene otro cuadro (Julio de Vido es solo un recaudador), no tiene amigos ni tiene aliados, sus “militantes” dependen del flujo vital de la caja, que se agotará en diciembre. Scioli, por su lado, debió aceptar a Zannini, que para él es un enigma y ciertamente no su primera opción, y para el resto de la sociedad un deconocido. No le va a atraer votantes, pero tampoco es un piantavotos. Y también deberá aceptar el caprichoso armado de las listas, que seguramente se hará en Olivos. Pero es mucho lo que obtuvo a cambio. En principio la evaporación de Florencio Randazzo, cuya flotación como aspirante a la presidencia había sido, justamente, un invento de Zannini. Y en segundo lugar, el vuelco de todo el aparato del estado en favor de su candidatura. Cristina, que no siente el menor afecto por Scioli, renunció esta vez a hacer gala de su poder y anunciar quién sería su heredero, y tampoco permitió que nadie de su gobierno lo hiciera; pero la presencia de Zannini como compañero de fórmula asegura a propios y extraños que Scioli es efectivamente su elegido, es la señal que ordena a la “militancia”.1 Algunos analistas agitan el fantasma de que Scioli será virtualmente el prisionero de Zannini, y que eventualmente los kirchneristas podrían voltearlo del gobierno para dejar al Chino al mando. Esos analistas pasan por alto, ingenua o deliberadamente, varias cosas. El poder institucional lo tendrá Scioli si llega a la presidencia, no Zannini; el poder político lo tendrá Scioli, no Zannini, porque el peronismo en su conjunto se va a abroquelar en torno de Scioli contra los Kirchner, a los que se la tiene jurada; Scioli no es ni remotamente comparable a Cámpora, a quien voltearon con una calesita de micros en torno de la Plaza de Mayo; y además, y ésto es lo más importante, la impunidad de los Kirchner estará en manos de Scioli. Tan pronto se sienta amenazado, mágicamente algunas causas clave empezarán a moverse. Esto lo sabe bien el kirchnerismo porque lo practicó durante una década. Queda además el interrogante de qué hará Zannini: su habilidad política es un dato desconocido, y las movidas kirchneristas cuya autoría se le atribuye han sido en general desastrosas; sus antecedentes lo describen a la vez como un ideólogo y como alguien leal a los Kirchner. Si debemos tomar como referencia la experiencia histórica, los ideólogos son más leales a las ideas que a las personas, y cuando les conviene personalmente pueden incluso retorcer las ideas a su gusto. Cómo será la relación entre Zannini y Scioli es algo que sólo se podrá saber en el futuro. Por lo pronto, se han dedicado frases recíprocramente desvalorizadoras: Zannini describió a Scioli como “el vicepresidente de Néstor“; Scioli describió a Zannini como “redactor de grandes avances”.1

Una pregunta que exige una respuesta más inmediata es la de quién habrá de competir con Scioli, quién habrá de buscar el favor del electorado con el mismo hambre de poder que el gobernador bonaerense, y un aparato propagandístico comparable. ¿Será Mauricio Macri, será Elisa Carrió? El ex canciller Dante Caputo decía el otro día que los políticos tienen apenas dos fuentes donde ir a buscar apoyos: las mayorías con poder electoral o las minorías con poder económico. Algo me dice que Scioli va a poder abrevar de ambas.

–Santiago González

  1. Párrafo agregado el 18-6 [] []

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6 opiniones en “Hambre de poder”

  1. Buenas. Me parece que el mérito de Scioli consistió en demostrar, sin lugar a dudas, que él es indispensable para ganar. Sin embargo, me pregunto porqué se abandonó la idea de llevarlo a una interna con Florencio. Se me ocurre (y le pregunto a usted a ver qué le parece) que se les fue la mano en 678 y todos los medios estatales con el bombardeo de chicanas. Subestimaron la propia capacidad de convencimiento sobre el votante K y sobreestimaron (lo digo con todo el respeto posible) la capacidad de discernimiento de dichos votantes. Por lo que estoy viendo, mucha gente quedó en offside (fíjese en los comentarios de este link, por ejemplo: https://www.facebook.com/dominguezjul/posts/1094878240527207).

    Puede que el error de Randazzo fue jugar demasiado bien. Creo que tenía los votos para ganarle la pulseada a Scioli (aunque eso seria lo más lejos que podría llegar), y no sólo lo bajaron sino que le ofrecieron mucho menos que la gobernación de PBA. Eso podría explicar el despecho.

    1. Evidentemente, algo encuentra el kirchnerismo en Scioli que no encuentra en Randazzo, aunque ambos se proclaman igualmente leales. Una interna habría fortalecido al ganador, cualquiera que fuese, y no habría generado el descontento que reflejan los comentarios que usted cita (impresionantes). Evidentemente, haber conseguido la boleta única fue un triunfo de Scioli, tal vez condición para aceptar a Zannini. Esta transacción debió haber sido más compleja de lo que parece, seguramente no una simple imposición. La reacción de Randazzo, por otro lado, es la de alguien que se siente traicionado, no sólo política, sino humanamente.

  2. Muy útil el análisis.
    Eso del negocio entre Cristina y Scioli parece muy probable.
    Scioli será todo lo que de él se dice, pero me parece que es el tipo menos estúpido del mundo: es el corredor de lanchas que conocimos, un brillante piloto, al menos para su propia carrera. Él sabe, mejor que nadie, que Cristina, la heredera de Néstor, y Zaninni, el “ideólogo” de la banda, son super-parásitos unidireccionales, que no pueden cambiar de rumbo ni un milímetro, porque que solo tienen una idea de Dominio, no de país o nación, una entre muchas naciones, todas en relaciones de interdependencia, tratando de sobrevivir en éste planeta solitario y limitado.
    Scioli considera (me lo contó un pajarito, pero se olfatea a la distancia) que Cristina está, literalmente, loca; que es, como se decía en la clínica antigua, una “monomaníaca”; y peligrosísima; y la trata – igual que lo hace el Papa Francisco – en consecuencia.
    Zaninni es Leviatán. Nada menos, pero nada más. Corrompe y se auto-corrompe las veces que sean necesarias, con tal de continuar en el poder. Su concepto insignia es, me parece, el de la Voluntad de Mao: la Voluntad hace a las cosas. Es un tipo casi inhumano que encontró en el servicio de Él y de Ella un nicho donde vivir, prosperar y crecer: una bandita de super-parásitos, maniáticos del dominio que, de seguir actuando siempre en la misma dirección, llevarían al país al colapso económico y social. Todo está trabado por ellos, y todo decrece, menos la tasa de exacción del grupito parasitario. “¡Mientras haya sangre, continuamos!”
    Cómo reponerla no tiene importancia.
    Ah! Y pronto vamos a tener emplazado un adefesio más en el espacio público. Cambiamos un excelente trabajo (neoclasico, con notas de neobarroco; frío, pero de excelente composición y factura, realizado por un escultor académico con dominio del lenguaje) por una imagen grosera que es, sin embargo, una representación muy apróximada del régimen político que la encargó. Los adefesios producen adefesios.

    1. A mí me parece que Zannini es de los que hacen la revolución desde un Mercedes. Usted le facilita el Mercedes, y él le organiza la revolución.

      1. ¿SÍ? No lo veo tan simple: tiene varias facetas.
        Así llegaron a ser algunos montoneros que, cuando se percataron que que habían creído mucho pero sabido poco, la desilusión los transformó en cínicos, como Galimberti, o Vaca Narvaja padre; y ahora – se acaba de comprobar – el mismísimo Vervitzky.
        Pero bueno, habrá que ver cómo actúa Zannini a la luz del día; alguien que siempre estuvo en las sombras.
        Scioli sabe que están jugando con él a la guerra de nervios: el que se pone nervioso y lo muestra en público, pierde.
        Él parece ser un conservador popular y dialoguista.
        A mi no me gusta, pero el hombre tiene buenos consejeros que, llegado el momento de “acceder”, sabrán orientarlo (si es que no lo está) para neutralizar a los parásitos.
        Quizás los argentinos no estemos preparados para algo y/o alguien cualitativamente mejor. ¿A usted qué le parece?
        (El link que aporta al sitio un contribuyente, revela una vez más lo ingenuos que son los simpatizantes y los militantes: creen mucho, pero saben poco; se dejan ilusionar por lo que se muestra y por lo que se difunde, pero tienen poca sensibilidad, tacto y olfato; Randazzo mismo entra en esa categoría. La mayor parte de la gente se guía por el criterio de autoridad y es presionada para hacerlo así: como hijas e hijos de padres vejadores).

        1. Totalmente de acuerdo con que “creen mucho y saben poco”…es impresionante la frustración al intentar entablar una dicusión madura y civilizada con un simpatizante K…de inmediato lo encasillan a uno en una ideología y de allí no salen; cuando uno les pide demostrar con “hechos y no palabras” las bondades del modelo, ahí mismo vuelven a arremeter denigrando al adversario y a la ideología en que lo han encasillado. La mayor parte de los que apoyan este modelo son un ganado de ignorantes que sienten que “pertenecen” cuando es claro que el Kirchnerismo sólo gobierna para sí y sólo hace uso de ellos.

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