Hacia el 2011 por el 2009

Las aspiraciones presidenciales de Carrió y Macri pueden quedar comprometidas luego de las elecciones legislativas del 2009

carrio

Ante la percepción generalizada de que el ciclo Kirchner se termina, las elecciones de octubre, adelantadas para junio, parecen ya ahora, a fines de abril, cosa del pasado. Como si sus resultados no fuesen a cambiar mucho (o no importase si las cambian) las proporciones ideales: un tercio para el oficialismo, un tercio para el peronismo, un tercio para el radicalismo, excepto en la capital donde el oficialismo no cuenta.

Cualquier cosa que no sea un triunfo arrollador en la provincia de Buenos Aires va a dejar al gobierno Kirchner en la inédita, incómoda situación de tener que ceder poder al Congreso. Pocos imaginan al matrimonio en actitud de reconocer que la oposición existe, mucho menos de avenirse a negociar con ella, y por eso temen una renuncia de la presidente, tal vez sucedida por un adelantamiento a octubre de la elección presidencial del 2011.

El foco de atención se desplaza entonces lentamente desde las elecciones legislativas del 2009 a las presidenciales, adelantadas o no. La imagen que se va formando en la lente es bastante limpia, casi nítida, en lo que respecta a los dos partidos tradicionales, pero mucho más difusa, por no decir empañada, para las dos fuerzas que lideran Elisa Carrió y Mauricio Macri.

En el peronismo llamado federal, el futuro se muestra raramente ordenado. Carlos “Lole” Reutemann picó en punta y antes de que nadie se lo preguntara adelantó su intención de buscar la presidencia en 2011. En principio parece contar con el respaldo de dos importantes factores de poder en el justicialismo: la mesa de gobernadores y Eduardo Duhalde, que ya anticipó su voluntad de tomar las riendas del partido tras las elecciones de junio.

Lole sabe bien que largar desde la pole position ayuda pero no alcanza. La carrera es larga y en el espejito se ven caras poco cordiales, que acechan a la espera de un error o una pinchadura. A esta altura, su mejor compañero de escudería parece ser Felipe Solá, un bonaerense con todos los títulos, que le da a Duhalde tantas garantías como Reutemann se las ofrece al bloque de gobernadores.

En junio Lole debe competir en Santa Fe con el socialismo. Inteligentemente se despegó del macrismo, para no aparecer como opositor a Kirchner, y a cambio busca que Agustín Rossi desista de una postulación innecesariamente debilitante para el justicialismo, “ya que los dos robamos del mismo mercadito”. De cualquier modo, su triunfo será solo suyo.

Una buena elección del peronismo federal en la provincia de Buenos Aires (y esto significa simplemente sacar más votos que el kirchnerismo), en cambio, repartirá los méritos entre Francisco de Narváez, que quedará en inmejorables condiciones para aspirar a la gobernación, y Solá, que verá así fortalecidos sus pergaminos para acompañar a Reutemann en la fórmula presidencial.

Difícilmente el radicalismo quiera arriesgar en un amistoso a la estrella del equipo.En el radicalismo, las cosas pintan también bastante promisorias. Un par de relámpagos cayeron del cielo y depositaron a las puertas de la Casa Radical una fórmula presidencial de comprobable atractivo para el electorado. Julio Cobos sigue manteniendo su elevado nivel de popularidad (por razones tan misteriosas como las que favorecen en los mismos términos a Gabriela Michetti) y Ricardo Alfonsín aparece como un compañero insoslayable.

Al igual que en el peronismo federal, un buen desempeño radical en la provincia de Buenos Aires dejará a Margarita Stolbizer en el umbral de la gobernación, y será un singular espaldarazo para la figura de Alfonsín hijo como aspirante a la vicepresidencia en el 2011. ¿Qué sería un buen desempeño para los radicales? Superar a las dos fórmulas justicialistas, algo que tal vez el primer cordón del gran Buenos Aires y seguramente el interior de la provincia podrían permitirle.

¿Qué pasará con el kirchnerismo? Supongamos que la empresa estatal de agua potable pone algo en la red de suministro y Scioli gana por amplio margen en toda la zona del gran Buenos Aires abastecida por ella. Roguemos entonces que Dios nos encuentre confesados. Según el ex gobernador salteño Juan Carlos Romero, esta opción abriría la puerta para ocho años más de gobierno autoritario y de aislamiento internacional de la Argentina.

Pero si el oficialismo empata o pierde -el escenario hoy por hoy más probable- la demostrada falta de voluntad del gobierno Kirchner no digamos ya para negociar con la oposición, sino simplemente para escuchar a sus propios ministros, hace que el acortamiento del mandato presidencial no sea una alternativa descabellada. Más vale dar un portazo ahora con un gesto de arrogancia, que retirarse en el 2011 con todo el desgaste de los años difíciles que le esperan por delante.

Si la presidente renuncia, el vicepresidente debería asumir la responsabilidad del ejecutivo hasta completar el mandato. Pero esto desgastaría inútilmente la figura de Cobos, y difícilmente el radicalismo quiera arriesgar en un amistoso a la estrella del equipo. Por lo tanto, lo más probable es que el partido le aconseje asociarse a la renuncia presidencial, y las elecciones deban adelantarse a octubre forzosamente.

Las eventuales fórmulas Reutemann-Solá y Cobos-Alfonsín funcionarían tan bien ahora como dentro de dos años y medio, y quizás mejor porque dos años y medio en la Argentina equivalen a un cuarto de siglo en el resto del mundo, y nadie sabe lo que puede pasar entre tanto. De modo que si los Kirchner deciden liar sus petates y cambiar el domicilio de Olivos por los más acogedores fríos del sur, la oposición no les cobraría demasiado cara la mudanza.

El radicalismo y el peronismo podrán diferir en las formas, pero son similares en el terreno de las ideas.Hasta aquí todo bien, pero hay algo que falta. Adviértase que en todo este ejercicio de anticipación política no hemos mencionado a Macri ni a Carrió. Lo realmente grave es que no tuvimos necesidad de hacerlo, y esto nos plantea la misma pregunta que a esta altura deben estar formulándose estos dos aspirantes a la presidencia: ¿Cómo quedan parados la Coalición Cívica y el PRO después de las elecciones legislativas?

Planteado de otro modo, ¿cuán inteligente fue la decisión de emparentar a las dos fuerzas más importantes surgidas de la demanda de una nueva política con las estructuras más destacadas y representativas de la vieja política? El radicalismo y el peronismo podrán diferir en las formas, pero son bastante similares en el terreno de las ideas.

Un triunfo de la triple alianza en la provincia del Buenos Aires sólo beneficiaría al peronismo; un triunfo de Stolbizer sólo llevaría aguas al molino radical. Victorias de Michetti o de Alfonso Prat Gay en la ciudad de Buenos Aires sólo fortalecerían las posibilidades de Macri o de Carrió para aspirar a la gobernación…  del distrito federal.

El gran problema del escenario político argentino es que no logra articular una fuerza significativa que enarbole los principios de una democracia liberal en la mejor tradición de la cultura occidental a la que pertenecemos. Una alianza entre Carrió y Macri habría sumado la puntillosidad republicana de la primera a la confianza en la economía de mercado del segundo, y esa sí habría sido una alternativa.

Por qué no pudo darse ese encuentro es algo que probablemente sepa Patricia Bullrich, que trabajó incansable e infructuosamente por lograrlo. Si las elecciones presidenciales se celebran en el 2011, tal vez Macri y Carrió tengan tiempo suficiente para enmendar errores, resignar ambiciones, y ensayar un camino común. Pero si los comicios se adelantan, estos dos dirigentes deberán esperar un turno que en esa hipótesis se muestra como muy lejano.

–Santiago González

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