Elevar la vara

«A los argentinos nos suelen tocar las elecciones ejecutivas en medio de crisis o luego de hegemonías extendidas. Y, en esta ocasión además, con antagonismos potentes que se han hecho carne en una parte significativa de la sociedad. Eso hace que la emoción negativa se encuentre muy presente y deje poco margen para la razón. Esta situación tiende a provocar una particular ceguera: nos resultan obvios e irritantes los defectos del otro pero ignoramos o perdonamos los que exhibe aquel con quien simpatizamos, aun cuando sean exactamente idénticos. Cuando la bronca con el de enfrente nos hace perdonar las falencias propias, las posibilidades de mejorar se anulan y nos quedamos encerrados en un círculo vicioso. Las cosas que sentimos que se han degradado en nuestro país en el transcurso de las últimas décadas difícilmente puedan ser subsanadas si no elevamos la vara de manera generalizada. Para una sociedad que desde hace un tiempo va lenta pero inexorablemente descendiendo por la escalera, el desafío no consiste en evitar un tropiezo en el próximo escalón sino en frenar, dar media vuelta e iniciar nuevamente el ascenso.A pesar de las antinomias y de las amenazas e intentos de polarización, la ciudadanía no parece ya dispuesta a entregar cheques en blanco para nadie. Es un buen comienzo.» –Martín Lousteau, en La Nación, 30-9-2015

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