El “modelo” del PRO

El gobierno porteño encabezado por Mauricio Macri se propone instalar varios nuevos tramos del sistema de transporte llamado metrobús, el primero de los cuales se inauguraría en el verano en el barrio de Núñez, en el tramo de la avenida Cabildo que va desde el cruce con la avenida Congreso hasta Puente Saavedra. Los vecinos de la zona no alcanzan a comprender la conveniencia, la necesidad y mucho menos la urgencia de esa obra, ya que no existen allí problemas de congestión de tránsito. Los problemas de la avenida Cabildo comienzan justamente en el cruce con Congreso o, si se quiere, con la avenida Monroe, y se extienden hasta José Hernández o, si se quiere, hasta la avenida Federico Lacroze. Pero prácticamente no existen en la zona de Núñez donde el gobierno del PRO se propone hacer estas obras. Lo que los vecinos de ese barrio vienen esperando desde hace décadas es la extensión de la línea D de subtes justamente en ese tramo, desde Congreso, donde ahora termina, hasta Puente Saavedra. Esta obra requeriría aproximadamente un par de kilómetros de túnel, dos o tres estaciones, y algunos trabajos probablemente no sencillos en los cruces con los arroyos subterráneos que fluyen por allí hacia el río. El costo de un emprendimiento semejante sería obviamente mayor que el del metrobús, pero representaría una inversión con proyección de futuro. En los alrededores de Puente Saavedra, tanto del lado de la capital como de la provincia, existen terrenos libres con dimensiones suficientes como para levantar allí grandes estacionamientos de varios pisos con acceso directo a una estación de subtes. Una obra de estas características podría convertirse además en el primer ejemplo práctico tendiente a desalentar el uso del automóvil para ingresar a la ciudad. Pero no, el gobierno cuya única consigna es “resolverle los problemas a la gente” anuncia de manera inconsulta unas obras que no resuelven ningún problema presente, que no previenen problemas futuros (nadie dejará de usar el auto a cambio de una combinación de colectivo más subte), pero que arruinarán la estética de un barrio: el sistema de estaciones desfasadas que se anuncia asegura una trinchera visual continua a lo largo de dos kilómetros de avenida, justamente allí donde el mismo gobierno acaba de construir canteros, con árboles y luminarias, éstos sí agradables y seguros para quienes deben cruzar con dificultades una avenida tan ancha. La decisión del gobierno porteño en favor de estas obras pareció en un primer momento inexplicable. Hasta que los intendentes de Vicente López, Jorge Macri, primo del jefe de gobierno porteño, y de San Isidro, Gustavo Posse, el último vástago de una dinastía que conduce ese municipio desde hace décadas, declararon su entusiasta adhesión al proyecto. El metrobús se prolongaría así hacia la provincia en un multimillonario negocio de decenas de kilómetros. Mientras el resto del mundo trata de desalentar el uso del transporte automotor, en la Argentina se dedican recursos a facilitarlo y alentarlo. La mirada no está puesta en “los problemas de la gente” a futuro, sino en los negocios presentes de los amigos. Este, por lo visto, es el modelo vigente, y resulta injusto atribuírselo en su totalidad al kirchnerismo.

–Santiago González

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