Dirigentes desconectados

«El (…) nivel de desconexión que existe entre la clase dirigente –todo a lo largo- y la ciudadanía (…) explica la grave “dificultad para ver” que se advierte en toda la dirigencia, y que da lugar a conductas políticamente suicidas. El propio gobierno, para empezar, actúa con una “ceguera de clase” que es llamativa a esta altura de nuestra vida democrática. Dicha ceguera denuncia la radical deficiencia de nuestro sistema institucional para transmitir señales de alerta, apropiadas y en tiempo (la obstinación autoritaria que era propia del kirchnerismo, o las correcciones tardías y en “actitud sorprendida”, propias de este gobierno, resultan de este modo las dos caras opuestas de un mismo problema institucional). Parte de la oposición –en particular, la vinculada al gobierno anterior- se muestra ciega frente a lo que ha hecho, y ciega frente a las consecuencias de lo que hoy hace. Su persistente “actitud de combate” parece menos orientada a remediar dramas sociales profundos, que a hacer olvidar sus propias miserias. La clase empresaria simplemente no asume la responsabilidad primaria que le cabe en la construcción de la injusticia social que hoy tenemos, ni reconoce el modo en que su propia subsistencia queda -por su propia desidia- bajo amenaza. El núcleo duro de la dirigencia sindical, por su parte, hace décadas que ha roto amarras respecto con sus bases: de allí los desajustes habituales entre sus reclamos y modos, y los reclamos y modos que le exigen sus bases. Se conforma de esta forma un pacto suicida montado sobre una irracionalidad cruzada: irracionalidad de una dirigencia capaz de poner su propia permanencia en el poder en juego, no por coraje, sino por una combinación de impericia, miopía y ansioso cortoplacismo. Otra vez, el “hecho de la desconexión” (la falta de alertas y frenos) torna verosímil lo que, de otro modo, resultaría incomprensible.» -Roberto Gargarella, constitucionalista y sociólogo, en Clarín, 23-3-2017

Califique este artículo

Calificaciones: 0; promedio: 0.

Sea el primero en hacerlo.

1 opinión en “Dirigentes desconectados”

  1. Gargarella es un tipo que logró ver y pensar más allá de los tribalismos que nos estructuran y nos dividen. El hombre tribal ve y piensa a través de sus referentes: los jefes de la tribu, los venerables antepasados que intituyen para siempre qué es tótem y que es tabú, es decir, las filias y las fovias, y ante todo y en definitiva, la tribu misma con su religión: nada hay por encima de la tribu y su religión y “menos que menos” instancias de recurso que puedan estar situadas más allá de la religión de la tribu y de lo que dictan (o no dictan) sus jefes, tales como la investigación de los hechos y las aproximaciones a la verdad para elaborar un relato histórico creíble y proyectos para el futuro, que no son otra cosa que triquiñuelas de los despreciables “librepensadores” que quieren confundirnos para entramparnos…
    Hay, entre nosotros, suficiente gente emancipada de la actitud tribal como para que Argentina no desbarrancara como Venezuela, pero también hay demasiada gente totalmente inmersa en la actitud tribal con sus mitos envejecidos y sus anclas clavadas en algún punto del pasado, anclas que nadie desea levantar.
    Por eso Gargarella recurre al concepto de ceguera; las múltiples cegueras, las cegueras propias de cada grupo de responsables/irresponsables que componen nuestra frustrada y frustrante sociedad, una sociedad sobrecargada de prejuicios.
    Y en eso estamos, en tiempos de una nueva oportunidad para despertar…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *