Sobre descuidos y ambigüedades

Me parece que el gobierno, desesperado por hacer pie en alguna parte, se engolosinó apresuradamente con el fallo del juez Daniel Rafecas, al punto de publicarlo completo como suplemento especial de Página/12 y citarlo in extenso en una solicitada en la que acusó al fiscal Alberto Nisman de haber buscado “un efecto desestabilizador” con su denuncia contra la presidente por presunto encubrimiento de los presuntos autores del atentado contra la AMIA. El fiscal Gerardo Pollicita había convertido esa denuncia en una imputación, Rafecas la desestimó, y ahora Pollicita apeló ese fallo e insistió con su imputación. Será entonces la Cámara Federal la que deberá evaluar su mérito. En realidad, el fallo de Rafecas dejó todo servido como para que Pollicita apelara y la causa siguiera su curso. En primer lugar, el “descuido” en la referencia de su fallo a la feria judicial de enero habilitó la especulación de que había sido preparado antes de que la causa llegara en febrero a manos de Rafecas, y que el juez se había visto obligado a firmarlo vaya uno a saber por qué razones. En segundo lugar, al no hacer lugar a ninguna de las averiguaciones solicitadas por el fiscal Pollicita y rechazar de plano todas las acusaciones contenidas en su presentación, el fallo de Rafecas brindó a Pollicita todas las razones posibles para apelar con razonables expectativas de éxito. Distinto habría sido el caso si el juez hubiese admitido la posibilidad de que se hubiesen cometido algunos de los delitos denunciados y conducido algunas de las averiguaciones requeridas, aun con la intención de hacer naufragar la causa que los enemigos del gobierno le atribuyeron. Finalmente, el fallo de Rafecas está redactado con tal apego a la interpretación oficial de las cosas que necesariamente la Cámara Federal deberá transferir la causa, si le encuentra mérito, a otro magistrado. Para resumir de manera sencilla: si el gobierno tenía apretado a Rafecas por alguna razón, el juez hizo lo necesario para cuidar su salud, pero sin impedir realmente que la causa siguiera su curso en otras manos, tal vez más libres. Cuando los abogados escriben algo de manera ambigua o dejan cabos sueltos no lo hacen por casualidad o por descuido. Algo parecido había hecho Nisman con el documento que pensaba presentar ante las Naciones Unidas sobre el caso AMIA y que Rafecas y el gobierno mostraron como contradictorio con su denuncia posterior. En realidad, el fiscal desaparecido revelaba en ese documento su escaso aprecio por el controvertido memorando de entendimiento firmado por el gobierno argentino con Irán. Decía Nisman: “Este instrumento bilateral solo puede aspirar, en el mejor de los escenarios y bajo la interpretación más amigable de su letra, a que las autoridades judiciales argentinas puedan participar, en territorio iraní, de un interrogatorio encabezado por la ‘comisión de la verdad’ creada por ese tratado (…), la cual se encuentra autorizada a entrevistar únicamente a cinco de los ocho imputados cuya extradición Irán ha rechazado. En este marco y teniendo en cuenta el reclamo primigenio articulado por el Dr. Kirchner ante la ONU, el memorando persigue un fin notablemente degradado, y no por eso, más viable”. El párrafo aparece citado y subrayado en el fallo Rafecas. Después de cambiar de lugar los subrayados, este cronista no advierte contradicción alguna con el contenido de la denuncia que hizo Nisman antes de morir.

–Santiago González

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2 opiniones en “Sobre descuidos y ambigüedades”

  1. ¡Impresionante!
    ¿Así escribía Nisman?
    Cualquiera no puede escribir así, tan bien…
    Entonces Rafecas sería el tipo inteligente que parecía ser y habría elaborado un cartón pintado estilo “realismo socialista” para complacer a una élite ramplona (la misma que tolera esa torta color dulce de leche donde habrían de emplazar la infeliz – la hemos visto – imagen de Juana/Cristina) y, de esa manera, pasarle la bomba al fiscal Polliccita con más ímpetu que el que ya tenía…

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