Debate en capital

Quizás la mayor sorpresa en el debate entre los tres candidatos a jefe de gobierno porteño, ocurrido esta semana en los estudios de Todo Noticias, fue la escasa solvencia de Horacio Rodríguez Larreta para defender lo hecho en la ciudad de Buenos Aires por su partido PRO en ocho años de gestión, y el horizonte chato de sus propuestas para el futuro. El candidato oficialista arrancó con un tono arrogante: “ustedes ya saben lo que hicimos, seguramente ya tienen una opinión formada”, así que no sé para qué estamos aquí, le faltó decir. Pero el opositor Martín Lousteau, de la coalición ECO, literalmente lo apabulló con cifas y datos sobre mala gestión en educación, salud, transporte y seguridad, apoyado en esto por el kirchnerista Mariano Recalde, y Rodríguez Larreta nunca pudo responder con argumentos convincentes. Se limitaba a repetir, como un mantra, la promesa de construir otros ocho metrobuses, pese a que Lousteau le había hecho notar que las ciudades que habían adoptado ese ordenamiento del transporte lo estaban abandonando rápidamente al haber comprobado su ineficacia sustancial. Resultó cómico el momento en que Lousteau lo apremió con datos sobre subejecución de presupuestos, y Rodríguez Larreta propuso seguir hablando del metrobús. Arrinconado por sus dos rivales, terminó invocando las obras que acabaron con el problema de las inundaciones, en lo que evocó los discursos en que Cristina Kirchner recuerda una y otra vez cómo la actividad y el empleo crecieron en los primeros años de gobierno de su marido. Lousteau se mostró muy ducho en el manejo de los temas críticos que afectan a la ciudad y así como fue muy preciso en sus críticas al PRO lo fue menos a la hora de exponer sus propios proyectos. De todos modos, fue quien salió mejor parado de la confrontación. Recalde empezó con el pie izquierdo, cuestionando el lugar donde se hacía el debate y, mucho peor, impugnando la imparcialidad de los conductores por el hecho de que la hija de Marcelo Bonelli aparece como candidata en una de las listas que postulan a Lousteau. Esto fue una verdadera bajeza, aunque Lousteau prefirió condenarlo como un ejemplo de “machismo” (?). De todos modos, Recalde recuperó un tono más sobrio y racional en sus intervenciones, se mostró respetuoso de sus dos interlocutores, aportó datos críticos sobre la gestión del PRO, y sugirió una interesante comparación entre la administración de Aerolíneas Argentinas, a su cargo, y la de los Subterráneos de Buenos Aires. Fue menos preciso todavía que Lousteau en la exposición de sus proyectos, y se limitó prácticamente a insistir en las palabras claves del kirchnerismo: inclusión, equidad, etc., sin llevarlas nunca al plano de las cosas concretas. Pero en su papel de opositor quedó bastante bien parado, y ofreció una imagen más digerible para el electorado porteño que su multiderrotado antecesor en la candidatura, Daniel Filmus. Para este cronista, Lousteau fue quien exhibió el mejor desempeño en el debate, seguido por Recalde, no tanto por sus propios méritos sino porque era difícil hacer las cosas peor que Rodríguez Larreta, quien para rematarla anticipó que el PRO desistía de la idea de seguir ampliando la red de subterráneos. Para La Nación el debate no tuvo un claro ganador, mientras que Clarín invocó una encuesta de dudosa factura para proclamar vencedor al candidato del PRO. –S.G.

 

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3 opiniones en “Debate en capital”

  1. Está claro, por las propias palabras de Larreta, que en un posible próximo mandato el Pro seguiría construyendo aliviadores para los arroyos entubados, 8 nuevos carriles para colectivos (suena exagerado llamarlos por su marca comercial), y los imprescindibles pasos a nivel. Hasta ahí, todo bien. Al menos se trata de objetivos palpables. En cuanto a la salud y la educación, sólo pedirán tres deseos para que mejoren, mientras arrojan unas monedas (unas cuantas) a la fuente del presupuesto. En cuanto a Recalde, me parece que Ud. ha sido demasiado benévolo: comenzó con chicanas, se pasó todo el debate escondiéndose debajo de la pollera de mamá Cristina (“hay dos modelos”, repitió hasta hartarnos a todos) y casi al final volvió con las chicanas a Lousteau, primero con la 125 y luego con supuestas críticas sobre su gestión en el Banco Provincia, que nunca enunció. Pero lo más lamentable, y que parece haber pasado inadvertido, fue el modo como se abrió de gambas ante las críticas al accionar de la Policía Federal, aludiendo a que sólo podía responder por la fuerza que “ellos” habían creado, la policía aeroportuaria. Y los argentinos haríamos bien en reflexionar sobre las palabras de Lousteau acerca de la salud pública: no podemos seguir ignorando las cuestiones que creemos que no nos afectan. A la larga se nos caen encima.

    1. Coincido con su descripción, que refleja adecuadamente lo visto en el debate. En el caso de Recalde y Larreta, la evaluación que hace la nota tiene que ver con lo que se esperaba de ellos. Larreta no pudo defender la gestión del PRO, de la que él mismo fue parte durante ocho años, y Recalde, bueno, el solo hecho de ver a un kirchnerista en capacidad de mantener un diálogo civilizado ya es una grata sorpresa. Gracias por su comentario.

  2. No lo ví todo porque no soporto bien la soberbia de Recalde, la insustancialidad de R. Larreta y los pullóveres de Lousteau. Pero creo que este último es el más interesante.
    Con respecto a Larreta, está circulando un chiste que dice que “Larreta se retiró, o se enfermó hace tiempo; y lo sustituyeron con el imitador que aparecía en el programa de Lanata; total ¡es lo mismo!”.
    Es evidente que el hombre, como especie y como forma, no puede sobrevivir sin elaborar un relato creíble. Siempre fue así y ahora no menos que antes. Así que la principal función de los analistas -intelectuales y periodistas- se basa, ante todo, en la crítica del discurso, del relato; sobre todo, del relato oficial.
    Carta Abierta no desempeña esa función; para nada: han devenido en un grupito seleccionado de justificadores; y entre ellos, los líderes, cobran por hacerlo.
    Por ese hacen falta sitios como el suyo.

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